Crónica

Oleson responde con hielo al ardiente Bizkaia BB (88-93)

El Caja Laboral batió el récord de triples de la Supercopa Endesa y, con un Oleson estelar (23 puntos), superó a un Bizkaia Bilbao Basket que casi remonta tras ir 24 abajo, pero que cedió finalmente por 88-93

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Redacción, 30 Sep. 2011.- El Caja Laboral arranca su nuevo proyecto con un trabajado triunfo (88-93) frente a un Bizkaia Bilbao Basket que tiró de fe para ponérselo difícil a su rival hasta el último segundo.

Con un Brad Oleson supremo que rompió todos sus topes como baskonista, el Caja Laboral salió lanzado, en un auténtico festival ofensivo que les permitía volar sobre su rival en el primer periodo a base de triples y de superioridad en la zona, a lo que ayudó el prometedor Seraphin (18-32).

Los vitorianos anotaron 14 de sus primeros 18 tiros, llegaron a doblar a su rival con un escandaloso (20-40) y sobrevivieron al primer amague de reacción local para llegar al descanso con un cómodo 37-53 a su favor.

Un 0-8 inicial de la mano de Heurtel parecía sentenciar el partido, pero justo ahí, el Bizkaia Bilbao Basket tiró de corazón y orgullo para recuperar sus opciones. Los locales encendieron al pabellón con un 14-2 de parcial y pese a la frialdad de un Oleson impecable, rebajaron su desventaja de diez en el último periodo (60-69).

Mumbrú y D'or Fisher hacían lo más difícil e incluso Grimau, con dos canastas consecutivas, planteó seriamente el imposible de la remontada (79-82) ya en el último minuto, pero San Emeterio y Pau Ribas sellaron con frialdad el billete a la final de la Supercopa de su conjunto sentenciando desde la línea personal: 88-93.

Oleson lidera la perfección



Como si el tiempo se hubiera detenido allá cuando se apagaron las luces una noche de primavera. Como si ese 14 de junio, el Efecto Miribilla hubiese conseguido congelarlo todo para volver a la vida para abrir la temporada. Como si el ambiente mágico que la penumbra presagiaba en la mítica Final ACB del Bizkaia BB perdurase, la temporada se abrió de forma oficial donde murió la anterior. Y Miribilla se vistió de gala para la ocasión, con una gran presión que prometía ponérselo difícil al Caja Laboral.

Pau Ribas, por la mañana, desafiaba el Efecto Miribilla. Debió convencer a sus compañeros, que salieron a jugar como si el viento del Buesa Arena les empujase a volar. Bjelica se jugaba las primeras posesiones con acierto y un triple de Oleson anunciaba que la mejor versión de Brad como baskonista estaba por llegar (2-7, m.3).

Blums replicaba desde el 6,75 con una canasta con aroma a sus machadas en el Eurobasket, pero el rey del partido vestía de fucsia. Sin inmutarse, con la frialdad que solo tiene el que nace en Alaska y con una serie de tiro impecable que desquició al Bizkaia Bilbao Basket. Un tiro, dos, tres. Partido por las nubes.

En menos de 7 minutos, Oleson encadenaba tres triples y una canasta en la que pisó la línea. 11 puntos sin fallo que disparaban en el luminoso a un Caja Laboral (10-22, m.7) que no podía dejar de volar. Para colmo, desde el banquillo entraba Seraphin con ganas de guerra. Un alley oop por aquí, un 2+1 con mate, un reverso tras bailar en la zona, un tapón. Y lo que le diera la gana al francés, que culminaba la orgía ofensiva baskonista dejando el marcador en 18-32 en el primer periodo. ¿De verdad era su debut? Maldita leyenda urbana la de la adaptación. Bendito baloncesto el del Caja Laboral.

Reacción y réplica

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El rodillo baskonista no se detuvo en el segundo periodo. Los vitorianos, muy enchufados, encandilaban en ataque con una carta de tiro excelsa y apretaban en defensa para desquiciar a un Bizkaia Bilbao Basket muy perdido en ambos lados de la pista. Un triple de Ribas aumentaba diferencias para los de Ivanovic, que llegaron a doblar a su oponente (20-40) antes del ecuador del segundo cuarto. Y es que anotando 14 de tus 18 primeros tiros a canasta se le gana hasta un Dream Team de Marte.

Para colmo, Dorsey amenazaba con añadir músculo y fuerza para terminar de dinamitar el partido, mas cuando el choque empezaba a entrar en una fase fría, con el parcial muy encarrilado para los visitantes, Marko Banic decidió que para morir, siempre hay que hacerlo de pie. El croata celebró un canastón como si fuese la de la remontada. Era solo el 26-42 pero sus gestos a la grada, cargados de orgullo y rabia, hacían presagiar el cambio. Y lo hubo, vaya si lo hubo.

