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Leyendas del Playground (XVI)

Si enumeramos a los mejores voladores de la historia del baloncesto mundial, el protagonista de esta historia ocuparía, sin duda, uno de los lugares más altos de la clasificación. 'Jumpin' Jackie Jackson tenía un salto infinito que le permitía alcanzar el cielo sin importarle como fuera después la caída. Este gran matador prefirió los Harlem Globetrotters a la NBA y se convirtió en una leyenda, injustamente olvidada

Con los Globetrotters, 'Jumpin' Jackie Jackson desarrolló sus mejores vuelos
© Con los Globetrotters, 'Jumpin' Jackie Jackson desarrolló sus mejores vuelos
  

Uno de los momentos estelares del llamado Black History Month del pasado año (un mes de celebraciones por todo el país en nombre de la población negra), tuvo lugar el domingo 9 de febrero cuando históricos de los Harlem Globetrotters se dieron cita en el Madison Square Garden para rendir homenaje a un legendario nativo de la ciudad, todavía vivo, llamado 'Jumpin' Jackie Jackson. La breve y elocuente reseña del prospecto rezaba tal que así: 'Jackson was known for his gravity-defying dunks and is considered by many to be one of the highest jumpers of all time' . Ahí es nada. Jackson, ya mayor y muy flaco pero vitalista y efervescente como un Sammy Davis Jr. que subiera a escena (eso es lo que parecía), no reparó en aspavientos frenéticos de alegría y agradecimiento a los allí presentes. Sin embargo, entre tanto aplauso muchos jóvenes demasiado jóvenes no podían evitar preguntarse: 'Who is this old man?' .

Es curioso. Cualquier buen aficionado al que se pidiera elaborar una lista de los diez voladores más asombrosos que ha dado el Baloncesto mundial (todos mal que pese afroamericanos) agruparía pronto nombres más bien célebres, profesionales NBA en su mayoría. Pero en rigor no es así. El Baloncesto como carnaval de los aros (no como deporte de competición), abundó siempre en anónimos prodigios que se sirvieron de una sola parte del juego como íntima alternativa. Fueron solidarios: poseían una facultad atlética sobrehumana, muchas veces tan sólo eso, y trataron de exprimirla al máximo. Había algo en el Baloncesto que les daba rienda suelta como feriantes. Esa era la ecuación: Baloncesto como Feria. La pena es que su circo escapara al gran público. Escuchar los nombres de Herman Knowings, Earl Manigault, Phil Sellers, Eric Cobb, Demetrius Mitchell, Ronnie Fields, Michael Wilson o Jackie Jackson invita mayoritariamente al silencio porque poco o nada se sabe de ellos. Cuando en realidad estamos hablando de los más grandes, los mejores, y rigurosamente hablando, no más de cinco NBA tendrían acceso a esa supuesta lista ideal.

De toda ella destacaría una figura, pionero de esa divina porción del juego que vive lejos del suelo: Jackie Jackson, una figura hoy en día de culto y tan injustamente olvidada como escasa documentación arrastró a la actualidad. Entre 1950 y 1970 dos escolares destacaron muy por encima del resto en el estado de Nueva York: uno, el Lew Alcindor de la Power Memorial y anteriormente, Jackie Jackson en la Boys High. Nacido en Carolina del Norte pero criado en Brooklyn, otro más, Jackson condujo a su equipo al título estatal a finales de los cincuenta antes de recalar en Virginia Union. Jugando de pívot con sus escasos 195 centímetros fue nombrado 'Freshman Player of the Year' por la Central Intercollegiate Athletic Association (la CIAA). Y es que en 1961 lideró la tabla de reboteadores en la NAIA con un increíble registro de 24.7 por partido, cuando aquel mismo año jugadores como Jerry Lucas, Nate Thurmond y Jeff Cohen, los mejores de todo el país en la disciplina, no habían logrado alcanzar la veintena en la poderosa NCAA. Saltando ciego a por el balón, que era como Jackie entendía el rebote, no había nadie como él. Su salto, se decía, era infinito y no le importaba en absoluto la caída: sólo el despegue y alcanzar el cielo cada vez. No en vano el periodista Bonsu Thompson lo definió como 'uno de los jugadores más temerarios de la historia'. La famosa proeza de la moneda en el canto superior del tablero no es obra de Manigault como a menudo se cree. The Goat heredó la apuesta de su maestro Jackson, al que se le atribuye, entre otras muchas hazañas, el mayor 'Long Jump Dunk' no registrado: dos o tres palmos por detrás de la línea de tiros libres con varios compañeros bajo el aro para proteger su reentrada a la atmósfera.

No pocos periodistas veteranos acentuaron sus proezas casi a hurtadillas pero quizá ninguno con tal énfasis y reiteración como el prestigioso Frank Deford, cuyas constantes reseñas en multitud de artículos venían a rendirle justo tributo. Destacamos la aparecida el 4 de mayo de 1987 en Sports Illustrated ('LAST ROUNDS FOR THE DOCTOR'), un monográfico dedicado a la despedida entonces de otro mito, Julius Erving: 'When Erving was a child on Long Island (Jackson era diez años mayor que Dr J y tres que Manigault), Jumpin Jackie Jackson was already a playground legend, able, the breathless tales went, to rocket so high that he could take a quarter off the top of the backboard and make a change on the way down'. Calculamos en su momento el vertical de Manigault en unos asombrosos 131 centímetros. Jackson, de inapreciable menor batida vertical que The Goat y superior a él en carrera, oscilaría seguramente entre los 122 y 130 centímetros de pies al aire. Curiosamente alguien le precedió en el sobrenombre: aunque en rigor fue Paul Arizin el padre de la suspensión formal, Joe Fulks fue apodado 'Jumpin' por arrojar sus lanzamientos con pequeños saltos que pasarían hoy por minúsculos. Es posible que a Jackson incluso aquel apodo le quedara pequeño y quizá ensayos futuros del tipo 'Helicopter' (Knowings) o 'The Elevator Man' (Cobb) hubiesen sido más apropiados.

