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El Mayo francés de Ricky: ellos sí estuvieron ahí

En el 20º aniversario de la primera Minicopa Endesa, aquella en la que Ricky Rubio enamoró al planeta basket, hablamos con Luis Casimiro, Mel Otero, Paco Torres, Fernando Pérez Soto y Antonio Conde, testigos en primera persona de una edición que hoy se cuenta con orgullo. ¡Así la vivieron!

  

"He tenido mucha suerte en la vida, en lo personal y en lo profesional. He estado en la final de los Juegos Olímpicos de Londres, he narrado finales de Mundiales y Europeos, viví toda la época del Elosúa León. Sin embargo, uno de mis mejores recuerdos como periodista es aquella primera Minicopa. Siempre hablo de ella".

Las palabras de Mel Otero reflejan bien el poso que dejó aquel torneo, del que hoy se cumplen 20 años, en los pocos privilegiados que tuvieron la suerte de vivirlo en primera persona.

Profesionales de la comunicación, aficionados, jugadores. Vencedores o vencidos, qué más dará si la sensación es común. Un "yo estuve allí" que se hace más y más grande con el paso de los años, a imagen y semejanza de esas leyendas que ganan en detalles cada vez que se relatan, desbloqueando recuerdos para añadir nuevas anécdotas o protagonistas. Solo que esa vez fue real, muy real.

Todo sucedió bastante rápido, como ocurre con las cosas que acaban marcando una vida. La entonces denominada Mini Copa se presentó casi por sorpresa, a menos de una semana de la puesta en marcha de la Copa del Rey 2004. Localia, una red de televisiones locales que emitió durante una década (1999-2009) en todo el panorama nacional, apostó fuerte por un campeonato del que no se sabía prácticamente nada, preparando sobre la marcha una cobertura muy ambiciosa, que incluía la retransmisión íntegra de todos los partidos del campeonato.

El teléfono de Mel Otero echó humo en esos días de previa: "Me llama mi jefe para anunciarme que el torneo se vería en 75 emisoras de toda España, de Sevilla a Lugo pasando por León. Debíamos montar un dispositivo y no había un duro, así que lo primero que hice fue llamar a Paco Torres y comentarle el embolado y, sin pensárselo, me dijo que se apuntaría y que me buscaría gente".

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En nada, el quinteto de lujo que llevaría la Mini Copa a los hogares de todo el país se había conformado. Mel Otero y Paco Torres contarían con la colaboración de dos entrenadores acb de prestigio, Luis Casimiro y Manu Moreno, amén del trabajo incansable de Fernando Pérez Soto en el inalámbrico. Un regalo en la intensa carrera profesional del periodista, que siempre podrá presumir de haber estado en Lisboa 99, el boom de los Júniors de Oro, y en el primer terremoto de la era rickyrubiesca: "Cuando Mel me planteó la oportunidad de echar una mano a pie de pista le dije que encantado. Me gustaba estar en el meollo, sentado en el suelo con los propios jugadores detrás de una de las canastas. Me encantaba esa proximidad, ese baloncesto de barrio. A los amantes de este deporte nos llama la atención un torneo así".

"Lo viví con la expectación de vivir algo nuevo, sin saber bien que nos íbamos a encontrar", apunta Luis Casimiro, que ya había oído hablar en tierras catalanas de ese tal Ricard Rubio que estaba a días de hacer historia, sin haberle visto aún jugar en directo. Todo el equipo de narradores y comentaristas estaba con una sensación similar, ansiosos por ver cuánto de literatura y cuánto de realidad existía entre tanto adjetivo grandilocuente sobre la perla de la Penya. Paco Torres, una institución entonces y ahora en el mundillo del periodismo baloncestístico, se encargó de llamar uno a uno a los entrenadores de las 8 escuadras participantes, preguntando jugador por jugador. Sus características, sus puntos fuertes, su posible recorrido. En el momento de llegar a Rubio, el técnico verdinegro fue muy escueto:

  • Es Magic.
  • ¿Ya está?
  • ¿Acaso te parece poco?

