Redacción, 2 Jun. 2011.- ¡Grandísimos! ¡Inmensos! ¡Heroicos!! Se agotan los calificativos para definir la gesta del Bizkaia Bilbao Basket, nuevo finalista ACB tras superar por 8 puntos al Real Madrid en un partido apasionante, disputado, agónico.
El Real Madrid, consciente de estar con la soga al cuello, ofreció una versión mucho más sólida en la primera mitad, escapándose de inicio con un gran Tomic y llegando con ventaja al segundo cuarto (19-20). Ahí, el choque se trabó y se convirtió en una batalla de tiros libres, sin que ningún equipo fallase de la personal, que acabó favoreciendo a los visitantes, que pusieron una máxima (32-39, min.18) que el Bizkaia BB supo reducir antes del descanso: 38-41.
Los bilbaínos le dieron la vuelta al partido con un Mavroeidis que contagió a la grada con sus gestos (48-44, min.23) en un tercer cuarto loco lleno de parciales que acabó mandando el cuadro de Molin, otra vez por la mínima: 54-55. El Real Madrid pareció escaparse en dos ocasiones en el periodo final (56-62 y 66-70), aunque un par de triples a tiempo y la magia de Aaron Jackson culminaron la remontada de los hombres de negro, que con un parcial de 14-2 final abrazaron el partido y la gran final de la liga, que se han ganado con creces por su valentía y falta de complejos. Desde hoy son historia de la ACB.
¡Balones a Tomic!
Cuando más aprieta la presión, cuando los nervios más te hacen sufrir y las críticas tienen más voz, quedan dos alternativas. O el hundimiento total o apelar al orgullo. El Real Madrid, en Bilbao, eligió la segunda ruta, con una puesta en escena mucho más digna y seria que la de los dos partidos anteriores.
La consigna era clara. ¡Balones a Tomic! Una y otra vez, el croata ejercía de pilar del esquema ofensivo blanco, con la zona echando chispas por la lucha entre pívots y Ante creciéndose en ataque y en defensa. Siete puntos consecutivos suyos, con adicionales y reversos por el camino, hicieron despegar a un Real Madrid (2-9, min.3) que exhibía por momentos su mejor defensa en toda la serie.
El Bizkaia BB no se inquietó por su mal inicio y apostó por hacerse fuerte atrás y esperar un poco más de acierto de cara al aro. Aaron Jackson lideró el primer arreón local, con un triple que encendió las gradas. Más tarde, con otro enceste, completaba un 11-4 de parcial para los suyos e igualaba el partido a 13 (min.7).
El eléctrico base de Connecticut volvía a sentirse imparable y jugaba con el partido como si del balón se tratase. Un poco más de velocidad, un poco más de chispa, una asistencia a Hervelle y los de negro tomaban ventaja, que creció hasta los 3 puntos tras un par de tiros libres de Vasileiadis. El Real Madrid, que prácticamente había cumplido punto por punto el guion deseado de inicio, se sentía impotente por ver cómo su oponente, mucho menos inspirado que en las dos citas anteriores, le había remontado casi sin despeinarse. Finalmente, otra canasta de Tomic, omnipresente, y una bomba final de Sergio Rodríguez sobre la bocina, permitían que los visitantes acabasen el primer acto por encima: 19-20. Consuelo mínimo.
La guerra de los tiros libres
El segundo cuarto nació mentiroso, creció eterno y murió emocionante, como si después de condicionarlo, no quisiera afectar más al rumbo del partido. Vasileiadis encendía a Miribilla con una entrada imposible, que derivó en 2+1 y pronto Llull le replicaba desde el 6,75 (24-25, min.13).
Sin perder el ritmo vertiginoso, Banic y Sergio Rodríguez, el canario con dos canastas consecutivas, rivalizaban acerca de cuál era más importante para su equipo, en un choque cuya dinámica parecía inevitable. Igualdad, igualdad y más igualdad, con ambos contendientes moviéndose por una diferencia que jamás superó los 2 puntos durante muchos minutos.
El choque se trababa, con posesiones largas, mucha lucha en cada centímetro del parqué y una lluvia de faltas personales que derivó en otra guerra, la de los tiros libres. Nadie fallaba. ¡Nadie! Concentración sin mesura hasta el punto de que, de los 25 primeros tiros libres tirados se anotaron ¡25! En plena guerra desde la personal, la línea marcaría las diferencias. El primer fallo en el choque derivó en palmeo de Llull. Jugada de tres puntos. En la siguiente jugada, un par de errores de Hervelle rompían la racha, lo que aprovechaba Prigioni para recuperar la máxima en el luminoso: 32-39 (min.19). Sin embargo, el Bizkaia Bilbao Basket volvió a esprintar antes de irse a vestuarios y, con un 6-0 forjado, cómo no, desde la línea de tiros libres, se reenganchó al partido, que prometía arder tras el descanso: 38-41.
