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La Mini Copa de Ricard

Este jueves 29 de febrero se cumplen dos décadas de la primera final de un torneo creado para cumplir sueños. Cuando la Minicopa Endesa era solo Mini Copa, cuando a Ricky todos le llamaban Ricard. ¡Viaja 20 años en el tiempo y recuerda la magia que se vivió en Sevilla 2004!

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Dicen las malas lenguas aquello de año bisiesto, año funesto, como si acaso los años que no lo son fuesen un remanso de paz y rosas. Sin embargo, una mañana de hace veinte inviernos, uno de esos amaneceres que solo ocurren cada 1461 días, la historia llamó a la puerta por partida doble. O tal vez triple.

Sevilla, 2004. La ciudad amanecía con mil y una calle cerradas, con la popular Maratón cortando cualquier arteria a un lado y otro del Guadalquivir en mil pedazos durante unas horas, mientras el Polideportivo San Pablo se preparaba para acoger, ya por la tarde, la finalísima de la Copa del Rey entre el Baskonia y el Joventut.

Antes, a las 12h, unos pequeños teloneros cargados de ilusión por un torneo que aún escribía con tinta húmeda los primeros capítulos de su historia. Se llamaba "Mini Copa", por separado, y desprendía un aroma tan a nuevo que apenas se había presentado 9 días antes, un viernes 20, en la sede de la Consejería de Deporte y Turismo de la Junta de Andalucía, en plena capital andaluza.

La idea prometía. Se trataba de construir una competición de futuro que midiese a 8 equipos que representarían a los 8 clasificados para la Copa del Rey de mayores (en aquel año Adecco Estudiantes, Caja San Fernando, Ricoh Manresa, Barça, Baskonia, Joventut Badalona, Pamesa Valencia y Real Madrid) en categoría infantil. Se pensó en conjuntos formados por niños nacidos en 1990 y 1991 (de 12 a 14 años) por varios motivos: era la edad a partir de la cual, en todo el país, se jugaba con canasta y pelota grande y, además, con ello se garantizaba que las 8 escuadras acb podrían estar representadas, pues todas contaban con equipo infantil, pero no todas con conjuntos mini, por ejemplo.

"Se cumple una idea de muchos años atrás, es un viejo sueño con vocación de continuidad", apuntaba Josep Senespleda, director general de la acb, invitando a los aficionados a darle una oportunidad al evento, convencido igualmente de la presencia de numerosos ojeadores en busca de las joyas del mañana. "Queríamos que las futuras figuras también pudiesen participar en la Copa", añadía Manuel Prado, secretario general para el Deporte de la Junta de Andalucía, en un acto al que acudió la plana mayor del Caja San Fernando: de Gustavo Aranzana, entrenador, al mítico tirador lituano Donatas Slanina, pasando por el equipo infantil.

Con perspectiva, el torneo aparece como un lejano embrión de la competición actual, que desde 2016 cuenta con una fase inicial en la que 6 de los 16 conjuntos acb aspirantes obtienen un billete con el que acompañar al anfitrión y al vigente campeón, y una fase final con partidos a tiempo completo que se extiende durante 5 días. En Sevilla 2004, únicamente la final duró 40 minutos. Hasta llegar al partido por el título, en solo dos días (viernes y sábado) se programaron 6 duelos (8:30, 9:45, 11:00, 12:15, 13:30 y 14:45), a cuatro periodos de 7 minutos, por lo que cada participante haría doblete en una de las jornadas.

Estudiantes y Valencia Basket estrenaron oficialmente la denominada 'Mini Copa' a primera hora del viernes 27 de febrero, mientras que Joventut y Barça la cerraron a lo grande el domingo 29. La historia, entonces, se empezó a relatar en clave verdinegra.

Vendaval badalonés

Casi un millar de personas se congregaron en el pabellón SADUS de la Universidad de Sevilla para presenciar la finalísima de la primera 'Mini Copa'. Lejos de los casi 5000 aficionados en el Carpena en Málaga 2024 o del récord de Badalona 2023 (¡8630!), sí, pero un registro notable en una competición novata de la que días antes no se sabía bien qué esperar.

Pronto los aficionados despejaron las dudas. El Joventut, con un tal Ricard Rubio al mando, se consagraba desde el arranque como el gran animador de la competición. Un equipo de dibujos animados que jugaba de memoria -aquel plantel se tiró invicto... ¡tres años!-, con jugadores de la talla de Jorge Santana o Armand Solé, los mejores en el panorama nacional de su generación en ese momento, y un chico de 2º de ESO con cara de no haber roto un plato con el "9" a la espalda que parecía sacado de un videojuego.

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El reto no parecía sencillo. Ricard tuvo que vérselas con una de las perlas barcelonistas, Dani Pérez, hoy más que consagrado en Liga Endesa de la mano del BAXI Manresa, con más de 250 partidos acb a sus espaldas. Sin embargo, su Barça solo aguantó el pulso en los primeros compases, con una ventaja efímera (3-6) disfrazada de despejismo. Con dos triples seguidos de Santana y el propio Ricard Rubio, la Penya tomó el mando para no perderlo ya más.