Banic, sinónimo de fe, robaba, se la daba a Aaron en el contraataque y este asistía de espaldas para que otra vez Marko anotase de forma agónica, cayendo al suelo y recibiendo personal. 2+1. Estallaba Miribilla, que empezó a creer seriamente en la remontada cuando en la jugada siguiente D’or Fisher confirmaba el 9-0 de parcial tras una asistencia mágica de Vasileiadis: 31-42 (m.17).

El Bilbao Arena se convertía en caldera y un infierno solo se apaga con hielo, el del gélido e infalible Oleson, que seguía echándole un pulso a la lógica con su enésima canasta sin fallo, otro triple (31-45). Otra canasta de Brad alejaba aún más a los vitorianos antes de los explosivos últimos 15 segundos, con tres triples. San M abría brecha, Fisher aumentaba la esperanza de remontada a falta de tres segundos pero, sobre la bocina, Nemanja Bjelica le echaba unos cubitos de hielo a la caldera bilbaína: 37-53. Este Baskonia iba muy en serio.

Del show al letargo

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Thomas Heurtel salió con ganas. Cara de tímido, de niño bueno, pero una calidad que regalará muchas alegrías durante los próximos años en Vitoria. Pícaro y callado, un triple suyo dejaba helada la grada. En la jugada siguiente robó, corrió el contraataque, se levantó sin pensárselo y lanzó. Otra canasta. 0-8, el partido hecho trizas (37-61, mn.23) y para casa.

O eso pensó un Caja Laboral que desconectó antes de tiempo. Al principio no importó, porque el Bizkaia Bilbao Basket estaba negado en ataque, aunque a poco que el cuadro de casa despertó, el letargo baskonista se hacía más y más peligroso. D’ or Fisher sacaba su rabia con un gran tapón a un Heurtel que ya se creía capaz de todo, y el gesto contagió a un equipo que recuperó por momentos el alma. Banic, incombustible, ponía la guinda a un 8-0 de parcial y Mumbrú, tras robo de Marko, dejaba a su equipo a 12 de diferencia (51-63, m.29) tras un 14-2 de parcial). Vaya, a golpe de piedra viendo la situación de crisis de solo cuatro minutos antes.

Alarma, alarma. Tiempo de aparecer. En el cerebro de Oleson hay un reloj que sonaba puntual en sus días del Fuenlabrada, del Rosalía, y que se esperó durante mucho tiempo en Vitoria. En la Supercopa Endesa, volvió a sonar. El americano iba sobrado y hasta ponía tapones, como el que le colocó a Vasilieadis segundos después de desquiciar a toda una grada con su canasta de tres, que dejaba el parcial muy favorable para los vitorianos justo antes del último cuarto: 54-69. Pero algo había cambiado.

Sufriendo hasta el último segundo

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“Oye, que hay partido”, parecía gritar D’or Fisher para abrir el periodo final. Aaron Jackson se apuntaba a su acto de fe y el choque, con guión de color de rosa para los baskonistas, encontraba por fin alguna espina: 58-69 (m.32). Y la espina pinchaba, tanto como el extramotivado Mumbrú, que celebraba cada acción como canastas finales.

Grito de rabia, golpe en el pecho y salto para chocarse en las alturas con D’or Fisher, que transformó su pase en mate (60-69, m.33). La locura. Seraphin aplacaba la euforia por instantes aunque segundos después Aaron Jackson le mandaba un mensaje a su oponente: “No respiraréis hasta el bocinazo final”.

Y no respiraron los de Ivanovic, leones antes del descanso que veían como las hormiguitas negras conquistaban su jungla. Porque el Bilbao Basket, todo corazón y perdida en el tercer cuarto la guerra, empezó a plantear pequeñas batallas, pequeñas recompensas para alimentar su ilusión. Las ganó una a una y, mordisco a mordisco, la machada quedó cerca.

Ni la frialdad de un Oleson que pulverizaba todos sus topes ni el triple de un San Emeterio que rompía el récord de triples en la historia de la Supercopa. Nada contenía el ímpetu de los bilbaínos, que volvieron a creer tras un mate de D’or Fisher y dos chispazos de Grimau que ponían a los bilbaínos a un triple de distancia: 79-82.

Demasiado tarde. El Caja Laboral no iba a permitir que se le escapara en el último minuto lo que cosechó durante 25 minutos excelsos y entre San Emeterio, contagiado de la frialdad de Brad y Pau Ribas, con 6 puntos finales, sentenciaron a un bravo Bizkaia BB y le dieron la oportunidad al Caja Laboral de luchar por su primer título en la temporada. 88-93. Ya espera rival.