Vitoria-Gasteiz, 8 Feb. 2013.- Después de 16 eliminatorias de cuartos, 9 en Playoff y 7 en Copa, el Herbalife Gran Canaria consiguió pasar a semifinales al vencer por 74-62 al Uxue Bilbao Basket en un encuentro que ya es historia para el club insular.
Una actuación colosal de Xavi Rey (22 puntos, 8 rebotes, 4 tapones y 27 de valoración) fue determinante para que el Herbalife Gran Canaria rompiese su maleficio y entrase por la puerta grande en semifinales, donde se medirá al Valencia Basket.
Un primer cuarto trepidante dio, desde muy pronto, la iniciativa a los hombres de Pedro Martínez, aunque Vasileiadis y Mumbrú redujeron diferencias al término del primer cuarto (21-19). En el segundo, el Herbalife GC amagó con romper tras un 9-0 (30-20, m.24) pero 8 puntos seguidos de un brillante Hamilton nivelaron la balanza al descanso: 38-34.
Tras el descanso, la locura para los insulares, con la mejor versión de Xavi Rey para alejar nuevamente al Herbalife Gran Canaria (55-44, m.28) tras otro 11-2 de parcial. El Uxue BB llegó con vida al último periodo (55-49) pero los puntos de Nelson y un 2+1 de Scheyer sentenciaron el partido y la eliminatoria. Fue entonces cuando los abrazos y las lágrimas se desataron en una afición que obligó a los suyos a salir otra vez a pista para celebrar otra vez su gesto.
Un inicio trepidante
Hay trenes que se cruzan solo una vez en la vida. Otros, en cambio, pasan 17 veces. Algo de mérito habrá que tener para conseguir tantas oportunidades. El Herbalife Gran Canaria viajó a Vitoria-Gasteiz con una consigna clara. Esta vez, sí. Quizá fue también el lema de las últimas 10 o 15 eliminatorias de cuartos, ya fuese en Playoff -9 eliminatorias de cuartos, 9 derrotas- o Copa -7 de 7. Y qué más daba. Ese lema era real, al menos durante 40 minutos y los de Pedro Martínez lucharían hasta la extenuación hasta lograr convertir la promesa en un sello para semifinales.
Enfrente estaba un Uxue Bilbao Basket que tardó mucho menos en derribar la frontera de los cuartos. Un solo año. Pero los de Katsikaris también entienden de maldiciones. Apeados las anteriores dos veces a las primeras de cambio y contra el rival al que jamás (9-0) ganaron en el CID. Y este viernes, el Buesa Arena tenía algo de Centro Insular.
Alentados por un ambiente favorable, el trío formado por Newley, Rey y Bellas salió sin complejos, cada cual en su papel. Newley ponía una marcha extra para lanzar el contraataque y acertaba desde el exterior (10-5, m.4), Bellas dirigía una circulación de balón perfecta y Rey, sin hacer ruido, hacía estragos en la zona rival. El partido por minutos era trepidante, sin tregua. Y para eso hacen falta dos. Entre Vasileadis y Mumbrú frenaron el temporal surgido tras un minuto mágico de Bellas, con 7 puntos seguidos generados en sus manos, aunque en el comienzo de la rotación, los relevos del Uxue BB salieron con más energía que los de su rival.
Una canasta de Zisis calmaba finalmente el ardiente inicio amarillo (16-15, m.8), con los minutos finales del primer periodo convertido en un intercambio de golpes que no varió el escenario, con Toolson (0/4 en triples) desaprovechando la opción de abrir brecha en el cuarto: 21-19. No tardaría en ocurrir.
Golpea Rey, responde Hamilton
Mismo parqué, mismos testigos. Y casi, casi la misma historia. Si un par de horas antes era Faverani el que se quitaba la espina de los malos tragos de las lesiones de esta temporada, ahora le tocaba a Xavi Rey brindar con canastas por cada uno de las semanas grises que le dieron el infortunio y su lesión en el hombro derecho.
Llegamos mejor que nunca, exclamaba el pívot antes de la Copa. ¿Y tú, Xavi? Porque no parecía lejos de su versión más salvaje ese hombre que con el 14 a la espalda martilleaba una y otra vez el aro del Uxue. Un mate, una canasta sencilla, una intimidación a Hamilton suficiente para recuperar la bola y un triple de Beirán encendían las alarmas del cuadro vasco. Más tarde, otra canasta de Javier sobre la bocina establecía la máxima: 30-20 (m.14). El madrileño levantaba el brazo, miraba a los suyos y les hacía creer que, por una vez, el sueño era posible.
Los hombres de negro no entienden de anhelos ajenos. Y menos aún Lamont Hamilton de precedentes o maldiciones. ¿Cómo pudo hacer tan poco ruido su fichaje en verano? ¿Cómo se puede crecer tanto cuando el balón más quema? En el peor momento de su equipo, la mejor versión del neoyorquino emergió de la nada. Un 2+1 y un mate con su sello encendieron el motor de su equipo.
