Barcelona, 18 Feb. 2012.- Se llama Erazem Lorbek, es uno de los jugadores más resolutivos del viejo continente y este sábado regaló una segunda parte para la historia del torneo.
El Barça Regal ya está en la final gracias al esloveno, que decidió un encuentro igualado de principio a fin. El resucitado Lampe y San Emeterio se combinaron para el buen comienzo baskonista, aunque el Barça Regal pudo remontar para llegar con ventaja al segundo periodo (19-18), que tuvo un guion similar al primero, incluida canasta en la bocina de los barcelonistas para tomar el mando al descanso: 34-33.
Erazem Lorbek emergió con fuerza, con 10 de los primeros 12 puntos de su conjunto, aunque el buen trabajo de San Emeterio y Mirza Teletovic le dio la iniciativa al Caja Laboral al término del tercer periodo (48-52). Allí, 6 minutos de sequía vitoriana y un 18-5 de parcial, con triple decisivo de la estrella Erazem, desataron la locura en Sant Jordi y metieron al Barça Regal en la gran final (66-57).
Por la línea emotiva
En este mundo hay cosas que te acercan al cielo. La voz de Freddie Mercury en Barcelona siempre será una de ellas. Aroma olímpico en una ciudad con esa eterna etiqueta. Como si el espectáculo músico-visual previo al choque hubiese puesto a los jugadores con los nervios a flor de piel, ambos equipos salieron a la cancha dispuestos a prolongar la emoción, cambiando los aros de colores por aquellos más pequeños a los que les cuelga red.
Y en el reino de lo emotivo, Lampe se erigió en rey. Solo él sabe lo mal que lo ha pasado. Nadie más que él para contar cada paso en su recuperación, cada sesión para resucitar como jugador de baloncesto. Tras debutar el jueves sin puntos con el Caja Laboral, el polaco estrenó el luminoso con un reverso a tabla y se inventó una bomba en la jugada siguiente. El pívot hacía de todo. Lo mismo robaba en defensa que tiraba de cinco metros o incluso pisando la línea de 6,75.
Ocho puntos casi consecutivos de don Maciej confirmaban el buen inicio baskonista (4-12, m.5) y, cuando no era él, San Emeterio acudía al rescate. Tras un 7-0 blaugrana en un visto y no visto, n 2+1 de Fernando, sin el premio del adicional, encendió a la grada vitoriana, cuando el alero del Caja Laboral se fue hacia la principal esquina baskonista con el brazo alto, mirándoles fijamente, gritando, contagiándoles con su alma (11-14, m.6).
El choque, vistoso e intenso a más no poder, perdió algo de ritmo tras un par de minutos con fallos de ambos conjuntos, lo que Erazem aprovechó para avisar de la tormenta que vendría después y Milko Bjelica para romper la dictadura polaco-cántabra. El conjunto vasco llevaba el ritmo pero el Barça Regal controlaba el rebote y, robando en la última posesión de cuarto, Rabaseda, sueños de MVP, culminó el contraataque para darle la primera ventaja a los suyos al tiempo que la bocina sonaba: 19-18. Eléctrico.
Guion diferente, final similar
Los dos puntos iniciales de Fran Vázquez no desalentaron a un Caja Laboral en el que se desperezó al fin Mirza Teletovic. Dos canastas consecutivas del bosnio volvían a poner a los de Ivanovic con ventaja (21-22, m.13), dando paso a una fase del choque repleto de alternativas, en las que ganar de uno era tener el mundo en tus manos.
Milko Bjelica , domador de las ilusiones del GBC en cuartos, emergía con un espléndido mate a una mano, aunque el cuarto tenía el sello de Fran Vázquez, que cuando no finalizaba se inventaba pases sinónimos de canasta. Lejos quedaba ya la explosión inicial, con tarifa plana de puntos, mas el menor ritmo ofensivo no restaba calidad en un choque tenso en la pista y coloreado en la grada con cánticos de calor.
Un triple de Sada, con los pies casi pegados al suelo, volvía a darle el mando al Barça Regal (30-28, m.17), antes de que a Prigioni le apeteciese volver a disfrazarse de mago y sacase de la chistera un pick&roll con Teletovic capaz de volver a cambiar el signo del encuentro (30-33). Sin embargo, faltaba por aparecer el último actor del reparto.
Joe Ingles, sin ficha horas antes del partido e inscrito en lugar de Kosta Perovic, amagó con el triple para obsequiar a Ndong con un mate y, en la posesión final baskonista, se tiró al suelo para robar y dejar que Eidson encendiese la mecha en Sant Jordi. Déjà vu. Casualidad o causalidad. 35-34. El Barça Regal volvía a irse de pista con euforia.
