Nota de agencia

The amazing Rajon Rondo

Pocos jugadores como Rajon Rondo son tan enigmáticos en su personalidad como en su forma de jugar. Capaz de inventar la jugada imposible o ver el pase que nadie más encuentra, su carácter entraña un misterio casi indescifrable

 (Foto EFE)
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Redacción, 29 nov. 2012.- Cuando a comienzos de temporada ESPN nombró a Rajon Rondo como el duodécimo mejor jugador de la NBA, muchos pensaron que era una temeridad calificarlo en tan alta posición. Por delante tenía a cinco bases y la sensación de que estábamos ante un segundo o tercer espada dentro de su propio equipo. Y sin embargo, semanas después del arranque liguero, ese ranking ha comenzado a hacer justicia a un jugador que, dos años antes, se autoproclamó como uno de los mejores bases de la liga.

Una afirmación que le persiguió durante mucho tiempo y que muchos de sus críticos usaron contra él, no tanto por las debilidades que su juego podía ofrecer, sino por la antipatía que causaban su carácter engreído y confiado. "No creo que fuera el jugador que soy hoy si no creyera en ello", se defendía un jugador que, hasta llegar a este punto de su carrera, ha recorrido un viaje intenso, estrechamente ligado a su compleja personalidad.


Criado en las calles de Louisville, Rajon Rondo pronto comprobó que la vida no siempre es un cuento con final feliz. Su padre abandonó a la familia cuando él tenía siete años y su madre, Amber Rondo, tuvo que trabajar en el turno de noche de la tabacalera Phillip Morris para poder llevar a él y a sus hermanos William (quien ahora trabaja en una empresa de servicios a famosos) y Dymon al colegio por la mañana y a los entrenamientos por la tarde. La terquedad por salir adelante y la velocidad para multiplicarse y rozar el don de la ubicuidad son cualidades que Rajón ha heredado de su madre.

Las dificultades unieron a los Rondo, especialmente a madre e hijo y Amber pronto comprendió que debería estar cerca de Rajon para asegurarse que éste seguiría moviéndose en la dirección correcta. Ella sería quien intermediase entre Rajon y Doug Bibby, primo de Mike Bibby después de que éste le sancionara con 14 partidos tras llegar tarde a los entrenamientos. No puedes ir por la vida haciendo lo que quieres sin que existan consecuencias, decía Amber. Con sus acciones, ella pretendía que no hubiera consecuencias para su hijo.

No fue más sencillo su paso por Oak Hill o la Universidad de Kentucky. En su último año de instituto, Rajon Rondo se incorporó a la prestigiosa academia de Oak Hill. Era el premio a su creciente progresión, pero no fue fácil abandonar el nido familiar y en más de una ocasión Rondo se sintió solo y extraño en un lugar del que trató de huir varias veces.



Su introvertido carácter le hacía tener pocos amigos (quizá Josh Smith fuera quien más próximo estuviera a él) y en la Universidad de Kentucky no cambió esta realidad. Dos años allí constataron que todo el talento que reunía aquel flacucho y estirado jugador era proporcional a la enigmática personalidad que entrañaba su mente. Su técnico, Tubby Smith le recriminó muchas noches su ausencia de paciencia y la necesidad adecuar su juego veloz al de los compañeros, pero no siempre los puntos de vista de entrenador y base llegaron a coincidir, por lo que Smith llegó a castigarle en su segundo año con seis partidos en el banquillo.

Pese a ello, Rajon Rondo mantuvo su orgullo intacto y, tras aquella temporada, se vio capacitado para dar el salto a la NBA. Muchos expertos creían que el juego de Rondo se adaptaría mejor a las características de la NBA que al propio sistema de Kentucky, pero eso no evitó que la noche del draft fuese larga y el tiempo de espera hasta oír su nombre se convirtiera en "el tiempo de espera más largo de mi vida", recordaba Rondo. En su elección como número 21 del draft de 2006 (el mismo donde salieron Adam Morrison (número 3), Saer Sené (10), Cedric Simmons (15) o Marcus Williams (22)) pesaron tanto aspectos deportivos como personales.

El talento estaba ahí, pero en Phoenix Suns ya conocían de su fuerte carácter y pensaron que emplear su elección en un suplente de Steve Nash podría ser contraproducente y rápidamente fue traspasado a Boston apenas sin contraprestación (una futura primera ronda del draft).


La cuarta hoja del trébol de la buena suerte

A priori nadie apostaba por ello, pero aquel traspaso fue determinante para la concepción de los últimos grandes Celtics. Tras su año de rookie al equipo llegarían Kevin Garnett y Ray Allen y con ellos renacería el apelativo de Big Three que tan de moda se ha puesto en las últimas temporadas. A Boston también llegaría otro demonio de carácter como Sam Cassell, pero jamás hubiera llegado el tan ansiado anillo sin contar con la alargada figura de Rajon Rondo.