Su trayectoria oficial la resumía a la perfección el periodista David Llorens (Mundo Deportivo) en un artículo homenaje a Jackson aparecido en 2002: 'Elegido por los Philadelphia Warriors de Chamberlain en el draft de 1962, nunca llegó a la NBA porque prefirió los Harlem Globetrotters. Cuando regresó a EE.UU. tras su primera gira fue reclutado por el ejército y el basket le salvó de ir a Vietnam. En su primer partido con el equipo de la Armada el entrenador no se decidió a sacarle hasta que perdían de 20. Los siguientes 25 puntos del partido los monopolizó él y ganaron de cinco. Vivió como mimado elemento propagandístico durante tres años hasta que en 1966 regresó a los Trotters, desestimando una oferta de los Bulls. En 1978, tras 15 años en el equipo, le jubilaron'. Unos párrafos atrás Llorens aseguraba que según Jackson, 'matadores como Vince Carter o el propio Jordan no le llegan a la suela del zapato y jura que desde que entró en la Universidad no hay un solo partido en el que no haya hecho al menos un mate'.

Los Globies nunca respondieron a las cinco posiciones clásicas del juego, y esta alegre anarquía alcanzó su cenit en su Edad de Oro, vertebrada en tres muy simples:

  • The Showmen: más atentos al público que a los propios aros, a los que daban permanentemente la espalda. Goose Tatum y Meadowlark Lemon ('The Clown Prince') eran los reyes.


  • The Floormen: los dueños del balón al que protegían del rival deslizándose libremente por el suelo. Marques Haynes y el loco de los tiros lejanos Curly Neal cumplían a la perfección ese rol.


  • The Cornermen: los encargados de culminar las acciones rápidas o de alto vuelo. Wilt Chamberlain y sobre todo Jackie Jackson fueron más contundentes que nadie.


  • El verano del 62 tuvo lugar en la Rucker uno de los mejores partidos que se recuerdan. El pasado año NBA.COM ponía a disposición de los aficionados a otro dios del asfalto, Connie Hawkins, presente y compañero de Jackson entonces. Respondiendo a las preguntas Hawkins no pudo evitar rescatar esta historia: 'El equipo donde yo jugaba era todo él de Brooklyn. Una vez jugamos por fin un partido contra Wilt Chamberlain'. Las tres figuras principales de aquel equipo, leyendas todas de la llamada 'Streetball Old School', eran además de Connie 'The Hawk' Hawkins, Ed 'Czar' Simmons y 'Jumpin' Jackie Jackson. Por el equipo de Wilt era difícil destacar a alguien que no fuera él, pero es de subrayar la presencia de Cal Ramsey y Tom Sanders. El partido, como toda final allí, se disputó a cara de perro. 'Wilt empezó a abusar pronto de suspensiones muy cortas y como siempre imposibles de taponar. Dejamos que se confiara e incluso provocar que el balón fuera a él de todas todas' por una razón. Jackson no era su marcador y como Wilt acostumbraba a lanzar sin prestar mucha atención a la posibilidad de ser taponado, el equipo de Hawkins recurrió a concentrar el balón en él para que en el momento de tirar, apareciese por su retaguardia el único jugador capaz de llegar allá arriba. 'Lo pusimos en práctica y ocurrió exactamente tal y como lo habíamos planeado. Fue una sola vez, sí, pero mereció la pena. En el momento de recibir Wilt trató otra vez de lanzar con toda la comodidad del mundo'. Pero Wilt no cayó en la cuenta de que Jackson, que se llegó a tomar la prueba como si fuese a batir el récord del mundo, tenía espacio suficiente para una brutal carrerilla de despegue. El timing, las ganas, el destino... coincidieron felizmente por un instante divino: la suspensión de Wilt dio con el balón en la parte más alta del tablero, donde las manos de Jackson, ambas, consiguieron atrapar salvajemente el balón. 'And the crowd went crazy'. Terminaba Hawkins recordando que la ira de Chamberlain tras la humillación y otros dos tapones más, provocó que tras un tiempo muerto el gigante consiguiera ejecutar doce mates consecutivos (se acabaron las suspensiones) y llevarse finalmente el partido.

    Pero en la calle, la importancia de la victoria siempre fue menor que los instantes divinos, los momentos legendarios que podían durar como aquel, un solo segundo. Bonsu Thompson no pudo olvidar la proeza de aquel instante en su breve reseña a Jackson en el especial de la SLAM del año pasado. Su comentario era desafiante pero cierto: ¿How many players do you know that have blocked Wilt Chamberlain? How 'bout more than once? How about more than once in one game? Jumpin' Jack did it all'.

    Se suele afirmar que algunos artistas se adelantan a su tiempo. Y suele hacerse cuando ya ha llegado ese momento. En el caso de Jumpin Jack, un genio del aire que tuvo el valor de presentir y afirmar lo nuevo antes que nadie, ese momento futuro aún no ha llegado.

    Gonzalo Vázquez
    ACB.COM