Por Jorge Muñoa. Madrid, 4 oct. 2003 (EFE).- Real Madrid y DKV Joventut abrieron la temporada en casa de los madridistas con un clásico marcado por el talante ofensivo, la debilidad defensiva y la expectación por ver la nueva apuesta blanca y el regreso a los banquillos de Aíto, la primera víctima del renovado espíritu madridista, chispa de la reacción que dejó el triunfo en casa en una espectacular remontada final.
La Liga no podía empezar en el Raimundo Saporta con mejores noticias que la presencia del benjamín de la competición, Rudy Fernández, en el quinteto inicial del equipo verdinegro, al que su prometedora muñeca colocó, primero, en un madrugador 2-7 firmado desde el arco de triples y, muy poco después, en el 7-15 que forzó el primer tiempo muerto del cuadro local sin que se hubiese consumido siquiera la mitad del primer cuarto.
La solidez de los catalanes forzó la inmediata salida a pista del germano-croata Mario Stojic en el puesto de Alex Mumbrú. Al Madrid le hacía falta mayor presencia en la retaguardia, pero su verdadero problema no partía del perímetro, al menos en un principio, sino de la zona, donde el estadounidense Jamie Arnold rebasaba sin mayores dificultades a Antonio Bueno (12-12 m.6).
En unos segundos la periferia también empezó a darle problemas a los blancos y, además, por el trabajo de un ex compañero, el francés Alain Digbeu, que sumó otros nueve puntos pese a la presión de una grada hostil (16-26 m.7). La resistencia local obedecía a dos hombres, el letón Kaspars Kambala y el capitán, Alberto Herreros, que a falta de dos minutos y medio para el final del cuarto inicial superó los nueve mil puntos en la Liga con dos tiros libres.
En realidad, la situación, ya bien entrado el segundo periodo, era propicia para los tiradores y para cualquiera que quisiese hacer puntos porque las defensas, a ambos lados del campo, permitían casi de todo.
Las complicaciones, sin embargo, sólo correspondían al Madrid por una sencilla razón, relacionada con la claridad de ideas y con las acciones de un estadounidense: Arnold, que puede ser la revelación de la temporada. Magníficos movimientos, concepto global del juego, intensidad, físico y capacidad técnica a raudales en el americano, que llegó a la mitad del segundo cuarto a punto por minuto (36-43; quince en su cuenta).
Pero el DKV Joventut tampoco ha alcanzado la madurez que aporta la competición y las idas y venidas en el marcador animaban un choque abierto, perfecto para ver a los hombres con ganas de jugar y divertir y el Madrid, que busca afecto en el público, jugaba tan animado como el DKV Joventut, como prueba el abultado 49-53 del intermedio, una cuenta conjunta por encima del centenar, o sea, una muestra de la permisividad defensiva imperante que propiciaba la continúa fluctuación del resultado.
Los verdinegros contaban en medio de la carrera anotadora con una gran ventaja: la continuidad de Arnold, que las metía de todos los colores y que, incluso, colaboraba en el rebote. Por eso, el partido avanzaba de la mano del DKV Joventut y el Madrid, cuando quiso darse cuenta, empezó a sentirse presionado.
De pronto, lo que parecía un encuentro sin rigor defensivo comenzó a teñirse de paseo visitante y lo que sonaba a fiesta de la grada en rumor de desencanto (58-73 m.28). El conjunto de Aíto, al cabo del tiempo, jugaba y dominaba a placer en una cancha sensibilizada con los suyos por el recuerdo de la pasada temporada, ansiosa de éxito.
La esperanza del graderío tembló al comienzo del último cuarto con la señalización de una falta de tres tiros sobre Digbeu y una técnica al norteamericanno Elmer Bennett por protestar esa decisión. El francés metió sus libres, Carles Marco el suyo y, a continuación, Digbeu repitió con un triple que daba alas al Joventut (67-84).
Pero el Madrid ha cambiado, ahora no se rinde. Un parcial de 17-3 paralizó la marcha triunfal de los chicos de Aíto al paso impuesto por Herreros y el inconformismo de su equipo (84-87 m.38). La angustia cambió de acera, el acierto también y el último minuto arrancó con 88-89. El DKV Joventut había firmado su sentencia, rubricada por el ´hombre-franquicia´ que pretenden los madrileños, Bennett, y consumada en un tiro libre fallado por Marco con una falta de Fotsis con el reloj a cero, pero construida en el orgullo, la casta y la incombustible calidad de Herreros
Arbitros: De la Maza, Hierrezuelo y Conde. Excluyeron por personales a Fotsis (m.40). Señalaron técnica a Bennett (m.32)
Incidencias: encuentro correspondiente a la primera jornada de la ACB 2003-04 disputado en el Pabellón Raimundo Saporta ante unos 5.000 espectadores. Alberto Herreros superó los nueve mil puntos anotados en la ACB a falta de dos minutos y medio para el final del primer cuarto después de anotar dos tiros libres