La defensa del Uxue se multiplicó, Raül López le dio velocidad al partido y el que más cómodo se sintió en esa nueva fase fue Hamilton, que con su segundo mate consecutivo levantó a su afición y a su propio equipo (30-26, m.16). Aún consiguió otro enceste para alcanzar los 8 puntos consecutivos antes de que se repitiera el desenlace del periodo anterior. Golpe a golpe. Nelson y su primer acierto triple- , Vasileadis y su omnipresencia en el ataque bilbaíno. Un intercambio que casi beneficia al Uxue BB, que pudo ponerse por delante si el triple de Raül hubiera entrado. No lo hizo y la canasta postrera de Nelson puso un 38-34 a la hora de enfilar los vestuarios.
Ejercer de favorito
Resultaba curioso. Normalmente, en el tema de los pronósticos, los equipos se afanan por quitarse cualquier presión. En esta serie, demasiado espíritu ganador, la batalla era por ver quién era más favorito. Yo creo que lo somos nosotros, afirmaba Vasileaidis. Este año venimos como más favoritos que nunca, replicaba Beirán, aludiendo a la condición, por primera vez en su historia, de cabeza de serie.
Como si quisieran darle valor a esa frase, el Herbalife Gran Canaria salió dipuesto a recuperar del todo el mando del partido en el tercer periodo. El Uxue Bilbao Basket metió miedo con dos triples de Vasileiadis y Pilepic que ponían el partido en un puño (44-42, m.24), aunque pronto dos factores propiciaron el despegue de los de Pedro Martínez. Uno, el dominio en el rebote, que iba a más a medida que avanzaba el partido.
El otro tiene apellido de Copa. Como pasara antes con Hamilton, un mate de Rey impulsó al Herbalife Gran Canaria. Otra canasta del pívot antes de irse al banquillo ovacionado por el pabellón, un triple de Scheyer y dos tiros libres de un Beirán vital en ambos lados de la pista pusieron la máxima (55-44, m.28) tras un 11-2 de parcial. ¿Sería ese el tren definitivo a semifinales? Cinco tiros libres seguidos convertidos entre Álex Mumbrú y Raül López parecían decir lo contrario. 55-49 y un mundo por jugar aún.
Celebrar y recordar
Los aficionados al Granca han tenido desde aquellos cuartos de Copa perdidos en el año 2000 contra Caja San Fernando para pensar su guion soñado. Tal vez, con más margen, desde la primera derrota en Playoff, meses después, frente al Real Madrid. O después de cada una de las 14 siguientes veces hincó la rodilla en cuartos. Lo que es improbable, he aquí la osadía, es afirmar que hubieran imaginado un final más bonito para ellos que este.
En la primera jugada del cuarto más importante de su carrera, Xavi Rey cogió un rechace del aro para colgarse en él sin preguntar. A la siguiente, volvía a recuperar la decena para su equipo con un alley-oop. Nelson arañaría otro puntito más tarde para volver a la máxima (64-53, m.34) antes de que Vasileiadis respondiera con un triple que animó a la marea negra, fiel sin condiciones. Pero el partido era del Herbalife. Y la eliminatoria, y las semis, y la puñetera historia. Todos lo supieron, desde Pedro Martínez al último de los aficionados que hicieron un gran esfuerzo económico para volar a la península, en el momento en el que Rey palmeó en la jugada siguiente para darle el golpe de gracia al Uxue Bilbao Basket, con el banquillo amarillo puesto en pie.
Tocaba disfrutar, celebrar y recordar. La mala suerte, los finales igualados perdidos. Desde aquellos tiros libres de Savané con el tiempo a cero, jamás el Herbalife GC había rozado tanto pasar de ronda. Los puntos de Nelson irían dedicados al propio Sitapha, que tanto lo intentó y que se acercó a ver al equipo de su vida. O a Stewart, Morton, Burditt, Scheffler, Klein, Norris, Moran. O a Vandiver. O a Gonzalo Martínez. O a cada locura del CID, o a cada lágrima derrotada en las decepciones de antaño. Ellas también construyeron esto.
Cuando Scheyer convirtió el 2+1 que acababa con el partido, Beirán se fue al centro de la pista, aplaudiendo, sin saber bien a donde mirar o qué hacer, rodeado de pura euforia, de éxtasis amarillo al calor del Pío Pío. Guerra, en el banquillo, con cuatro eliminaciones coperas a sus espaldas, valoraba entre abrazos una gesta que costó 13 años. También lo hacía Pedro Martínez. El propio Beirán, inmenso, puso con un triple final un 74-62 histórico, una patada al telón de acero de cuartos, a maleficios y gafes varios.
Un pasaporte a semifinales celebrado como un título, con lágrimas, abrazos y afónica euforia. Un "hasta mañana" cantado en la grada amarilla, una mirada atrás para recordar y valorar el hoy. Una película de baloncesto, una verdad celebrada. El final a un sueño que marca el comienzo de otro. Se juega este mismo sábado. Al gran Paco Rengel le hubiera encantado narrar este trocito de historia.