El hijo del Janski Hrib
Nació a los pies del Janski Hrib. Ljubljana es el Barcelona de Mercury, otra de esas cosas que te acercan al cielo. Perderse en sus calles día tras día ha de hacerte mejor en lo que te propongas. Y Erazem lo sabe. Es el prototipo de anti-estrella. Elegancia, serenidad. Uno de los jugadores del continente más capaces de dominar sin levantar la voz, con el ruido justo para aniquilar de repente sin que se le espere. Y el Caja Laboral lo sufrió este sábado.
Su rendimiento tras el descanso, antología ya en la historia copera, con todo su repertorio de disimulados golpes en el mentón del rival. Ni la lucha de Oleson por cada balón, ni el cambio en la tendencia en los rebotes con el pegamento Milko mandando, ni siquiera el prodigioso mate de Teletovic en la cara de Fran Vázquez (43-44, m.27). Nada, nada frenaba a Erazem. Con 7 puntos consecutivos y 10 de los 12 iniciales del cuarto con su firma, el MVP volvía a las gradas de un Sant Jordi que empezaba a ser consciente de que este era el gran partido hasta el momento del torneo (46-44, m.28).
Lampe salía a pista veinte minutos después de causar terror con su gran inicio, aunque el que marcaba la diferencia era un San Emeterio al que la gran defensa ideada por Pascual, simplemente, no podía contener.
Sin embargo, cuando más apretaba el público local y más cómodo parecía encontrarse el Barça Regal, el Caja Laboral esquivó la presión para darle otra vuelta de tuerca al partido. Heurtel golpeó primero, Ribas se sacó desde abajo una vistosa canasta y Teletovic completó el cambio de alternativa y el 0-6 de parcial antes de final de cuarto. 48-52 y el Buesa Arena, trasladado hasta Barcelona.
Erazem enamora
Decía Víctor Sada antes del partido que para él su equipo tenía tres derbis por todo lo alto en toda la temporada. El del vecino Joventut, el del eterno enemigo Real Madrid y uno nuevo, moldeado con las batallas feroces entre ambos en la última década, el que les enfrenta al Caja Laboral. Quién sabe si fue esa sensación de que este partido ya es un clásico, el contexto de la Copa o el marco incomparable de un Sant Jordi que vibró más que nunca en estos días lo que explica la intensidad, que se podía respirar en cada centímetro del pabellón barcelonés, de un choque sin color claro digno del espectáculo en las gradas, que parecía guardar emoción hasta el último segundo.
Quién le iba a decir a Maciej Lampe, cuando respondía al triple inicial de Eidson, que su equipo entraría en una fase de impotente sequía, con 6 minutos sin ver aro que le costaron un partido. Y toda una final. Lorbek, siempre él, machacaba para acercar a su equipo y Ndong, con un gancho, le daba por fin la ventaja a los barcelonistas (55-54, m.32). No la volverían a perder.
Dusko podrá hacer auto-crítica, siempre lo hace, pero poco hay que reprochar a un equipo que, sencillamente, lo hizo todo bien y supo leer muy bien el partido. La defensa funcionó, la circulación de balón fue ejemplar y la intensidad constante. El balón, simplemente, se cansó de entrar.
Pete Mickeal aprovechó el desacierto vitoriano para terminar de caldear el partido con canasta y adicional tras un rebote en ataque (60-54) y Erazem dejaba a su equipo más lejos que nunca de su oponente (+8, con un 62-54 en el minuto 37) en la siguiente jugada. Bjelica puso punto y final al desierto baskonista con un triple, pero el destino del partido estaba escrito desde el inicio del cuarto anterior.
Cuando a falta de dos minutos, el balón le llegó a Erazem, en la línea frontal del triple, los 14.700 espectadores y los otros 9 jugadores en la pista lo tenían claro. Ese balón entraba. Y entró, claro que entró, para establecer el nuevo tope ofensivo de Erazem en 128 partidos ACB solo en uno pasó de los 20 ¡y fue en la Final!- y para meter a su Barça Regal en la finalísima copera (66-57) entre cánticos de MVP y el jolgorio de un Sant Jordi que anhela, pide y siente el triplete. Hoy está a solo un paso de distancia por culpa del hijo del Janski Hrib, capaz de enamorar a su propia víctima. Como el "Barcelona" de Mercury y su Ljubljana natal, otra de esos argumentos para creer en un cielo.