Laboral Kutxa

JORNADA 1 - Supercopa Endesa

FC Barcelona

04/10/2013 - 21:30 - Fernando Buesa Arena

Laboral Kutxa

FC Barcelona

73
    1 2 3 4
BAS   25 13 13 22  
FCB   27 27 22 22  
98

El desequilibrio se llama Nachbar (73-98)

El FC Barcelona ha superado al Laboral Kutxa por 73-98 y jugará por el título contra el Real Madrid. El cuadro blaugrana alcanza su 14ª final seguida en competición ACB tras una semifinal en la que se lució Nachbar con 22 puntos





Redacción, 4 Oct. 2013.- 22 puntos, 25 de valoración... y una clase que invita al FC Barcelona a ilusionarse con su temporada. El Nachbar más hambriento aterrizó en el Buesa Arena para llevar de la mano a su Barça hasta su 14ª final consecutiva. A su vez, es la 5ª seguida en Supercopa Endesa. Todo un récord.

Como en la primera semifinal, el primer cuarto fue frenético y sinónimo de puntos. Nocioni amenazó con alejar a su equipo (14-9, m.5) pero el propio Nachbar le dio la vuelta pronto a la tortilla. Pese a la igualdad tras los primeros 10 minutos (25-27), un 0-8 de inicio le dio una ventaja al Barça que ya nunca perdió en el resto del choque.

Los de Pascual combinaron una defensa brillante con un ataque arrollador, capaz de superar el tope histórico de anotación en una primera mitad de este torneo, con el 38-54 con el que se llegó al ecuador del partido. El Laboral Kutxa, con más fe que ideas, intentó volver al partido tras el intervalo pero un 0-9 visitante en el último minuto acabó con cualquier emoción (51-76) posible. De ahí al final, Sada y, especialmente Abrines, mantuvieron el nivel del rodillo barcelonista hasta un 73-98 sinónimo de billete a la final. Y ya van 14.



De Nocioni a Nachbar

Ahora sí el Buesa Arena rugía. Ahora sí jugaba un Laboral Kutxa que se reencontraba con su afición para crear una atmósfera que aumentó considerablemente la temperatura de la primera semifinal. Desde el salto inicial, los protagonistas se contagiaron de ese nivel de efectividad que hacía sudar al mismísimo luminoso.

Cual carrera de relevos, los protagonistas se sucedían. Tomic anotaba las 2 primeras canastas barcelonistas y Nocioni le silenciaba con una penetración castiza, esas en las que hablar de garra y fe suena a eufemismo. El cuadro baskonista se sentía cómodo en sus presentación oficial. Hodge lo mismo asistía que anotaba un triple en contraataque y el propio Nocioni, desatado, repetía la incursión a canasta y volvía a sacar el adicional (14-9, m.5).

El aspecto defensivo era mejorable, sí, pero por momentos el mérito y la claridad en ataque superaba con creces cualquier demérito que se le quisiera apuntar al rival. Empujado por su público, el Laboral Kutxa estuvo a punto de escaparse e hizo méritos para despegar, mas al Barça ha llegado “un tal” Bostjan Nachbar que demostró, en solo 5 minutos, por qué durante tantos años algunos vieron su único techo en el mismísimo cielo. Jugando como 4, enormemente atlético, ágil y hambriento como si desde que se fue de la NBA necesitase un manjar así para recuperar el apetito. Para saciarse por fin con su propia clase, alimento no perecedero. El esloveno recibió desde fuera, marcó los pasos en la penetración y, en lugar de llegar forzado y buscar la bandeja, machacó. Esa acción le cambió la cara al Barça y, probablemente, también al partido.

Crecido, Nachbar se atrevía a penetrar en la zona rival para asistir en el último momento. O volvía a amagar con hacerlo para pararse a 5 metros y clavarla de forma limpia (18-20, m.7). A la lluvia de puntos se apuntó Pleiss, con 7 puntos en los instantes finales –incluido un 2+1 que supo a caviar- que le valieron a su equipo para seguir muy enchufado (25-27) tras un primer periodo frenético.

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Defender para volar

Al encuentro solo le faltaba a Sergio Rodríguez vestido con la senyera para repetir el guion de la primera semifinal. Un primer cuarto explosivo y un segundo en el que un equipo rompía el partido sin hacer ruido, con el estruendoso silencio del que no necesita fuegos de artificio para colorear su trabajo. Un par de triples de Pullen y Papanikolau confirmaban la primera diferencia importante del partido (25-35, m.13) y, pese al entusiasmo de Hamilton, los de Pascual ya habían pulsado el botón de despegue.

Como en los grandes días del Barça, como en los grandes títulos y en las grandes gestas de su historia reciente, todo empezó por la defensa. Resulta complicado imaginar cómo puede Pascual transmitir el trabajo de tantos años a unos recién llegados… y que salga tan bien. Con el Barça crecido atrás y el Laboral Kutxa asfixiado, solo faltaba que los referentes pidiesen la palabra. Y, en el Barça, hay casi tantos referentes como jugadores.

