Hablar de 600 partidos en la Liga Endesa es hablar de calidad y de profesionalidad sostenidas en el tiempo, dos cualidades que definen a la perfección a Carlos Cortés, árbitro que ha alcanzado esta cifra redonda dirigiendo encuentros en la élite del baloncesto español. Su trayectoria es la de alguien que ha crecido junto a la competición, que ha visto evolucionar el juego y que, con discreción y firmeza, se ha ganado el respeto de jugadores, entrenadores y aficionados.
Para el colegiado, alcanzar este hito supone un momento de alegría, pero también de reflexión por todo lo vivido y conseguido. “Cuando llegas a estos números redondos es cuando te paras a reflexionar un poco y pensar en la carrera que llevas, una carrera de fondo, pero a una velocidad endiablada, donde el tiempo pasa muy rápido. Lo que puede significar es el hecho de parar, de echar la vista atrás y darte cuenta de lo que supone, de cada partido, viaje, preparación, entrenamientos… así ya llevamos 20 temporadas y, nada más y nada menos, que 600 partidos en la mejor liga europea. Pues únicamente pienso en dar las gracias a quien me dio la oportunidad de formar parte de esta competición y de todo lo que hemos evolucionado y crecido gracias al nivel del juego”.
Para Cortés, la efeméride, le produce múltiples sensaciones. “Vértigo y agradecimiento, creo que podría definir este momento con esas dos palabras. Agradecer a todos los compañeros con los que pude vivir cada uno de estos partidos, así como a los que me ayudaron a formarme y confiaron en mí para desarrollar este trabajo. Y del vértigo mejor no hablar porque de verdad que impresiona parar a pensar todas las vivencias y todo lo ocurrido en este tiempo”.
Desde que en la temporada 2005-2006 debutó en la ACB hasta la actualidad, Cortés ha vivido un sinfín de experiencias, pero también ha visto cómo el propio juego ha evolucionado. “Es cierto que cada vez todo va más rápido, más complicado, hay más acciones a valorar dentro de una misma situación, pequeños detalles que con las tecnologías cobran más importancia. Nada se escapa al ojo del vídeo: todo se puede analizar. Esto es bueno, pero siempre y cuando lo sepamos utilizar dentro de las circunstancias adecuadas. Por ejemplo, el uso de la cámara lenta en el análisis de acciones, especialmente aquellas que son subjetivas y que tenemos que interpretar en la pista. En primer lugar, no arbitramos en la pista a cámara lenta, como dijimos va todo muy rápido, después no es justo que vayamos al vídeo a justificar una decisión o un error analizando cada jugada frame a frame. Para temas formativos y educacionales sí que es muy útil el vídeo: parar, volver atrás, machacarte y exprimir al máximo cada jugada, pero en el global de un partido no puedes analizar un arbitraje de esta manera, porque no es real”.
Desde sus inicios hasta ahora, Carlos Cortés ha visto como el baloncesto ha cambiado, pero también cómo él ha ido evolucionando. “Evidentemente vamos pasando por diferentes fases en nuestra formación, desde los nervios iniciales en los primeros años, donde vas adquiriendo confianza y adaptándote a la liga, donde cada año vas adquiriendo más experiencia y un rol diferente dentro de la competición”.
De su etapa actual, Cortés confiesa que “ahora estoy en un momento de tranquilidad, de saber gestionar mejor las emociones dentro de la pista. Disfrutar realmente arbitrando y del trabajo con mis compañeros. Creo que es una de las cosas que más vas afianzando y dando más importancia, al trabajo en equipo. Por mi forma de ser siempre lo tuve presente, pero hace 20 años el arbitraje era completamente diferente y había un referente en la pista y el resto seguíamos las pautas que marcaba el árbitro principal. Actualmente el trabajo en equipo es básico, la formación y preparación de la gente joven y que se va incorporando a la liga es muy buena y esto hace subir el nivel porque los que llevamos unos años debemos adaptarnos y trabajar mucho más para mantenernos en un nivel óptimo y saber sacar rendimiento a esta nueva forma de trabajo. Aun así, creo que en el deporte profesional la gestión de sentimientos, emociones, el control de situaciones, entender que los jugadores y equipos son los realmente protagonistas y que nosotros estamos para ayudar a que el juego fluya, todo esto es la madurez y la experiencia quien te lo va enseñando.”
