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Caja Laboral

JORNADA 2 - Supercopa Endesa

FCB Regal

01/10/2011 - 18:00 - Bilbao Arena

Caja Laboral

FCB Regal

73
    1 2 3 4
CLA   20 22 17 14  
FCB   25 13 20 24  
82

Barça Regal tripite en la Supercopa Endesa (73-82)

¡Tercer título consecutivo de la Supercopa Endesa para el Barça Regal! El equipo blaugrana superó al Caja Laboral por 73-82 en una gran final, llena de espectáculo y en la que brilló un crack: Juan Carlos Navarro, 24 puntos (27 valoración)





Bilbao, 1 Oct. 2011.- ¡Campeones! El FC Barcelona sigue haciendo historia, tras proclamarse campeón de la Supercopa por tercera vez consecutiva. Los barcelonistas, que han ganado sus últimos cuatro títulos nacionales disputados (y 7 de los 8 anteriores) se proclamaron campeones de la mano de un Navarro que no se cansa de sumar MVPs y que acabó con 24 puntos y 27 de valoración, en otra actuación para la historia del escolta.

El partido, con muchas fases muy diferentes entre sí, empezó trepidante, con los baskonistas mandando tras un festival en ataque inicial (14-10, m.4), aunque el Barça Regal apretó en defensa y, siempre con Navarro de líder, remontó tras un 2-15 de parcial: 20-27 (m.11).


Otro 8-0 para los baskonistas niveló la balanza, ligeramente inclinada para los vitorianos al descanso (42-38). Empero, otro 0-7 barcelonista dio paso a una fase de igualdad extrema en la que los empates en el luminoso y las diferencias por un solo punto fueron la constante.

Dos triples de Prigioni parecían acercar al Caja Laboral hasta el título, pero, como ya pasase frente al Real Madrid, el Barça Regal reaccionó cuando peor pintaban las cosas. Navarro encadenó 8 puntos casi consecutivos, un parcial de 0-13 le dio el mando a los de Pascual y el Caja Laboral, tocado y hundido, acabó a merced de un rival que acabó edulcorando su título hasta el 73-82 final. ¡Campeones otra vez!

(ACB Photo)
© (ACB Photo)

Orgía en ataque y replica de la defensa

Nos pasamos semanas hablando de aclimatación de los nuevos jugadores y de los equipos a un menor nivel por el temprano momento de la temporada. Y sí, algo de razón llevaríamos, pero dieron ganas de quemar todas las previas viendo el trepidante inicio de partido. Bendito fuego. Bendito juego.

Al diablo los tópicos, por favor. Que no quede ni uno vivo mientras Oleson siga regalando pases como los que dispararon a su equipo, mientras Huertas anote canastas como el que masca chicles y mientras dos conjuntos, defensas blandas a un lado, sean capaces de jugar con tanta alegría y descaro cuando octubre aún ni se ha levantado de la cama (6-6, m.2).

Brad Oleson ni se lo pensaba cuando le llegaba el balón tras saque de fondo y lanzaba desde Alaska. A continuación, Teletovic se levantaba con idéntica confianza para incendiar el primer periodo con un 6-0 de parcial. Locura, locura en ataque, con los baskonistas emulando su inspiración de semifinales para anotar sus 6 primeros tiros y Navarro respondiendo para que su equipo no se descolgara: 14-10. ¡Y habían pasado solo tres minutos y medio!

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A Pascual le daba algo en banda. La taquicardia dio tregua y el ritmo descendió, lo que favoreció a su equipo, que empezó a apretar en defensa. Y en ataque, a pesar de la intimidación de Seraphin, el jugar con paciencia le permitió entrar por fin en el partido, con Navarro liderando el cambio tras robo y contraataque. Un triple de Wallace, otro del propio Navarro y uno a continuación un tercero consecutivo de Eidson confirmaban el golpe de estado blaugrana. Tres chispazos de talento que, tras el palmeo final de Vázquez, le daban la vuelta a una tortilla (20-25) con aroma a Mediterráneo.

Un rugido para cortar la racha

Víctor Sada tenía prisa y, con su canasta inicial, estiraba el parcial hasta el 2-15, dejando a su Barça Regal con la máxima de 7 puntos, aunque cuando todo parecía conducir al demarraje blaugrana, el Caja Laboral sacó los dientes.

Y en su rabia mucho contó el rugido de Reggie Williams, aquel que aún pregunta por qué demonios en los restaurantes españoles ponen tan poca comida y no hay “refill”. Voraz el hambre del que salió a por todas, dispuesto a cambiar el signo del encuentro. Una canasta, un rebote, un robo, un contraataque con mate. Hasta los triples intentaba taponar. Un minuto mágico, varias dentalladas al partido y unos compañeros contagiados de aquel que siempre quiere postre. 8-0. 28-27 (m.13). Partido nuevo… otra vez.