El de El Masnou, que tres veranos antes se había cansado del baloncesto para llegar a coquetear con el fútbol, regresó a tiempo al mundo de la canasta para dominarlo a su antojo. Máximo anotador del Escobasquet Mini y campeón de España con la selección catalana de la categoría antes de pasar a la Penya, en la que nunca pareció que el resto llevaba años jugando juntos y él era el último en llegar.

Dirección de juego, recuperaciones, canastas de todos los colores, asistencias imposibles para un niño y números de otra galaxia jugando a ratos (ningún escolar podía participar menos de un cuarto ni más de tres): 28 puntos y 45 de valoración en 14 minutos para debutar en la Mini Copa contra Manresa; 30 puntos, 8 rebotes, 8 recuperaciones y 48 de valoración (esta vez, en 21 minutos) en la siguiente cita contra el Estu y un pequeño respiro contra Valencia (6 puntos, 5 rebotes) antes de la batalla final contra el vecino blaugrana. Cabeza amueblada, actitud ejemplar y la final en sus manos: cuando él despertó en el primer acto, la Penya se vio ganadora.

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"Da la sensación de que lleva una marcha más que los demás", exclamaba Mel Otero, que locutaba el partido para Localia, tras un primer periodo en el que anotó 11 puntos para el despegue definitivo (30-11) de un combinado verdinegro que ni siquiera necesitó a Rubio para sentenciar el partido al descanso (50-20). Con la emoción evaporada, tan solo quedaba disfrutar, en un choque en el que se dejó jugar, con sello acb en el arbitraje. Al mando estaban los tres colegiados más jóvenes de la propia liga: García González, Pérez Pizarro y el árbitro de la reciente final de la Copa del Rey Málaga 2024, Antonio Conde.

Los tres serían testigos de excepción del tercer cuarto del pequeño gran Ricard, con varios minutos en trance en los que todo pasó por él. Pases sin mirar, recuperaciones constantes, penetraciones de fantasía. "¿Habéis visto algún jugador de 13 años con su capacidad técnica? Puede marcar un antes y un después", avisaba profético Paco Torres, comentarista de aquel encuentro, hipnotizado por su exhibición: otros 8 puntos con su firma, la Penya rozando los 40 de diferencia (74-35) y 10 minutos más para saborear, esta vez desde el banquillo, el título de su equipo.

Cuando sonó el bocinazo final, con 88-53 en el luminoso, las cámaras solo le buscaban a él. Autor de 19 puntos, 10 recuperaciones, 6 rebotes, 3 asistencias y 27 de valoración, ni siquiera el micro le intimidaba. "El partido es de 40 minutos y, cuando ganas de mucho, cuesta mantener la confianza y el ritmo. Juego por lo que me diga el entrenador: él y los jugadores llevan 4 años juntos, yo me incorporé el año pasado y es un grupo muy bueno y unido".

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"¿NBA? Yo pienso en el presente, el futuro ya vendrá", añadía el primer MVP del torneo, líder en valoración (31,3) y en anotación (20,8) de la llamada Mini Copa, que se colaría en las páginas de diarios generalistas al día siguiente, compitiendo con el título baskonista de Copa, el memorable mate del MVP Rudy Fernández y cualquier otra noticia de baloncesto llegada del otro lado del charco. "Los casi 30 ojeadores NBA que asistieron al torneo hablan maravillas de Rudy, de Splitter y de un jugador del equipo infantil del Joventut, ganador de la Mini Copa, que se llama Ricard Rubio", relataba El Mundo, sin imaginar que ese chico, año y medio más tarde y con 14 añitos, debutaría a lo grande en la acb para empezar a escribir su camino de ensueño.

En aquella Mini Copa, rica en ilusión y novata en lo demás, los niños que habían jugado el torneo se apilaban como podían, sentados en el suelo, detrás de una de las canastas, mientras el periodista Fernando Pérez Soto iba lanzando preguntas aquí. Algunos que se pellizcaban ante lo que acababan de ver probablemente hoy relaten orgullosos que elloso estuvieron ahí. De Iker Barredo, el más bajito de aquella edición, al "techo" José Pérez Zapata, con 194 centímetros ampliamente superados en tiempos recientes. También estaban Fran Cárdenas y Eduardo Martínez, que junto a Jorge Santana, Dani Pérez y Ricky Rubio serían los primeros de la incesante lista de sueños cumplidos. ¡Y ya van 118! Del fenómeno Doncic al incesante listado de títulos y medallas que empezaron a forjarse en el torneo. Gloria a raudales.

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Vendrían más ediciones, nuevos nombres y nuevas gestas, alcanzasen o no la élite. El flamante balón, la nueva mascota, la renovación del logo, el fundamental patrocinio de Endesa, la llegada con fuerza de Movistar, el apoyo de Colgados del Aro, el Premio Gigantes a mejor evento de cantera. Veinte años dan para mucho. Aquel 29 de febrero de 2004 que lo cambió todo y que tan lejano parece, como si se dibujara en blanco y negro en nuestra memoria, hoy se celebra con orgullo, al tiempo que Ricky Rubio vuelve a sonreír con el balón en sus manos. Tan poético que solo podía ser bisiesto: 20 añitos ya de la Mini Copa de Ricard.