Tomic y Nachbar mantenían el ritmo (28-39, m.16) y Oleson apuntillaba con un triple y una bomba que hacía daño a su ex equipo. La presencia de Papanikolau ayuda. El griego era capaz de correr al otro extremo de pista mientras el tiro libre de San Emeterio aún entraba (la asistencia de una parte a otra de la pista acabó en canasta del griego), de salir botando el balón o de ganar la posición en el posteo. Impagable.

Para colmo, una antideportiva señalada a Nocioni derivó en 4 puntos seguidos de Nachbar y, en la última acción, el Barça confirmaba su golpe de estado al partido con Dorsey disfrazando de Jawai para hacer bueno el pase de Huertas. El mate, además, permitía que los de Pascual superasen el tope histórico de puntos en una sola mitad (38-54)… solo un par de horas después de que el Real Madrid lo lograse. La batalla psicológica de la final había empezado.

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La herencia de Hugo Wolf

Hugo Wolf era un tipo curioso. Como compositor, rozaba la excelencia los días pares y tocaba el abismo en los impares. Hombre de extremos, su talento como compositor le hacían ganarse el respeto de sus contemporáneos a finales de siglo XIX para caer en el olvido meses después. El desequilibrio de la clase, el desequilibrio del temperamento, de la tormenta interior y de la genialidad incomprendida.

Windischgraz fue el lugar que vio nacer a Wolf. Hoy se llama Slovenj Gradec. La misma Slovenj Gradec que 120 años después, que se dice pronto, se convirtió en la ciudad natal de Bostjan Nachbar, uno de esos talentos incomprendidos que precisamente por ser capaz de llegar tan alto con su baloncesto, siempre dejó la sensación, injusta tal vez, de que con algo más de regularidad, su carrera hubiera sido otra. Es solo un partido. Es solo un estreno. Pero Nachbar, a este nivel, hace crecer la dimensión de un Barça que, a su vez, suponía quizás el último tren de una antigua estrella que repartía su clase por Alemania. Bostjan le dio carpetazo al partido con un triple nada más comenzar el tercer periodo (40-59 m.22) y volvió a silenciar el Buesa Arena en la siguiente jugada, cuando aún los baskonistas celebraban la canasta de Nocioni.

El Barcelona, liderado por el Hugo Wolf del parqué, tenía muchos argumentos en la pista. Huertas marcaba el ritmo que le convenía a su equipo y la movilidad de Papanikolau y su clase hacían el resto. Juntos triangularon con maestría, en una de las jugadas del partido (45-67, m.26). A pesar de eso, el Laboral Kutxa lo volvió a intentar una vez más y pareció apelar a la heroica y a la remontada tras un triple de San Emeterio al final de posesión mas un robo de Dorsey en el momento adecuado acabó con la efervescencia baskonista.

El minuto siguiente de desconexión local, pura inmolación, la puntilla. En menos de 60 segundos, a Hezonja le dio tiempo a convertir sus primeros puntos ACB (¡y con mate!), Pullen a acertar con el triple y a Sada, excelentes sus minutos, a sellar el pase de su Barça a la final con un contraataque para cerrar el cuarto (51-76) de forma pletórica.

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El guiño de Abrines

Si hubiera un comodín que permitiese llegar a un acuerdo para acabar el partido al finalizar el tercer cuarto, en días como el de hoy, probablemente ambos hubiesen firmado. El Barça para reservar fuerzas y evitar sustos. El Laboral Kutxa porque el castigo ya era bastante severo como para que también fuese tan largo.

A pesar de eso, varias imágenes sirvieron de metáfora al mismísimo partido. Con 55-80 en el luminoso y solo 6:30 para el final, Sada saltaba para taponar como si fuese la última jugada. Celebraba su acción defensiva cual canasta ganadora, con todo el banquillo aplaudiendo.

Los aficionados locales se conformaban con las pinceladas de Jelinek, brillante en el pase, de Hamilton, la voluntad como arma y hasta de Van Oostrum. Sin embargo, Nachbar seguía vivo en el partido (60-84, m.35) y Abrines quiso cerrar la carrera de relevos con otras tres perlas dignas del descarado futuro internacional absoluto que es.

Un pase forzado, sin ningún tipo de ángulo, para que Dorsey machacase. Otro mate, este suyo, con la fuerza del huracán que le ha convertido en el máximo artillero barcelonista en pretemporada y un triple final, a modo de propina, hicieron que la diferencia se estirase hasta el 73-98 definitivo. En competiciones ACB, la última vez que el Barcelona se quedó fuera de una final fue en la Copa 2009. Desde entonces, 14 finales seguidas alumbran su camino. 14 opciones de engordar su palmarés. Este domingo, otra en forma de revancha frente al Real Madrid.