La montaña rusa del partido dejó de moverse entre el cielo y el infierno para dar paso a una fase mucho más igualada, con intercambio de canastas y defensas mucho más propias de toda una final. Los baskonistas, más regulares en ambos partes de la pista, llevaban la iniciativa (38-33, m.17), aunque a Navarro, por encima de la decena ya en la primera mitad, no le apetecía desaprovechar la oportunidad de meter un trofeo más en el armario más grande de la liga: el suyo. No obstante, una técnica al banquillo del Barça Regal confirmó la leve superioridad vitoriana en la primera mitad: 42-38. Había tanto por jugar aún…


La locura tranquila

No había espacio para la calma y los equipos jugaban a impulsos, poseídos por momentos de inspiración que les permitían amagar con escaparse o remontar una desventaja. El siguiente, el de un Barça Regal que, guiado otra vez por Navarro, arrancó con un 0-7 de parcial (42-44, m.12) que volvía a encender el partido.

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A partir de ahí, el placer. Con menos fuegos artificiales, sí. Menos destellos, menos puntos y menos sudor para el pobre luminoso como en el acto inicial. Pero con un baloncesto aún más delicioso, en parte porque ahora sí se defendía y cada punto tenía más mérito. Una especie de festival a cámara lenta. Una locura… tranquila.

Canasta por canasta, golpe por golpe. Dos púgiles en el ring, mirándose a los ojos, intercambiando golpes más pensando en tumbar al rival que en defenderse. Y la emoción ayudaba. Seraphin robaba como un base para colgarse como un alero, Marcelinho volvía a regalar uno de esos tiros imposibles cayendo en los que solo cree él, Ndong hacía un trabajo inconmensurable en la zona y Teletovic, jugando más pegado al interior que nunca, era una fuente de puntos para el Caja Laboral. Empate, empate… y otro empate. A 42, a 44, a 46, a 48, a 50, a 52… ¡la batalla no tenía cuartel!

Eidson rompió la dictadura de los pares con un triple -¿por qué te flotaban, Chuck?- y ahora del territorio empate se pasó a otro universo… el de la ventaja mínima, con cada equipo mandando y cayendo por un punto dependiendo de quién anotara en cada posesión. Prigioni fue el último en hacerlo del periodo y, el silogismo no falló, su Caja Laboral arrancó el último periodo con solo uno de ventaja: 59-58.


Navarro lo vuelve a hacer


“Quiero sentirme incluso mejor que en la primera etapa. Quiero volver a sentirme del Baskonia. Quiero volver a sentirme un jugador de la casa”, exclamaba Prigioni en su presentación como jugador del Caja Laboral. Sentir, sentir, sentir… y el argentino siente. Esté más o menos acertado, le entren o no los tiros… siente. Siempre. Pablo, arrepentido por unas declaraciones desafortunadas, pidió disculpas en su regreso, aunque el mejor perdón se pide con puntos. Y el base lo sabía muy bien.

Un bote, dos, y triple para romper el universo de la ventaja mínima. A la siguiente jugada, sin pensárselo, Prigioni se jugó otra canasta de tres. Dentro. Seis puntos en dos minutos, su Caja Laboral con la máxima de todo el partido (65-58, min.32) y su afición loca con él, como si nada hubiera ocurrido. “Perdonar es mirar al futuro sin guardar recuerdos del pasado”, que dicen, y con los baskonistas volando hacia su quinto título de la Supercopa, el rencor estaba de más.


El Barça Regal no consiguía ver aro con facilidad, perdiéndose en la telaraña defensiva baskonista y acumulando más de tres minutos y medio sin anotar. Pero, como si fuese un guiño del destino, como si la historia estuviera condenada a repetirse, se inventó un regalito para los amantes de lo paranormal. Como 24 horas antes, otra vez su rival en los 65 (60-65 frente al Real Madrid antes del 10-0 final que les dio el partido). Otra vez las alarmas sonando. Otra vez Navarro vestido de bombero al rescate. La historia de siempre… pero más descarada si cabe.

Igual que frente al Real Madrid, Navarro lideró un parcial de escándalo para darle la vuelta al partido y cambiar la historia de la Supercopa ACB. El de Sant Feliu, tocado por la varita mágica, adicto al MVP, al éxito, al oro, al trofeo, a la ovación, a le exhibición, a la magia… rompió la sequía barcelonista con cinco puntos consecutivos.Lorbek ponía a los suyos por delante con un triple y, a continuación, la propia Bomba anotaba desde más allá de 6,75 para desquiciar a su oponente: 65-69 (min.36).

De 0-8 a 0-11. Y de ahí, a 0-13. Y más, y más… porque Ndong, soberbio en la zona, excelso en el tiro libre, se comía al juego interior baskonista y alargaba más y más un parcial que llegó a ser de escándalo gracias al delicioso Eidson y al motivado Huertas. 4-22, 69-80 en el luminoso y partido en el bolsillo, con un tramite breve hasta el 73-82 final. Barça Regal, campeón.

Navarro encumbrado a MVP Orange y la plantilla blaugrana arrancando la temporada de manera celestial, como solo puede hacerlo un equipo que parece tocado por una vara divina, que iguala al Caja Laboral como rey de la Supercopa y que ha sumado siete de los últimos ocho títulos nacionales que ha competido.

Más historia, más títulos, más celebraciones. Con Navarro como corona, están en lo alto del trono y mucho tendrán que luchar los demás para bajarle de ahí.