Vitoria-Gasteiz, 7 Feb. 2013.- Y van doce. El Caja Laboral cumplió su tradición de cuartos y pasó a semifinales por duodécima vez consecutiva tras vencer por 80-63 a un CAI Zaragoza que, pese a la diferencia final, planteó un órdago a lo grande durante los dos primeros periodos de la mano de un Aguilar heroico.
El cuadro zaragozano, mucho más sólido en la primera mitad, se encontró muy cómodo desde el triple y se despegó gracias a los puntos de Rudez, Norel y Aguilar (13-19, m.6), aunque la clase de Nemanja Bjelica y Nocioni impidieron que su rival se escapase en el primer periodo (23-24, m.10). Los baskonistas, con un acertado Lampe, intentaron escaparse en el segundo acto pero los puntos de Aguilar y la lucha de Jones mantuvieron la ventaja mañana hasta el descanso (40-41).
En el tercer cuarto, Heurtel prendió la mecha, Caseur y Nocioni echaron más gasolina y el Caja Laboral acabó por romper el partido con un 19-2 de parcial (59-43, m.26) que acabó con toda la emoción hasta el bocinazo final, para alegría de un Buesa Arena que convirtió en una fiesta los últimos minutos hasta el definitivo 88-64.
Triunvirato para un sueño
Pienso que somos mejores que el Caja Laboral. Las palabras más comentadas de toda la previa fueron suyas. Henk Norel mandaba un aviso 24 horas antes de que el balón echase a volar. Su CAI, su ciudad y su afición llevaban mucho tiempo anhelando una Copa del Rey como para acudir de fiesta por su mera presencia en el torneo.
Como si con cada balón que tocaran, los jugadores maños exclamaran, a esa cúpula del Buesa Arena, el cielo baskonista, que eran mejores y que ganarían el partido. Órdago a lo grande con tres nombres propios: Rudez, Norel y Aguilar. Triunvirato para un sueño. Dos puntos para cada uno y 0-6 de inicio. Pronto, Lampe despertaba a los suyos del letargo inicial (8-8, m.4) pero el CAI Zaragoza estaba inspirado en el triple y el primer cuarto parecía suyo (10-16, m.6).
Más aún cuando Aguilar volvía a encestar desde el 6,75 y volvía sonriendo a defender -con esa cara mitad qué bueno soy mitad ¿cómo he metido esa?- con el 13-19 campeando ya en el luminoso. Pero el rival era el Caja Laboral. El de los récords de Tabak, el clásico copero. El anfitrión. Y el de jugadores como Nocioni o Nemanja, capaces de tirar, con un 2+1 del argentino y un triple del balcánico, todo el trabajo zaragozano hasta el momento (19-19, m.22).
Un triple de Van Rossom acabó con la dictadura del triunvirato, aunque Causeur, tras dos tiros libres, le daba la primera ventaja a los baskonistas en todo el choque (23-22, m.9) justo antes de que Joseph Jones, con un tiro sobre la bocina (23-24), compensara la valiente apuesta zaragozana en el primer periodo.
Lampe contiene la explosión de Aguilar
El mejor elogio que se le puede hacer al Caja Laboral es que no jugó bien en el primer cuarto. Y es elogio porque consiguió, a base de chispazos y arreones, igualar la regularidad zaragozana y acabar muy vivo tras un inicio muy lejano a su techo. Y qué importaba. Cuando Nemanja Bjelica se colgó del aro, segundos después de un triple con su propia firma, y el Caja Laboral se ponía con un 28-24 favorable, ya pocos se acordaban de la forma de arrancar.
Heurtel, que peleaba cada balón, trasmitió su hambre a sus compañeros, aunque enfrente estaba la versión más madura y decisiva de un Pablo Aguilar que se prometió explotar del todo esta temporada. Lesiones a un lado, esta es la línea. El paso al frente necesario. La esperanza. Una bella penetración en la que escondió el balón hasta el último instante, un tiro a cinco metros y un nuevo triple le permitían alcanzar los 15 puntos y 19 de valoración. Más importante aún, su CAI recuperaba la fe y el mando (32-34, m.17).
