Cuando el entrenador Antonio Serra le ofreció el cargo de delegado del Joventut a Salvador Ferrer, en 1978, le preguntó cuánto quería cobrar. "Nada, esto yo lo hago por afición", respondió Salvador, un badalonés que con treinta años de edad era en aquél entonces una seguidor fiel de los partidos y los entrenamientos de la Penya en el entonces pabellón descubierto de La Plana. "Me dijo que probaríamos durante un año a ver como iba la cosa y ya ves, hasta ahora".
Han pasado ya 23 temporadas desde entonces y Salvador Ferrer, cuya vinculación al club llegó gracias a su amistad con algunos jugadores como Josep Maria Margall, se ha convertido ya en el decano de los delegados de la Liga ACB y la tercera persona que más años lleva vinculado al Joventut después de Antonio Molina y del doctor Jorge Guillén. Mucho han cambiado las cosas en el basket desde aquellos tiempos de ´amateurismo´ general pero en personajes como él se mantiene vivo el espíritu de pertenencia a una comunidad más propio de otros tiempos.
"No me considero un profesional con una vocación de delegado marcada para hacer este trabajo en cualquier sitio. No me haría ninguna gracia, por ejemplo, hacer lo mismo en otro club, aunque me ofreciera mejores condiciones, si llegara el caso", dice. También se hace difícil ver al Joventut sin la presencia de Salvador en el banquillo, algo que ha ocurrido casi sin interrupción durante todos estos años. "Tan sólo me he perdido cuatro partidos en todos estos años por cuestiones familiares todos", explica. "Uno en Mónaco en la época de Lluís Cortés, otro en Canarias con Joaquim Costa y dos últimamente en Málaga y en León".
Empezó asistiendo a Serra en el banquillo y registrando los datos de los partidos para desarrollar luego funciones diversas a lo largo de los años. "Ser delegado es algo indeterminado. Empiezas con cosas específicas pero con el tiempo incorporas nuevas funciones. Imagino que en cada club el delegado hace unas cosas u otras, según las necesidades y su propia idiosincrasia. Con los años me convertí en profesional coincidiendo con la conversión de los clubs en sociedades anónimas", explica.
Salvador Ferrer es uno de los primeros empleados del club en iniciar su jornada laboral cada día y también uno de los últimos en marcharse del Pabellón Olímpico de Badalona. Durante la semana se encarga de organizar aspectos diversos de intendencia del equipo y administración del club: estructura los desplazamientos, planifica los viajes, realiza las reservas en los hoteles... "También veo los entrenamientos habitualmente porque Manel Comas quiere que te involucres un poco más con el equipo", explica. "Me gusta el día a día y la planificación de los viajes pero lo otro es más apasionante, el partido en sí. Uno se involucra más y participa más".
Otras veces, las funciones del delegado van más allá de lo que dicen las normas internas del club. "Por las caras de los jugadores puedes vislumbrar problemas y una función del delegado es añadir un positivismo en la relación del equipo y ver cómo se pueden solucionar los problemas", añade. La experiencia le ha servido también para añadir un tono de serenidad y tranquilidad muchas veces necesario en el banquillo. "Ya no me pongo nervioso durante los partidos porque la experiencia te dice que te puedes llevar decepciones cuando tienes unas altas expectativas o al revés llevarte sorpresas agradables cuando pensabas que ibas a perder. Intento equilibrar los sentimientos: ni ganando títulos me he mostrado muy eufórico ni en épocas de depresión me he hundido. Lo mejor, como en todos los ámbitos de la vida, es tener un término medio en las cosas".
Su diplomacia habitual le impide pronunciarse categóricamente al preguntarle por los mejores profesionales con los que ha trabajado aunque menciona a Sainz, Obradovic o Comas cuando se le pide que nombre al entrenador más sorprendente o Corny Thompson si habla de jugadores más profesionales.
Su consejo para el presente año es "trabajar desde la humildad, sin crear grandes expectativas" y confía en que la Penya recupere el gancho social de otras épocas. "Pienso que Badalona tiene capacidad para volver a vibrar porque se ha demostrado. Badalona tiene capacidad para despertar pero eso hemos de conseguirlo nosotros", concluye.
Julián Felipo (Zona131.com)