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Sílvia Domínguez, puro talento en 166 centímetros

"La inteligencia es la clave del baloncesto". Lo dice una joven de 20 años y 1,66 metros de altura que pasa desapercibida si la ves por la calle: Sílvia Domínguez. Puede que pocos aficionados la conozcan, pero el futuro del baloncesto femenino español pasará pronto por sus manos y, sobre todo, por su cabeza. Esta pequeña y eléctrica directora de juego es una de las jugadoras más completas de nuestro baloncesto, capaz de ganar un campeonato de España Júnior haciendo un triple doble en la final o liderar a la selección española Sub20 hacia el oro europeo como MVP y firmando ¡casi seis rebotes por partido! Roc Massaguer nos acerca a su fenomenal talento

Sílvia Domínguez domina el juego cuando está en pista, a pesar de su altura (Foto FIBA Europe / Boshnakova)
© Sílvia Domínguez domina el juego cuando está en pista, a pesar de su altura (Foto FIBA Europe / Boshnakova)
  

Redacción, 25 jul. 2007.- Con 1,66 metros de altura y un nombre difícil de recordar, Sílvia Domínguez, ha tenido que luchar siempre, desde muy pequeña, para demostrar su talento. Un talento que le brota por todos los poros de la piel. Con 20 años es, posiblemente, la mejor jugadora de Europa centímetro a centímetro.

Lo suyo es romper moldes y enfrentarse a los retos con el mismo ímpetu que desmonta prejuicios. No estamos ante el arquetipo de jugadora bajita, al estilo de Earl Boykins o Nate Robinson, actualmente en la NBA. No es sólo una anotadora compulsiva, una veloz e imparable jugadora de contraataque. Ella es Jason Kidd con el físico de Joan Creus ("del primero me gusta que aporta en todas las facetas para ayudar al equipo y del segundo, aunque no lo vi jugar, que era el motor, el cerebro del equipo sin tener un físico privilegiado").

Los números avalan el hecho de que no sólo es una jugadora completa, sino que cuenta con una inteligencia por encima de la media en pista que convierte su altura en una anécdota, sólo relevante para quienes la infravaloran tras un primer vistazo. En el Europeo Sub20 firmó 5,6 asistencias (segunda del campeonato) y 5,4 rebotes en los diez partidos del combinado nacional. Además, en los partidos y momentos importantes se creció, como con los siete rebotes, asistencias y robos en la espectacular remontada contra Bielorrusia o los nueve rebotes y ocho asistencias contra Grecia.

Elegida MVP del campeonato, lideró un triunfo muy emotivo (Foto FIBA Europe / Boshnakova)
© Elegida MVP del campeonato, lideró un triunfo muy emotivo (Foto FIBA Europe / Boshnakova)
Viendo los 21 puntos, 8 rebotes y 3 asistencias de la final, uno no puede evitar pensar que también es un líder en pista: "Antes era una jugadora más anotadora, que me basaba en mi rapidez, pero sabía que para ganar había que repartir el juego. Me gusta tirar del carro y conseguir que las otras jugadoras me sigan. Si hay que anotar, anoto, pero lo importante es que el equipo funcione". Los números, una vez más, no mienten: no pasó de 10 puntos en la fase regular, pero en los partidos importantes, en los tres últimos, anotó 17,6 puntos de media.

La altura como bendición

Entrar a canasta teniendo que superar a una jugadora que mide casi cuarenta centímetros más que tú, no tiene que ser precisamente pan comido. A pesar de su talento natural, nunca ha sido fácil para Sílvia superar las barreras que se han ido interponiendo en su camino. Visto con perspectiva, uno puede pensar que los 166 centímetros de esta base nacida en Montgat en 1987 son más una bendición que una maldición.

"Siempre he jugado a baloncesto y siempre he querido jugar a baloncesto. Nunca he querido otra cosa", decía en una entrevista en la web del Europeo, donde revelaba que su hermano también jugaba a baloncesto, pero a pesar de sus más de 190 centímetros, nunca lo consiguió: "Siempre bromeamos diciendo que él se llevó los centímetros y yo el talento", explica.