Y no, no era poco. "Un buen amigo, José Carlos González, me comentó que yo era un afortunado porque estaba a punto de ver a una perla de futuro que tendría impacto en el baloncesto", añade Pérez Soto, al que le advirtieron de la madurez impropia de su edad de un jugador especial del que nunca había oído hablar hasta entonces. "¿Y de qué juega?", preguntó inocente, saboreando la respuesta lapidaria:

  • De todo, Fernando. De todo.
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Un bocata a medias

El MVP de la Copa del Rey 2004 fue para Rudy Fernández y el de la Mini Copa llevaría el apellido Rubio desde el primer balón al aire. Pero si en aquella edición de Sevilla hubiera habido un tercer galardón para el conjunto más currante se lo hubiera tenido que repartir a cachos el equipo de Localia.

Con toda la fase final en tres días, en lugar de los cinco de la actualidad, las mañanas de viernes y sábado resultaron maratonianas, con media docena de partidos a cuatro periodos de 7 minutos (8:30, 9:45, 11:00, 12:15, 13:30 y 14:45) y un ritmo agotador, sin tregua ni para ir al baño. "Cuando había un tiempo muerto, le pedía a Paco que hablara y así le daba un par de mordiscos al bocadillo", confiesa Mel Otero, al que le faltó pedir colchón y manta en su mesa de locución: "Encadenamos más de 8 horas sin parar viernes y sábado. Encima, el primer día aparecimos en el pabellón a las 7 de la mañana y tuvimos tantos problemas técnicos que nuestro jefe nos pidió estar a las 6 los otros días. Terminábamos, íbamos a la Copa del Rey en San Pablo, tomábamos algo, llegábamos al hotel de Tomares, nos duchábamos y en tres o cuatro horas nos teníamos que ir de nuevo al pabellón".

Una maravillosa locura que también rememora, sin disimular el encanto, el eterno Paco Torres: "Lo que todos los periodistas hacen en la Copa nosotros no pudimos. No veíamos a nadie, no asistimos a las comidas que se organizaron... siempre en nuestra mesita pequeña de un pabellón súper frío. ¡Vivíamos como franciscanos!"

Si a las 8:30 de la mañana del viernes 27 de febrero el Adecco Estudiantes-Pamesa Valencia entró en los anales como primer partido del torneo, el posterior Joventut Badalona-Ricoh Manresa de las 9:45 se convirtió en el primer sobresalto. En solo 14 minutos, y a tiempo corrido, el '9' de la Penya había puesto patas arriba la competición, con 28 puntos y 45 de valoración. No era fácil sorprender a Luis Casimiro desde que 6 años antes protagonizase la mayor gesta del baloncesto nacional al conquistar la Liga con su TDK Manresa, pero el técnico se echó las manos a la cabeza ante la exhibición de Ricky: "Lo que admiraba de aquel chavalín era la capacidad de trasladar el balón de campo a campo sin perder la visión de juego, dando pases magistrales impropios de su edad. Su técnica individual era depuradísima, botando con una mano por detrás de la espalda, en situaciones cortas, en pases picados. Su capacidad de recuperación en defensa, su altruismo, el ver todos los pases..."

Fernando Pérez Soto asiente: "Ya el primer día llamé a mi amigo y le dije que no había visto nada igual en mi vida, ¡qué barbaridad! Era el alma de todo. Me llamó mucho la atención la cabeza que tenía, no me había encontrado nada parecido en ningún niño. Al estar a pie de pista, como inalámbrico, me fijé en su compartamiento en el banquillo con sus compañeros: les daba protagonismo, les animaba... era muy especial".

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Por su parte, como el buen estudiante al que siempre le toca la pregunta que se sabe porque para algo se las preparó todas, Paco Torres sintió que los apuntes que llevaba no iban desencaminados. "Efectivamente, Ricky me deslumbró. ¡Jamás había visto a nadie robar un balón con dos manos! Fue una verdadera gozada y me lo pasé muy bien junto a Mel".

Otero, huelga decirlo, confirma en cada frase que fue así, aprovechando para hacer lazos con la familia del jugador ("Él es muy familiar y yo les pillé mucho cariño") y enamorándose en cada partido más y más del juego de Ricard, que firmó 30 puntos, 8 rebotes, 8 recuperaciones y 48 de valoración en su segunda actuación, en esta ocasión ante el Estu. "Iba súper sobrado, a mí es verdad que me recordaba a Magic Johnson por su sensación de hacer lo que le daba la gana: si anotaba 'solo' 20 puntos, era porque quería repartir 10 asistencias para que sus compañeros jugaran. Tres años más tarde, en un Europeo Júnior siendo él aún menor de edad, aceptó que se le entrevistase con la condición de que también lo hiciéramos con sus compañeros, pues decía que el equipo era de todos y quería que ellos también fueran protagonistas". Así quién era el valiente capaz de acabarse el bocata...

