Madrid, 29 Oct. 2016 (EFE).- El Real Madrid, que jugará su cuarto partido en ocho días, confía en que su pista siga siendo terreno vedado para el Tecnyconta Zaragoza, que perdió en las diez ocasiones anteriores en las que se enfrentaron con los madridistas en la capital de España.
El cansancio y los pequeños golpes son una de las grandes preocupaciones de Pablo Laso en el partido contra el equipo zaragozano, que se presenta con poco que perder y mucho que ganar, según ha declarado su técnico Andreu Casadevall.
El Real Madrid continua sin hacer cambios en su plantilla de cara a la competición doméstica por lo que el estadounidense Trey Thompkins, que tampoco jugó en Milán, no podrá jugar. Laso tendrá que hacer otro descarte, que hasta ahora ha recaído en la persona de Álex Suárez.
Tras la derrota, el pasado martes, en Euroliga ante el Baskonia, el Madrid ha sabido reaccionar pero ha sufrido en sus propias carnes lo que puede ocurrir en el caso de no estar centrado en el juego.
Con tanto viaje, tanto partido y tanto esfuerzo, los jugadores tienden a intentar administrar el fondo físico, lo que puede conllevar tropezones no previstos de antemano.
La cada vez mayor adaptación de los nuevos, de Anthony Randolph y de Othello Hunter, comienza a ser un seguro, sobre todo bajo los aros, de un Real Madrid que es líder invicto de la competición y que aspira a mantener esa condición.
Los maños han demostrado estar fuertes lejos de su feudo, perdiendo por escaso margen (87-84) en Sevilla ante el Real Betis Energía Plus y ganando en Málaga al Unicaja por 71-80.
En Madrid y sin presión, el Tecnyconta Zaragoza puede ser un rival de cuidado, sobre todo si los jugadores madridistas salen sin la mentalización necesaria y con una defensa poco operativa.
Confiar sólo en su poder de anotación es un arma de doble filo para un Real Madrid que tendrá que convivir durante todo el año con el cansancio y que tendrá que gestionar sus fuerzas pero sin poner en peligro victorias. Sobre todo cuando juegue como local.