"Mido 1,66. No es que sea muy poco, pero en los Campeonatos de Europa se convierte en más relevante. Todos los equipos de la antigua URSS tienen bases muy altas, por ejemplo. Cuando te enfrentas a jugadoras de dos metros la verdad es que lo notas", explica. Lejos de ser un problema, se transforma en una motivación para Domínguez: "Soy muy ambiciosa en este sentido y me gustan mucho los retos; enfrentarme a las mejores (y más altas) es sólo uno más. En la Liga Femenina hay gente alta, pero no tanto como en los campeonatos europeos".

Estamos más o menos acostumbrados a ver jugadores más bajitos que la media que anotan y asisten con relativa facilidad, pero no suele ser habitual ver a alguien como Sílvia Domínguez rozar los diez rebotes en algunos partidos. ¿Cómo se consigue? Pues con el corazón y el esfuerzo: "Desde pequeña trabajé mucho el salto y siempre he saltado mucho en relación a mi altura. Cuando juegas un campeonato de Europa tienes que aportar de todo y los rebotes, como muchas otras cosas, se consiguen más por las ganas que por intuición o las condiciones físicas".

En las filas del USP CEU Estudiantes se reivindicó como jugadora de la Liga Femenina (Foto Ligafemenina.com)
© En las filas del USP CEU Estudiantes se reivindicó como jugadora de la Liga Femenina (Foto Ligafemenina.com)
El corazón como atajo hacia el triunfo

Cuando el físico no te lo da todo hecho, hay que buscar otras formas para ganar. "Nosotras tenemos más sangre para jugar; a veces tener mucho carácter es lo mejor para ganar", afirma. Este campeonato fue tan importante como emotivo (el seleccionador Jordi Hernández se tuvo que quedar en España por un desprendimiento de retina) y se saldó de la mejor forma posible, con los partidos contados por victorias y una medalla que sabe a gloria.

"Desde que empezamos a jugar en las categorías inferiores, nos hemos ido reuniendo un grupo de jugadoras que teníamos como sueño conseguir algo así; al final lo hemos conseguido. Además, lo hemos conseguido con un juego colectivo y atractivo en el que hemos disfrutado todas, desde las titulares hasta las que salían y aportaban desde el banquillo", relata días después de la hazaña.

Es de justicia destacar que el equipo español no lo tuvo todo de cara y tuvo que pelear hasta en la misma final para volver a casa con el oro: "Ha habido momentos críticos como contra Bielorrusia con 16 abajo al descanso o en la final contra Serbia, también con 15 abajo... En todo momento sabíamos que podíamos sacarlo adelante y así lo hicimos". El corazón fue crucial para superar a equipos con superioridad física e incluso técnica.

La ambición como leitmotiv

Curiosamente, los jugadores más completos son los que menos valor dan a las estadísticas. Es el caso de Sílvia, que subraya una y otra vez que "lo importante es ganar. No me importan especialmente las estadísticas, pero sí que miro siempre las pérdidas de balón, porque es algo muy importante para un base. Intento aportar en todos los sentidos, aunque nunca soy consicente de haber hecho ocho rebotes o asistencias hasta que veo los números después del partido y a veces me sorprendo a mí misma".

Quizás por eso mismo confiesa que "tampoco me esperaba el MVP. He estado en muchos campeonatos y siempre lo ganan jugadoras que anotan mucho. Este año he repartido mucho más juego que en otras ocasiones y por eso me ha sorprendido. Es un reconocimiento que llega sin esperarlo, pero que se agradece mucho, ya que lo he conseguido con un muy juego que era la envidia del campeonato. Aparte de los rebotes y los robos, mi misión es que el equipo juegue y creo que lo he conseguido".

Hemos dicho que el talento le sobra, así como la inteligencia y la intuición natural para jugar al baloncesto, pero a esa receta le falta un ingrediente esencial: el trabajo. En su caso, la ambición lidera una pelea constante para mejorar. "Algunas jugadoras nacen con las condiciones físicas perfectas para llegar a ser profesionales y otras tenemos que trabajar el doble para llegar. Si tienes las ganas y la convicción necesarias para trabajar, cualquiera puede llegar. Seguro que hay muchos casos como el mío: con inteligencia, sacrificio y duro trabajo se puede conseguir... Otros, sin embargo, tienen el físico, pero no han tenido la capacidad mental para lograrlo".