Antonio Conde: Del cansancio a la alegría
Antonio Conde: Del cansancio a la alegría
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En la larga lista de paralelismos entre aquel primer campeonato de 2004 y el celebrado en Málaga 20 años después, uno de los hechos más simbólicos lo protagoniza el colegiado Antonio Conde, que junto a Pérez Pizarro y García González, arbitró el partido por el título. 20 años después, dirigió junto a Rafael Serrano y Arnau Padrós la finalísima de la Copa del Rey 2024. "La carrera se va dilatando y se van consiguiendo eventos, pero lo importante no son los hitos, sino el camino, porque es lo que te enseña, te forma y te refuerza como persona y como profesional".

"El basket en sus inicios está lleno de ilusión y ambición, por lo que aquella final de 2004 significó una recarga de energía. Recuerdo sobre todo la alegría, no estamos acostumbrados a pintar una competición así: la velocidad de juego, la rapidez de manos para robar y defender. Fue un despliegue físico importante por el alto ritmo y la cantidad de posesiones cortas, con transiciones rápidas, contraataques, robos, cambios de dirección... aquello fue duro, y terminamos realmente cansados, pero lo disfrutamos. No lo he olvidado: es un día muy bonito de recordar, pues supone un hecho memorable en mi carrera", rememora Antonio Conde, que comparte en la entrevista una anécdota que le llamó la atención de aquel día. De los jugadores de otros equipos que había tras la canasta de fondo, un chico empezó a gritarle:

- ¡Árbitro, árbitro! ¡Me encanta como lanzas el balón al jugador en el tiro libre!

"Me sorprendió que se fijara en ese detalle, la verdad es que nunca me lo habían dicho. Refleja que ellos también se fijaban en nosotros, nos veían como colegiados acb y tenían respeto por nuestra figura", añade, poniendo en valor la evolución del torneo en estas dos décadas ("Su trascendencia y todo lo que la rodea ha crecido mucho en estos 20 años... ¡y esperemos que siga!") y recordando que él estuvo presente en los dos grandes momentos que marcaron la niñez y el futuro baloncestístico de Ricky Rubio: "Yo no lo conocía antes de esa final... ¡pero es que además estuve después presente en su debut acb en Granada! No había ni cumplido 15 años y no fue precisamente un anécdota su debut. Lo comenté con Amorós y Sánchez Monserrat. ¡Nos soprendió muy gratamente!" Palabra de Antonio Conde.
Como en Mayo del 68

Probablemente Mel Otero y su equipo fueron los únicos que llegaron con tiempo suficiente al Pabellón de la Arquitectura de Sevilla para el tercer y cuarto puesto y el plato fuerte de la finalísima del domingo. Una maratón provocó mil atascos y retrasos, pero ellos, que llegaron a las 6 de la mañana, ni se enteraron.

Y es que el verdadero sobresalto se lo llevaron 24 horas antes, en el cierre de la primera fase, cuando el Pamesa Valencia de Emmanuel Campi, un argentino al que el baloncesto y la fisioterapia han llevado de España a Alemania, pasando por Kuwait, estuvo a punto de cargarse a la Penya (54-57) y cambiar para siempre el curso de la competición. Casualidad o causalidad, ocurrió el único día en el que Ricky pareció terrenal, con apenas 6 puntos y 5 rebotes. Un pequeño respiro para sorprender aún más en el día más decisivo, con el título en juego.

"En la final hizo lo que quiso, como quiso y cuando quiso", sentencia Pérez Soto, maravillado por la hoja estadística de un Rubio que solo pisó el parqué durante un par de cuartos: 19 puntos, 10 recuperaciones, 6 rebotes, 3 asistencias y 27 de valoración. Como mostró años después Informe Robinson, tan arriba se vino el periodista que pasó a la historia como el primero en entrevistar a Ricky Rubio ("Se lo agradeceré eternamente a Mel Otero"), que acabó cuestionándole por la NBA, de tan centrado que le vio en sus respuestas. "¿Cómo le pregunto a un niño de 13 años eso? Pues sí, era muy atrevido, pero le había visto algo tan especial que sentí que llegaría a donde quisiera". La respuesta del chaval ("Yo pienso en el presente, el futuro ya vendrá") no pudo ser más simbólica.