Mientras los aficionados al CAI hacían de su grada un pequeño Príncipe Felipe y el Pa-blo, Pa-blo resonaba con fuerza, los del Caja Laboral se dieron cuenta que, en Copa, favoritos y cenicientas son hermanos. Habría que buscar una versión más lúcida. Y, en territorio Baskonia, esta suele ir de la mano de Maciej Lampe. El polaco hacía estragos en la zona rival con canastas tan fotocopiadas como imposibles de parar, aunque no pudo evitar que su rival, con los ojos del concentradísimo Joseph Jones inyectados en sangre de tanta motivación, se fuese a vestuarios con ventaja: 40-41. No venían de fiesta, no
Pirómano Heurtel
Se llama Thomas Heurtel. Al principio de temporada no contaba. Tercer base, perdido en la rotación, sin hueco. Su trabajo y su ilusión le permitieron margen para crecer en el equipo. Arañó minutos con Ivanovic, supo conquistar a Tabak. Y, con él, a toda una afición, que sabe valorar sus gestos.
No se tira al suelo gratuitamente. No salta a por el rebote ofensivo para el aplauso fácil ni busca el pase para la galería. Heurtel, para lo bueno o lo malo, es auténtico en todo. Su alma cambió el partido. Avisó con un contraataque, replicado por Norel, en la última ventaja zaragozana en todo el partido (42-43, m.21). A continuación, triple, gasolina para el fuego.
El incendio fue total. Unos ardieron de inspiración y a los otros les dejó sin plomos. Todos con fuego, todos pirómanos. Causeur, a más, aparecía con cinco puntos, Nocioni volaba para taponar y alejar a su Caja Laboral, Lampe nunca se había ido y Heurtel se fabricó una bandeja para estirar el demoledor parcial hasta el 19-2. 59-43 (m.26). Jaque mate.
Aguilar, siempre él, cortaba la sequía de su equipo con un triple pero la fe zaragozana estaba en crisis. Se perdieron los gestos de rabia, los brazos en alto, las miradas cómplices a la grada de su afición. 6 malos minutos habían evaporado 20 de manual y cuando Lampe logró un monumental mate a una mano para poner la máxima (68-50, m.29), la afición local comprobó que las semifinales ya esperaban.
Mañana más
El CAI tenía que remontar 15 puntos (69-54, m.30) en diez minutos, mas las sensaciones eran muy adversas, con el cuadro aragonés preguntándose aún en qué momento el triunvirato para un sueño se convirtió en monólogo insuficiente de Aguilar. Los triples ya no entraban, el dominio del rebote ya era cosa del pasado y solo las trabajadas canastas de Jones estiraban el anhelo de lo imposible.
En el bando contrario, un Caja Laboral llevado en volandas por su afición, consciente de que, en Vitoria-Gasteiz, ser anfitrión es la vida. La fiesta del Buesa Arena continuó hasta el bocinazo final, con picos altos como los dos triples de Jelinek, la retirada al banquillo del determinante Nocioni al grito de MVP, los aplausos a Causeur por su enorme actuación, la entrada en la cancha de Calbarro y el triple final del decisivo Heurtel.
El CAI, por su parte, consumió los minutos finales sin arrepentirse de su órdago inicial ni, por supuesto que tampoco, de las bravas declaraciones previas. Si había alguna opción de machada, era con esa actitud, insuficiente para frenar el vendaval baskonista de la segunda mitad.
88-64. La fiesta derivó en rutina. El reto, en tradición. Son ya doce semifinales consecutivas para un Caja Laboral que olvidó el amargo sabor de un adiós en cuartos de final. El del CAI fue un hasta luego. El baskonista, un mañana más. El Barça Regal ya espera.