Tiene 20 años y habla casi como una veterana. Y es que su carácter hace años que se forjó y hace tiempo que se manifiesta. Hace cuatro años fue la MVP del Campeonato de España junior (ella era cadete) con el Universitari de Barcelona con una actuación que dejó boquiabiertos a los presentes: triple doble en puntos, rebotes y asistencias. La propia jugadora declara que "sabía que si seguía trabajando podría llegar. Como soy tan ambiciosa, tenía claro que no se me debía subir nada de lo conseguido a la cabeza. Ese año fue espectacular, al conseguir con el senior el campeonato de liga y el de España junior".

Los retos se han ido sucediendo en la carrera de Silvia Domínguez (Foto FIBA Europe / Elio Castoria)
© Los retos se han ido sucediendo en la carrera de Silvia Domínguez (Foto FIBA Europe / Elio Castoria)
El futuro como un reto constante

Pero las puertas de su futuro no se abrieron de par en par. Una cosa es ser la mejor en junior y la otra es enfrentarte a las mejores jugadoras de la Liga Femenina. A lo largo de su carrera, el mismo comentario ha sobrevolado la confianza en su futuro: era demasiado bajita.

"Ha habido momentos en que he notado que no confiaban en mí, como cuando estaba en el Universitari, por ejemplo. Era júnior de primer año y me decían que tenía que cambiar mucho el estilo para poder estar en Liga femenina. Había ofertas de otros equipos y decidí irme. Creía en mí misma y sabía que podía llegar, pero necesitaba saber que otros también creían en mí. La primera temporada fue muy bien en el Estudiantes y ahora sé que tomé la decisión correcta".

Tras dos años en el equipo estudiantil en el que consiguió hacerse con las riendas del equipo, la temporada pasada llegó al Perfumerías Avenida ("el segundo mejor equipo del país", recalca) para sustuir a la emblemática Núria Martínez en una tarea nada fácil. Poco a poco se fue haciendo un hueco gracias a su capacidad de adaptación: "Siempre había destacado por ser rápida y por anotar mucho, pero este año en Perfumerías Avenida he tenido que cambiar de estilo porque las jugadoras americanas eran las importantes y las que tenían que asumir la responsabilidad ofensiva. Tenía que pensar más en pista y he trabajado mucho para conseguirlo; creo que los frutos se han visto en el Europeo. El reto del año que viene es poder jugar la Euroliga, algo que me enriquecerá mucho como jugadora".

A estas alturas parece una obviedad repetirlo, pero Sílvia remata el resumen de su última temporada diciendo que "la inteligencia es la clave del baloncesto. Este año me he dado aún más cuenta". Como aparte de esa inteligencia, el hambre de retos es constantes, debemos preguntarle por el siguiente paso: la Selección Española absoluta.

"De momento entreno con ellas y este año iré como invitada algunos días. Es un poco difícil hacerse un sitio en el equipo porque en posiciones exteriores hay muchas jugadoras muy buenas. De momento el objetivo es que me conozcan y que esté preparada cuando me toque dar un paso adelante". Hasta que ese momento llegue, habrá que seguir disfrutando de los triunfos en las categorías inferiores: "España está en un buen momento porque todos los clubes y equipos están trabajando muy bien. La clave es que las jugadoras jóvenes están todas metidas en dinámica senior. Entrenan con los primeros equipos y a veces incluso juegan con ellas. Cuando te enfrentas a gente de tu edad se nota que estás muy bien formada. En chicos pasa igual, menos en el sub20, que no están llegando tanto como debieran, quizás".

Sobre el futuro del baloncesto femenino en general, también tiene una opinión formada: "Éste es un país de futbol y aunque la Selección hayan ganado el mundial, no ha habido más repercusión de lo habitual. Imagínate con el femenino..." Así que la solución es "ponernos todos en la misma dirección: clubes, prensa, directivos, jugadores... Hay mucha gente que se engancha a nuestro baloncesto tras ver un partido. Quizás se deberían hacer más campañas publicitarias. En Salamanca, por ejemplo, hay tres mil personas en cada partido. Hay que facilitar a la gente que venga, como por ejemplo poniendo partidos de chicas antes de los partidos ACB. Que los partidos femeninos estén al alcance del público".

No olviden su nombre y nunca menosprecien sus 166 centímetros. Esta joven base dará que hablar, el futuro del baloncesto femenino español pasará, sin duda, por sus manos y por su cabeza. No hace falta más que verla jugar para darse cuenta y engancharse.