Crónica

Un homenaje al básquet, un billete para un sueño (107-92)

Herbalife Gran Canaria disputará sus terceras semifinales de la Copa del Rey tras un espectacular ejercicio de brillantez ofensiva ante Montakit Fuenlabrada (107-92), reventando su mayor tanteo copero. Ondrej Balvin y Pablo Aguilar, con 18 puntos cada uno, encabezaron el recital anotador del anfitrión

ACB Photo
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Redacción, 16 Feb. 2018-. Hay muchas formas de obtener un pase a semifinales, normalmente todas felices para el que lo logra. De entre todas, pocas más estéticas y explosivas como la del Herbalife Gran Canaria, que este viernes eliminó al Montakit Fuenlabrada (107-92) firmando la tercera mejor anotación vista en una Copa en un partido sin prórroga.

131 créditos de valoración, 7 jugadores en dobles dígitos, 50% en triples, 68% en tiros de 2, Balvin de mate en mate, Oliver con 15 años menos, Radicevic con galones, Aguilar con una manita de triples, Rabaseda como factor diferencial. La exhibición del anfitrión fue total, a pesar de que el Montakit Fuenlabrada, huérfano de Popovic y Sekulic, lanzó el guante en el primer periodo (14-24, m.9) y amenazó con la machada (50-51, m.18) hasta poco antes del descanso. A partir de ahí, el showtime amarillo fue total. El Herbalife Gran Canaria ya espera rival en semis.

Cantos de revancha

"Hijo, desde el cielo me cuidarás". La cámara se fijaba en las zapatillas de Gregory Vargas, cuya sonrisa estaba ausente. Escrito a mano, entre los colores de Venezuela, un mensaje por el hijo que nunca pudo conocer, tras el aborto que sufrió su mujer el pasado martes, justo antes de viajar a la Copa del Rey. "Desde ese día, le dedicaré todo lo que haga a él", afirmaba en la previa, emocionado.

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El primer balón que cogió lo convirtió en triple. El segundo fue el 2-5. Su rabia era la de todo el Montakit Fuenla. Su motivación, su ánimo, su lucha por algo mucho más grande que una semifinal, compartida por un equipo que se autodenomina familia, por una familia que se autodenomina equipo y que, sin Popovic ni Sekulic, salía dispuesto a conseguir el más difícil todavía: ganar donde nunca ganaron, vencer al que les derrotó por 20 por partida doble. "Somos un equipo emocionalmente muy fuerte. Mis jugadores son guerreros, nos gustan los retos", aseguraba el Ché García, que anticipaba con un micro el primer cuarto que iban a contemplar -a sufrir- los aficionados del anfitrión.

Olaseni nació en Londres, donde dedicarse al baloncesto suena hasta a exótico. Tanto al menos como superar solo una vez los 10 puntos en toda la temporada y marcarse, sin dar el mínimo aviso, 11 en los primeros ocho minutos, con canastas de todos los colores. Vargas lo hacía todo más fácil con sus pases, la circulación del balón fuenlabreña por momentos rozaba lo sublime y el propio británico, siempre en el lugar adecuado, ponía la máxima (14-24, m.9), con todo el banquillo visitante en pie, entre gritos de rabia y ánimo. Eran cantos de revancha.

Un 10-0 para cambiarlo todo

El Herbalife Gran Canaria, lejos de desconectar, supo entrar rápido al partido, con la misma velocidad con la que el Real Madrid, un día antes, neutralizaba cualquier intentona malagueña con mordiscos en forma de abultados parciales. Aguilar, con dos triples consecutivos, avisaba, antes de que Radicevic cerrara el primer cuarto (25-27) de la misma forma en la que empezaría el segundo.

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No lleva ni un mes en el Herbalife Gran Canaria y ya se ha convertido en uno de los referentes ofensivos amarillos. Se llama Nikola Radicevic y fue el principal culpable de que el Montakit Fuenlabrada no volviera a escaparse pese al triple inicial de Vargas. El balcánico, con 9 puntos seguidos, igualó el encuentro a 30 nada más comenzar el segundo cuarto. A continuación, asistió a Aguilar para su tercer triple sin fallo. Con los dos equipos rozando el 70% desde el 6,75 y el luminoso pidiendo tregua de tanto trabajo, Eriksson reclamó su espacio.

Si hay triples, ahí está él. Si está él, ahí están los triples. El primero, para empatar a 37. El segundo, para confirmar la total transformación del choque tras el 10-0 del anfitrión. Si el pulso fuenlabreño iba de anotar, los de amarillos aceptaban, sonrientes, conscientes de su destino, sintiéndose cada vez más cómodos en esa locura ofensiva en la que se había convertido el choque.