De rachas y simbolismos
Al Bizkaia BB no le costó ni tres minutos remontar, con un 6-2 de inicio culminado por un tiro a media distancia de Hervelle: 44-43. Los de la capital habían dejado vivo a su rival en la primera mitad y cuando el ogro despierta, el infierno ruge. Miribilla, vestido de gala, creyó más que nunca en el 3-1 de la mano de Mavroeidis. El griego, que algún día entrará en la RAE como cuarta acepción de sobriedad jamás se complica y lo hace todo tan sencillo -, puso al rojo a vivo a su afición con los dos tipos de argumentos que más pesan en el baloncesto: hechos y simbolismos.
El hecho, un heroico palmeo a tabla para darle la máxima a su conjunto (48-44, m.24). El simbolismo, sus brazos al aire y su grito de rabia tras la pérdida del Real Madrid a la jugada siguiente. Miribilla en pie. Miribilla creyendo. Miribilla soñando. Los de Molin estaban ante su mayor reto del encuentro y el menor error suponía el abismo. Dor Fischer captó el mensaje y, con dos canastas seguidas, la última en alley oop, su equipo seguía respirando. A continuación empataba Llull y, en la jugada siguiente, el desaparecido Tucker completaba el 0-7 de parcial con un triple: 50-53 (min.28).
Los de casa pusieron fin a su bache con cuatro puntos seguidos, si bien el mate final de Dor Fisher hacía que el cuadro visitante llegase al cuarto final con una ventaja mínima: 54-55. Todo por decidir.
Aaron Jackson desata la locura
El pabellón era una caldera y el Real Madrid intentó escaparse para evitar un final a cara o cruz, poniendo una marcha más que su rival para adueñarse del partido. Un triple de Suárez, un canastón de Fischer y un contraataque de Llull establecían una renta de 6 puntos (56-62) que, a esaas alturas del partido, parecía un mundo imposible de franquear. Craso error. Los bilbaínos, con sendos triples de Mumbrú y Blums igualaron en minuto y medio (64-64), con el letón jaleando con sus brazos a unas gradas que no necesitaban carburante para arder.
El Real Madrid volvió a acordarse de su juego interior cuando el balón más quemaba (64-68, min.35) pero, una vez más, un palmeo con el mismísimo corazón de Mumbrú y un veloz contraataque de Jackson ponían las tablas: 70-70 (min.38). Tenía que ser, Aaron. El más rápido de la clase. El valiente, el orgulloso, el del factor diferencial, el malabarista que sueña y hace soñar. Él rompió el partido. Él rompió la serie. Jackson forzó dos tiros libres con una penetración a la desesperada. Los anotó. A la siguiente jugada, capturaba un rebote que le daría a Banic, con suspense, la opción de alejar más a su equipo (74-70) tras un parcial de 8-0.
Tomic le daba emoción al final desde la línea de personal pero el choque, el cruce, estaba teñido de negro desde el mismo momento en el que el Bizkaia BB dio un golpe en la mesa en el segundo partido de la Caja Mágica. Hervelle dio el impulso entonces y el propio Axel lo certificó esta noche. ¿Cuántos segundos estuvo en el aire? ¿Cómo logró esa canasta a aro pasado tan imposible? Las respuestas sobran cuando el éxtasis se apodera de ti. Y Miribilla, tras ese 76-72 con 27 segundos por jugar, ya vivía una de las locuras colectivas mayores que la ACB ha visto en tiempo reciente. Tucker no cambió la historia con un triple a la desesperada y Jackson completó su cuarto decisivo cerrando el partido desde la personal, con cuatro tiros libres que bien valen una final (80-72) y, a él, un hueco en la historia del club.
¡Finalista Bilbao Basket! El sexto en la regular, tras cargarse a Power Electronics Valencia y Real Madrid a base de épica y trabajo bien hecho, mira desde ya a los ojos de su rival en la finalísima ACB, Regal Barça, consciente de que, gane o pierda, un sueño tan bonito jamás tendrá un mal final. Siete años después de colarse en la élite, la élite es ahora la que le rinde respeto a un equipo cuyo mayor pecado fue atreverse a imaginar y a creer. Bendito defecto el de la utopía.
En Bilbao podrá hacer sol pero, desde esta noche, el cielo siempre será un poquito más negro gracias al Bizkaia BB. La historia ya le conoce. El baloncesto ya le venera.