Evidentemente estos factores también influyen en su día a día fuera de las pistas como él mismo comenta. “Es una mezcla en cuanto a la formación arbitral y las características personales de cada uno, donde al final vamos forjando nuestra personalidad dentro y fuera de la cancha”.
Carlos Cortés sabe que la tarea del arbitraje tiene muchas aristas y en un mundo tan profesional, no puede haber lugar a la distracción y por eso, su trabajo gris es tan importante como el que realizan bajo los focos del pabellón. “La preparación previa, el estudio de los dos equipos, cómo llegan… intentas analizar sus últimos partidos, la situación que tienen en la clasificación, conocer su estado actual… recopilar toda la información posible para saber qué puede ser lo mejor en cada momento de partido y el porqué de ciertas reacciones que puedan tener. Pero no hablo solo del juego, sino de comportamientos y reacciones, el hecho de empatizar con jugadores y entrenadores es fundamental para ese control y gestión de emociones que comentábamos antes”, indica añadiendo la evaluación posterior que también realizan los propios colegiados. “el análisis que hacemos del mismo tanto a nivel individual como colectivo, con tus compañeros y los observadores del Departamento de Arbitraje. Las diferentes situaciones que después vamos trabajando cada semana, la información que compartimos con la idea de ajustar criterios y unificar la toma de decisiones”.
Una labor que va más allá de lo que solemos pensar y que abarca la preparación de una temporada donde los árbitros también cuidan “la preparación individual de cada uno, física, psicológica, interpretaciones a las reglas de juego, habilidades para gestión de personas, comunicación, conocer mejor el juego…un abanico muy grande con muchos campos en los que debemos prepararnos y actualizarnos continuamente para poder desarrollar nuestro trabajo de la mejor manera”.
Preguntado por consejos para los más jóvenes, Carlos reconoce que “no me gusta dar consejos” ya que considera que “cada uno tiene su propio camino y experiencias”. Sin embargo, sí avisa a las nuevas generaciones “que esto es muy largo y que al mismo tiempo pasa muy rápido. Creo que lo definía antes muy bien, una carrera de fondo, pero a un ritmo casi imposible de seguir, que se preparen lo mejor posible, que sigan formándose, pero que todo tiene su etapa y hay que ir superándolas con pasos firmes e incluso a veces es bueno dar un paso atrás, que esto no es un fracaso”.
Él lo ha sabido hacer durante muchos años y ahora disfruta del momento sabiendo que la carrera deportiva es finita y que cada instante hay que saber apreciarlo porque “ahora estás más cerca del final de la carrera que del inicio”, comenta.
Sobre su próximo objetivo a cumplir, Carlos Cortés lo tiene claro. “Siguiendo con el símil del atletismo: prepararte para esprintar en esa última vuelta, ese podría ser el siguiente reto, pero hoy podría decirte que estoy cogiendo fuerzas y llenando los depósitos para darlo todo en esa última vuelta, eso sí, aún quedan unas cuantas”, dice con una sonrisa. “Mi objetivo no es llegar de primero en esta carrera, es prepararme durante este tiempo para llegar en las mejores condiciones y eso sí, mentalizarme para seguir trabajando y dar lo máximo en cada partido. Es un reto importante, somos muchos y todos con el mismo objetivo, cada vez es más difícil y hay que superar muchos obstáculos para poder llegar a la meta. Aun así, como reto personal me propongo el seguir disfrutando de este camino y de cada partido, con todo lo que conlleva, y aportando lo máximo que pueda tanto a la competición como a mis compañeros”.
Tras más de 600 partidos en Liga Endesa, Carlos Cortés no mira atrás con nostalgia, sino adelante con ilusión. Lejos de conformarse, encara el futuro con la misma mentalidad que lo ha acompañado desde el primer salto inicial: la de seguir aprendiendo, mejorando y disfrutando de cada encuentro.