No se trata de palabras banales o caer en el halago fácil cuando ahora todos los focos se centran sobre él, sino la justa referencia a un jugador que con sólo 22 años y un año de experiencia en la liga comandó a un equipo repleto de Hall of Famers a un título que no se festejaba en Boston desde 1986, justo el año de nacimiento de Rajon Rondo.

Su presencia en aquel equipo seguramente no fue tan relevante por el baloncesto que ofrecía, sino más bien por el baloncesto que era latente dentro de una mentalidad que se forjó dentro de un fuerte carácter. Bien pudiera ser por la difícil infancia que vivió sin padre o, simplemente, debido a las constantes críticas que siempre le persiguieron, pero la única realidad es que todo el bagaje emocional con el que llegó a la NBA fraguó una armadura con la que Rajon Rondo se vestía cada noche antes de salir a jugar y después, justo en el momento de enfrentarse a las preguntas de la prensa.

Esa coraza le hizo ser inmune a las críticas por su irregularidad, por su dudosa selección de tiro y bajos porcentajes (sobre todo en tiros libres). Su fortaleza ante las críticas le hizo redoblar esfuerzos y ser mejor. Y lo fue cuando lo son los más grandes, en Playoffs. Recordado es su triple doble frente a Cleveland Cavaliers (29 puntos, 18 rebotes y 13 asistencias) o las 16 asistencias en el segundo partido de la final contra Los Angeles Lakers.

Sin embargo, las personas que viven tras una armadura durante mucho tiempo sufren el riesgo de alejarse de la realidad, perder el contacto emocional con la gente que lo rodea y blindar sus sentimientos. Ser fuerte puede ser el remedio para hacerte inmune al dolor, pero a Rondo también le restó el carisma y la simpatía necesaria para convivir con la realidad diaria. Rondo, que nunca fue un deshecho de cualidades empáticas, se enfrascó en sí mismo, bebió del éxito y su crecimiento personal (All Star en 2010, 2011 y 2012) le hizo creer que el camino de la austeridad de afecto y la fortaleza del ego era el correcto.

"Esa terquedad le hace ser realmente bueno", reconocía Danny Ainge. Seguramente esta forma de ser y comprender la vida le hizo progresar dentro de la jerarquía de los Celtics y la propia NBA, pero le hizo cometer errores propios del reverso que esconde la moneda de una fuerte personalidad. Rondo exteriorizó en ocasiones la lucha de sus demonios interiores con enfrentamientos con árbitros y rivales y con cada una de sus palabras fue distanciándose de la creciente popularidad que ofrecía su espectacular juego. "“"Rondo es una persona muy compleja en muchos sentidos.. pero a veces, no quiero decir que no lo entienda, pero él podría hacer la vida más fácil si no fuera tan terco”, decía Ainge.

Y entonces llegó la temporada 2010-11. La peor estadísticamente desde su año de sophomore (bajó tres puntos su media anotadora y crecieron sus pérdidas de balón) y las críticas arreciaron. Fueron los peores meses de su carrera en la NBA. Sus palabras en estado de euforia eran el peor verdugo que podía tener y los rumores de traspaso aumentaron tanto como la creciente necesidad de reconstruir un equipo viejo. Llegó a ser tan insostenible la situación que a raíz de la presunta mala relación que mantenía con Ray Allen, Rajon Rondo estuvo muy cerca de volver al punto de partida, a Phoenix Suns. "Supuestamente van a traspasarnos a Phoenix porque tú, Danny (Ainge) y Doc no nos llevamos bien" confesó Rondo al propio Allen.

Paralelamente a esta tarea zapadora de su imagen en el exterior, dentro, en el corazón del vestuario, se estaba configurando su asalto al liderazgo del equipo. Sus rivales avisaban: "él ve algo que tú no ves, pero hará que lo veas", decía Jason Williams. Aunque eran los propios compañeros quien más le alababan su juego y hacían porque Boston comenzara a ser el equipo de Rajon Rondo. "Tiene a casi todos involucrados, tiene al tío de las palomitas pendiente, al de los anuncios atento. A todos", bromeó en una ocasión Paul Pierce. "Si no estás preparado te deja en ridículo. Te golpeará directamente en la cabeza con el balón", señalaba Garnett, su mejor amigo dentro del vestuario de los Celtics.




Pese a todo, encontramos en Doc Rivers a la figura clave para entender esta ascensión jerárquica. El mismo entrenador que hace unos días lo mantuvo en pista con el partido perdido para alargar su racha de asistencias, fue quien moldeó su carácter, lo recondujo y templó el fuego que sus ojos siempre han mostrado sobre el parqué. "Él ha crecido como nunca antes vi en cualquier otro jugador", señala el técnico. "Él no tiene sustituto, especialmente en nuestro equipo", insistía antes de asegurar que "tienes que darle su propio espacio" para ver el pleno desarrollo de su potencial.


El equipo de Rajon

Y así llegamos al pasado verano, el momento donde quedó consagrado como líder del equipo, ya sin Ray Allen y con Paul Pierce y Kevin Garnett ofreciendo sus últimos esfuerzos productivos en la NBA. “Tuvimos una reunión al comienzo de la temporada y ellos dijeron que éste era mi equipo”, asegura Rondo. “Que me dieran el liderazgo habla mucho de su carácter. Obviamente no es fácil dejar que un joven sea el líder. Me gané su respeto, creo que era el momento de aceptar el papel y dar un paso adelante”.