"No es Iverson... ni falta que le hace", titularía días más tarde Paco Torres en su sección 'La Trastienda de la Copa', mientras que Luis Casimiro pasó en año y medio de halagarlo, micro en mano, a advertir a sus jugadores acb sobre el potencial del 'savant' de El Masnou: "Nunca se sabe la evolución que un jugador tendrá y cómo reaccionará a todo lo que se le puede presentar, pero con él ya se intuía que iba a ser muy bueno por lo demostrado en el torneo. Hay que valorar que Aíto lo pusiera a jugar, y yo lo empecé sufriendo pronto. A mis bases les decía que podía robarnos balones: estábamos avisados y los hizo".

"Siguió desarrollándose hasta unas metas increíbles", añade el técnico, en una afirmación que bien podría servirle para opinar del desarrollo de una competición que empezó de forma bastante modesta y que hoy ya suena a tradición. "Aquella de 2004 fue una prueba piloto que salió muy bien, captando la atención de muchísima gente, de medios a ojeadores NBA. La maratón de aquel año mereció la pena, la viví con bastante pasión, sin importar el número de horas. En aquel momento cómo te vas a imaginar la evolución que iba a tener. Ha crecido por el enorme trabajo el que se está haciendo con ella. Es un muy buen producto de la acb que hay que cuidar muchísimo, ajustándonos a los valores que debe tener este deporte y que se debe inculcar a estas edades. Merece mucho la pena: todo el mundo está loco por la Minicopa Endesa y quiere participar en ella. Si lo piensas, este año he vuelto a comentar el torneo. 20 años depués... ¡en el mismo sitio!"

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El experimentado entrenador coincide con Mel Otero en el acierto de añadir una fase inicial de clasificación para que los conjuntos se ganen su billete en la pista, sin depender de los resultados de los "mayores" de la primera plantilla. En palabras del comunicador, el formato ha mejorado y es más justo ahora. Su grandeza ya venía de serie: "Puede parecer una competición menor, pero para muchos de esos chicos es su final de NBA, nunca jugarán algo más grande que eso. Una cámara que les enfoca, un periodista que cuenta sus historias, sus familias viéndoles en casa... seguro que hay alguna señora que tiene grabados cada partido de su hijo en tal campeonato o hay chicos que en la actualidad les hablan de la experiencia a sus amigos o familiares".

Hace justo dos décadas, en un reportaje publicado en esta web en la que se entrevistó a los 8 entrenadores de la Mini Copa, el técnico del Barça Álex García soñó en voz alta: "Ojalá dentro de 20 años podamos seguir disfrutando de este torneo". Cumplido su vaticinio, tras una final apoteósica como broche de oro a la Minicopa Endesa Málaga 2024, ya iba siendo hora de mirar atrás. Por nostalgia. Por justicia. En ese sentido, Paco Torres lo tiene claro: "Lo de Sevilla fue un germen que ha prendido y que hoy es imprescindible. No se entiende una Copa sin la Minicopa".

Lo suyo, desde luego, suena a cuadratura del círculo: "Fue muy emocionante y tuve la fortuna de ser testigo en primera persona el nacimiento de una idea tan maravillosa, con la suerte de disfrutar a Ricky. Seguí todas las Minicopas, y al final iba a cada edición más por ella que por la propia Copa. Cerré el ciclo en 2013, cuando la acb me concedió poder entregarle a Luka Doncic el trofeo al jugador más valioso. Empecé con Ricky y acabé con Doncic, ¡a ver quién da más!"

Curiosamente, tanto él como Pérez Soto citan un hecho histórico, el Mayo francés, como símil perfecto para hablar de aquel campeonato que tan lejano empieza a quedar y que tan viejos nos hace sentir. Cuántos presumen de vivirlo, y qué solos se sintieron en los albores de la competición. "Como en el Mayo del 68, todos dicen que han estado, pero, en realidad, en los dos primeros días solamente había cuatro cuatro gatos: los padres, algún que otro técnico y unos pocos aficionados, que aumentaron en número en la final por tanto que se habló de Ricky. Resultó una experiencia muy chula, de las más bonitas de mis muchos años trabajados".

Fue, simplemente, algo que no se olvida. Y que hoy, como ayer, como mañana, se debe seguir celebrando. El mayo francés de Ricky, el febrero hispalense de unos pocos afortunados. Ellos sí estuvieron ahí... y ya era hora de gritarlo con orgullo.