Madrid, 11 Feb. 2011.- Sufriendo se saborea más. El Caja Laboral se clasificó para semifinales tras un loco partido lleno de alternativas que no se decidió hasta su recta final.
El Bizkaia Bilbao Basket salió con valentía, aunque los destellos individuales de los vitorianos permitían ventaja baskonista al término del primer cuarto (24-20). Los bilbaínos, muy motivados, se reenganchaban al encuentro con varias acciones con más corazón que táctica, pero el talento de Batista y Huertas impulsaba al Caja Laboral al descanso: 43-36.
Los de Ivanovic, guiado por un Marcelinho maravilloso, parecieron romper el choque en el tercer periodo (55-40), justo cuando Vasileiadis tomó su fusil. El griego, a base de triples -uno incluso desde su cancha y sobre la bocina- remontó el partido (63-64, min.36), que llegó al rojo vivo a la recta final.
Cuando el viento parecía soplar en contra del Caja Laboral, San Emeterio, con un triple, y Huertas, con dos canastas consecutivas, le daban la vuelta a un partido cuyo signo pudo cambiar Vasileadis con un triple. No entró, y el triunfo voló a Vitoria, como en los otros dos precedentes coperos.
Un equipo contra dos
Son días hablando de la Copa. Semanas, incluso. Pronósticos por aquí, hipótesis para allá. Con tanta motivación, con tanta hambre, uno puede romper el choque de inicio o ser víctima de su sobre-excitación. Ambos casos parecían darse la mano en el primer minuto de partido, con un Caja Laboral que parecía despegar con un 5-0 de inicio. Espejismo, solo un espejismo.
Hervelle y Mumbrú, la pareja de oro del Bizkaia BB en el primer periodo, devolvían el 0-5 de inicio, dando paso a unos minutos de una enorme igualdad. Los bilbaínos apostaban por un estilo de juego directo, a veces con precipitación, a veces con destellos de genialidad. Acelerados de la mano de Jackson y Warren, sobrevivían a la inspiración de San Emeterio merced a su acierto en el juego exterior.
Hervelle, al que se echó de menos durante la primera vuelta de la temporada, emergía con más fuerza que nunca con uno de sus mejores cuartos en el club vasco. Rebotes en ataque, agresividad atrás, un par de canastas regaladas a sus compañeros y 10 puntos como 10 soles que iluminaban el cuarto a su equipo. Su segundo triple le daba la primera ventaja al Bilbao Basket (15-17), y si bien Mumbrú se unía a la fiesta (entre Álex y el belga sumaron 22 de valoración en el primer periodo, por un -4 global del resto del equipo), la especial motivación de un Huertas crecido ante su ex, niveló la balanza.
Ya sobre la bocina, Batista alejaba a los baskonistas (24-20), que a pesar de no haberse sentido cómodos con el ritmo de su rival, tiraban de calidad individual para mandar al término del cuarto.
El cuarto de los gestos
Corría el segundo minuto del periodo. El balón le llegaba a las manos de Batista, que solo había anotado la canasta final en el primer periodo. Amago, posteo, juego de pies y canasta. Canastón. Mirada a la grada, a la que jaleó, y respuesta inmediata de su público: ¡Uruguayo, urguayo! Iba a ser su cuarto, amén del de Huertas, que llegaba a los 12 puntos tras un par de encestes consecutivos que ponían a su equipo con 6 de ventaja: 30-24 (min.12).
Como en el arranque del choque, el Caja Laboral parecía despegar, aunque no contó con el hambre de un Bizkaia Bilbao Basket que se alimentó de gestos. El primero, el de un Vassiliadis que tras anotar de 2, miró a su público, mitad desafiante, mitad alentador. No os oigo, gritad más, llevadnos hasta semis, decían los ojos del griego.
A continuación, un excelso mate a una mano de Warren, que voló desde el mismísimo Guggenheim para machacar en la cara de Batista. Uno de esas acciones de magia salidas de la nada que pueden cambiar un partido, que pueden cambiar una Copa. El tercero y último, triple de Huertas, celebrado con más rabia aún que el anterior.
0-7 en un minuto, aquel sin Huertas en pista. 30-31 (min.14) en el luminoso. Los de Katsikaris creyéndoselo, tirándose al suelo por cada balón y mirando a los ojos de su rival. ¿Partido nuevo? No con el permiso de Batista y Teletovic. El uruguayo, eterna lucha la suya para ser élite teniendo clase para la élite, se convirtió en el amo de la zona baskonista. El Bizkaia BB penetraba y penetraba, perdiendo la fe o el balón- cuando los brazos del uruguayo se alzaban al cielo. Ni un rebote escapaba a su influjo.