Pierce y Garnett han comprendido que el ocaso de su carrera es inminente, han entendido que es el momento de ceder el trono al base y la franquicia por fin ve que es imposible una reconstrucción si no cuenta con una estrella del calibre de Rajon Rondo. “Se llama madurez. Hace dos años querían que ya fuera, pero él estaba aprendiendo. Lo metieron en un papel para el que no estaba preparado”, confesó Pierce. Ahora, no hay dudas de su estatus dentro del equipo y todos le han cedido plenos poderes. “Rajon se está convirtiendo en un líder. No estaba seguro de que pudiéramos haber dicho esto hace unos años”, comentaba Danny Ainge, Presidente de operaciones. Su espectacular arranque de temporada confirma sobre la pista la cesión de poderes.

Cierto es que tradicionalmente Rajon Rondo siempre ha rendido a un gran nivel en los primeros meses de competición, pero este año, además de los números que ofrece, las sensaciones que transmite son las que más hablan de madurez personal y crecimiento deportivo. “Ya sabes lo que puede hacer pasando o reboteando. Ahora él es imparable”, resume Pierce.

LA PROGRESIÓN DE RAJÓN RONDO
Temporada Tiros de campo % Triples % Triples Rebotes Asistencias Puntos
2012/2013 6,3 / 12,3 51 0,4 / 1,4 27,3 4,9 12,6 14,3
2011/2012 4,8 / 10,8 44,8 0,2 / 0,8 23,8 4,9 11,7 11,9
2010/2011 4,7 / 9,9 47,5 0,1 / 0,6 23,3 4,4 11,2 1,6



Con mejores números y porcentajes de acierto, hoy el base de los Celtics se involucra más en la ofensiva verde. Se mantiene como el veloz diablo que cruza la pista sin soltar el acelerador (“a veces piensa que puede estar en dos sitios a la vez porque él es así de rápido”, recordaba Tubby Smith, su entrenador en Kentucky), o el generoso base del pase imposible que siempre fue, pero en la actualidad es consciente de que, sin Allen, el equipo necesita más y mejores lanzamientos de su parte. Ya no toma erráticas decisiones o da un paso al lado en los minutos finales, por temor a equivocarse, sino que le ha dado tanto sentido a su juego como a lógica a la velocidad de sus acciones.

Quizá fuera Doc Rivers quien más confiara en las habilidades de Rondo, pero es en la actualidad cuando la correcta mentalidad del jugador ha conseguido ganarse el respeto de todos. Hoy Rondo ha encauzado su fuerte personalidad por el camino del bien propio y el beneficio común. “No se puede ser arrogante, pero tienes que tener confianza sobre todo en este tipo de equipos. Especialmente como base, tienes que tener confianza para jugar con estos tíos, confianza para tomar decisiones, pero no puedes ser demasiado arrogante”, confesaba Rondo.

Lección aprendida: el orgullo debe hacer fuerte en la jungla que puede ser la NBA y superar los obstáculos del día a día, pero no te puede engullir porque, mal diferido, el orgullo te acaba matando. Esto ya lo sabe un Rondo que parece tan inmune a las críticas tanto como al dolor de las lesiones o a la especial atención que centra en los rivales. “Me siento con una gran cantidad de entrenadores y escucho una lluvia de ideas de cómo protegerse él y me encanta escucharlos porque sé que se equivocan”, aseguraba Rivers hace unos días tras verle recuperarse de una torcedura de tobillo y dar 20 asistencias frente a los Raptors.

Con 26 años, Rajon Rondo disfruta de su madurez deportiva y personal. Perfectamente se puede discutir su posición en el ranking que elaboró la ESPN, pero no por exceso, sino más bien por quedarse corto en su baremación. Pocos como él entienden el baloncesto con la globalidad como él lo interpreta pues no sólo es capaz de hacer jugar al equipo, sino que también tiene ese correcto (y necesario) punto de egoísmo para saber jugar para sí mismo.



Difícil equilibrio que él ha encontrado con la habitual serenidad que demuestra su rostro y ratifica con la sobriedad de sus palabras. Y todo ello sin perder la magia que su juego siempre ofreció, esa misma que durante las navidades de 2004 enamoró en Hospitalet (entonces anotó 55 puntos y dio 17 asistencias al Estudiantes de Sergio Rodríguez, la que hoy le hace ser un ejemplo para muchos niños de la calle (algunos de los cuales rescata ayuda a través de su fundación), o que le hacen ser la inspiración de todos, sin indiferencia de edad, lugar o género, pues incluso la joven jugadora que lo descubre un día queda hipnotizada por su talento. Es lo que tiene la magia, engancha a niños y mayores por igual; es lo que tienen los superhéroes, hacen realidad lo que otros no pueden ni imaginar.