Eyenga apagaba el primer incendio con varias acciones de mérito e incluso Smits se atrevía a darle la última ventaja en todo el choque al equipo de Fuenlabrada (50-51, m.18) antes de que Luis Casimiro cambiara el guion para hacer daño a su rival desde la pintura. 6 puntos seguidos de Balvin, dos mates de propina, cambiaron, ya para siempre, el signo del encuentro antes del descanso, al que se llegó con un 58-52 de fantasía. La cuarta máxima anotación de un equipo en la historia copera, la cuarta anotación más alta en una primera mitad de la Copa. Datos de impacto... que aún iban a mejorar. Tormenta antes de más tormenta, vendaval antes del vendaval. El temporal amarillo había llegado.

Smits, con un no-mate alucinante (ACB Photo)
© Smits, con un no-mate alucinante (ACB Photo)


El ataque de Seeley, la defensa de Rabaseda

"Agarré amnesia, me olvidé totalmente del domingo", afirmaba entre risas, todo carisma, el Ché García en la entrevista de Movistar+. El baloncesto, el deporte en general, no debería entender de maldiciones, con plantillas que cambian y cambian de año en año. Mas el Montakit Fuenlabrada, ahora sí, empezaba a recuperar la memoria, a recordar que jamás había ganado en esta cancha (5-0, con 25,5 puntos de media en sus derrotas) y que, ya en presente, había sido aplastado por los amarillos en los dos partidos ligueros de esta temporada.

El choque había bajado el ritmo... hasta que Seeley apareció. DJ, sin puntos en la primera mitad, anotó 8 en el tercer periodo para llevar por primera vez el encuentro hasta el margen de los diez puntos de diferencia para su equipo (67-57, m.25). La defensa amarilla, al menos en estos minutos, llegaba más lejos que el orgullo fuenlabreño, con Rabaseda como símbolo, con Rabaseda como alma.

El alero, tras sacarle una falta en ataque a Eyenga, se giró hacia la grada con un "¡Vamos!" tan intenso que tuvo que oírse en Ripoll. A los pocos segundos, le regalaba el mate a Aguilar y, sin que se parase el juego, volvió a forzar otra pérdida fuenlabreña. El pabellón se vino abajo cuando se fue al banquillo, con 13 de ventaja para los suyos (77-64, m.29). Y es que hubo dos partidos. Uno de 18 minutos, con él en el banquillo, con victoria del Montakit Fuenlabrada por 9. Otro de 22, con él en pista, con triunfo amarillo por 24. Acababa de ganar el encuentro.

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Las maldiciones están para cumplirlas

"Tenemos que aislarnos", repetía una y otra vez Luis Casimiro antes del choque, con miedo a que la presión, a que la euforia, a que el gran ambiente, afectara en lo más mínimo a sus jugadores. Algún día contará el técnico cual fue el método pero al menos, por lo visto en estos cuartos, el plan fue inmejorable.

Todos querían su hueco de protagonismo. Balvin, en su versión más imperial de amarillo (¡25 puntos en 19 minutos!), hacía estragos en la pintura rival, que echaba cada vez más de menos a Sekulic, con Olaseni anclado ya hasta el final del choque en los 11 puntos del inicio. Oliver fue el siguiente. Ganó su primer título a los 38, debutó en la Selección a los 39... da miedo pensar en su fiesta del 40º cumpleaños. Con su canasta para el 84-71, superaba el tope histórico anotador del Herbalife en una Copa. ¿Quién les iba a decir que aún les quedaban 23 puntos más?

Los del Ché, tras regalar la mejor de la Copa con una conexión explosiva entre Vargas y O'Leary, parecieron asumir por fin la derrota. Se divertía Báez, se atrevía a todo Oliver y el Gran Canaria Arena era una fiesta. El "Esto, esto, esto... esto es baloncesto" traía aroma vintage al parqué en una fiesta que se vivía en alta definición. (95-78, m.36). Eso sí, aún le quedó fe al Montakit para un último arreón, a base de puntos de Cruz y robos en defensa, hasta el punto de ponerse a 8 a falta de minuto y medio (98-90), con sus aficionados cantando un "Orgullosos de nuestros jugadores" que es el mayor trofeo para un técnico entre aquellos que no se exhiben en las vitrinas.

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Aguilar, tenía que ser él, dejó a la grada coreando el clásico "MVP" con dos triples para la sentencia definitiva, en una fiesta total amarilla hasta el 107-92 con el que murió el encuentro, en la tercera exhibición ofensiva más grande -sin prórroga- que un participante copero realizó en la historia. A las semis por la puerta grande, sin resquicios ya de aquel estigma amarillo en cuartos que tanto costó superar. La historia cambió en 2013. Este Herbalife Gran Canaria va a por el título.