Si Esteban lo bordaba en el trabajo sucio, Teletovic se exhibía en la labor más visible, la de los puntos. Un triple con su aroma alejaba a un Bizkaia BB que pisaba los talones de su oponente. A la siguiente jugada, se intuía, se sabía que la pediría otra vez. Y la pidió. Sin miedo, volvió a levantarse desde más allá de 6,75 para dinamitar la moral de su rival (41-34), que se fue con 7 de desventaja al descanso tras tantos méritos en su haber: 43-36
La igualdad que lo cambia todo
El Caja Laboral había conseguido frenar la sangría exterior de su oponente y, al igual que ya pasara en el primer periodo, se apuntó la primera batalla con un 4-0 de inicio otros 4 de Teletovic- que convertían un choque igualado al extremo poco antes en el primer amago serio de escapada baskonista: 47-36 (min.22).
Más serio aún fue cuando Huertas decidió prolongar la exhibición de la primera mitad con unos minutos de ensueño. Irregular unos días, infravalorado siempre, el brasileño tomó las riendas e hizo lo que quiso en la pista. Y lo que quería, era ganar. Con sus pases, Barac parecía más alto, San Emeterio más fiable y el Bizkaia Bilbao Basket, más vulnerable. La enésima asistencia de Marcelinho, agónica y antes de caer al suelo, ponía al Caja Laboral con 13 de ventaja. A continuación, un par de tiros libres de San Emeterio establecían la máxima (55-40) justo en el ecuador del segundo periodo.
Cuando todo tenía sentido en el guion baskonista, cuando mejor estaba jugando, llegó el apagón. No fue casual, pese a los errores propios. El Bizkaia Bilbao Basket, que no estaba dispuesto a resignarse a la dictadura contemporánea de su máximo rival y echó toda la leña que le quedaba a la hoguera. Incendio. Con más alma que acierto, solo Vasileiadis, todo corazón, podía liderar una remontada imposible. Un triple suyo alimentó la reacción de los bilbaínos (57-46, min.28), que se conformaban con llegar con 10 de desventaja al último periodo, antes del regalo más inesperado de su héroe griego. Kostas, merced a un tiro desde su propia cancha y sobre la bocina, dejaba el choque exactamente igual que 10 minutos antes (58-51). Empero, las sensaciones y la moral de cada uno eran la noche y el día.
Huertas para sobrevivir a Kostas
Después de encajar un 3-11 y de dejar con vida a su rival, el Baskonia tenía que reaccionar si no quería perder el tren de la Copa a primeras de cambio. Barac captó el mensaje y acabó con 6 minutos de sequía en cuanto a tiros de campo. Sin embargo, Vasileiadis estaba con la escopeta cargada y volvía a hacer creer a los suyos con otros tres puntos.
Un canastón tras reverso de Jackson y otro triple de Kostas ponían en un puño (62-61, min.34) un partido que Warren pudo empatar al fin desde la línea de tiros libres (tras parcial de 8-23) y que el pirómano Vasileiadis terminó de incendiar con su sexto triple del encuentro: 65-66 (min.36). Bilbao soñaba. Bilbao se estremecía.
El griego, con los ojos inyectados en sangre, poseído de la inspiración más pura, esa que le permitió ser uno de los mejores anotadores del mundo cuando era junior, se la volvía a jugar para ponerse a los suyos 4 arriba, pero el balón rebotó el aro. Habría final igualado. San Emeterio, que sumó sin mesura en todos los aspectos de juego posibles, demostraba su sangre fría para responder con otro enceste de 3 puntos, si bien la pareja Jackson-Warren, simbiosis clónica por momentos, volvía a poner al Bizkaia BB con ventaja (68-69) a falta de poco más de un minuto para el bocinazo final.
El partidazo, bello en emociones, se tendría que decidir por un pulso, el de la estrella de cada equipo en el partido del sábado. Huertas, especialista en momentos críticos, apareció de la nada con una bomba para poner a su equipo por delante y Vasileiadis, bajo el grito del MVP, le daba al cuadro bilbaíno su última ventaja en el partido (70-71), antes de que Barac machacase con el balón y el alma.
Él había remontado y él debía jugársela. Caprichoso el destino de un partido que nació en las manos de un griego para morir en sus yemas y en un aro que rechazó el que hubiese sido el séptimo triple del heleno. Y llegaría, pero solo tras canasta de Huertas y tiro libre de Barac que hicieron imposible un milagro teñido de negro que derivó en una fiesta pintada de blaugrana.
Los gestos, las motivaciones a la sombra, eclipsada por el peso de la historia reciente y la confianza en los instantes claves de un equipo que, sin hacer su mejor partido, selló su pasaporte para semifinales. Y eso, en territorio copero, debería servir como acicate.
¿Quién se clasificará para la final?
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Creo que ganará el Regal F.C. Barcelona |
Creo que ganará el Caja Laboral |
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