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Eslovenia: Baloncesto per cápita

El baloncesto es mucho más que un deporte en Eslovenia. Con apenas dos millones de habitantes, el pequeño país balcánico provee a media Europa y a la NBA de un sinfín jugadores de gran calidad. Uno de cada 330.000 eslovenos, para un total de seis, juega en la liga americana, en el mayor ratio por habitante del globo con diferencia; tal es así que dos jugadores del calibre de Milic y Fucka crecieron en el mismo bloque de pisos. Lakovic, Udrih, Dragic, Lorbek y Fucka y Arriel McDonald, estos con doble nacionalidad, representan a Eslovenia en la ACB. Y es que hablamos de un caso excepcional de producción de estrellas, no sólo nacionales sino de toda Europa a través del Olimpija Liubliana

Eslovenia puede ser el país del mundo con más estrellas de baloncesto por habitante
© Eslovenia puede ser el país del mundo con más estrellas de baloncesto por habitante
  

Uno de los santuarios para nuestro deporte es Eslovenia, pequeño y bello país en el que es muy fácil percibir la popularidad del baloncesto, allí una auténtica religión. Un país que, con una población de menos de dos millones de habitantes, es una auténtica máquina generadora de talentos baloncestísticos en un casi milagroso proceso cuya explicación sin duda pasa por la profunda raigambre del deporte de la canasta en esa tierra.

Este joven estado tiene sus orígenes baloncestísticos ligados a la ex Yugoslavia, de la que formó parte durante más de 70 años. Destacados jugadores eslovenos como Ivo Daneu, y más recientemente Jure Zdovc triunfaron con la selección yugoslava. Y fue precisamente este mítico base, actual director deportivo del Olimpija Liubliana, el máximo y a la vez involuntario protagonista de la transición entre la pertenencia a Yugoslavia y la independencia del país.

Roma, finales de junio de 1991. Zdovc se encuentra con la selección yugoslava (de la que fue pieza clave junto a los Kukoc, Petrovic, Divac...) disputando el Eurobasket de Italia cuando Eslovenia proclama su independencia del resto de Yugoslavia. Esta declaración produjo un ataque relámpago del Ejército Federal Yugoslavo sobre la capital, Liubliana, y otras partes del país en lo que fue la chispa que propulsó el inicio de la descomposición del país y de las guerras balcánicas contemporáneas. El jugador, en la víspera de dicha proclamación de independencia y a punto de disputar las semifinales del torneo (contra Francia), recibe en su hotel de Roma un fax del ministro esloveno de Deporte en el que se le prohíbe terminantemente disputar el resto del torneo ante la situación de guerra abierta que se avecinaba. El ex jugador de Olimpija y Limoges, con mujer e hijos en Eslovenia, acepta no jugar, pese a la evidente consternación que perderse un evento así produce a cualquier deportista.

Vladimir Boisa es uno de los exponentes del talento en el Olimpija Liubliana (Foto Goodyear League)
© Vladimir Boisa es uno de los exponentes del talento en el Olimpija Liubliana (Foto Goodyear League)
Este dramático y nada deportivo asunto, aunque comprensible tratándose de un panorama bélico, fue sin embargo el primer paso para la génesis de una selección nacional y una liga propia, que iba a ser dominada por un clásico como el Unión Olimpija Liubliana, que sin duda es un buen botón de muestra para entender el funcionamiento del baloncesto esloveno.

Este club, el más laureado del país y el que cuenta con un mayor respaldo de la afición, ya era un equipo importante en la ex–Yugoslavia, de cuya liga fue uno de los principales protagonistas junto a clásicos como Cibona Zagreb, Estrella Roja, Partizan o Bosna de Sarajevo, llegando a ganar seis títulos ligueros, aunque el último data de 1970.

Para el Olimpija la nueva situación de independencia coincidió con sus años más dorados bajo la dirección del prestigioso técnico Zmago Sagadin, con el que llegó a proclamarse campeón de la Recopa de 1994 (tras imponerse en la final al Taugrés de Vitoria en la final de Lausana) y con el que consiguió llegar a disputar la Final Four de Roma en 1997, otro de los grandes hitos del equipo.

Además, en 2002 el equipo consiguió un histórico triplete (Liga de Eslovenia, Copa y Liga Adriática), en la que fue su temporada más exitosa.

Primoz Brezec, representación eslovena en la NBA (Foto EFE)
© Primoz Brezec, representación eslovena en la NBA (Foto EFE)
El conjunto verde ha venido apostando tradicionalmente por la creación de una estructura en la que el fomento de la cantera es su pilar básico. Para ello tiene una de las escuelas de baloncesto más importantes y fructíferas del Viejo Continente, surtida de un gran número de jóvenes que desde tempranísima edad se forman para intentar llegar a lo más alto. En diferentes momentos de la última década por este equipo han pasado, en distintas fases de formación o como profesionales jugadores de la talla de Sarunas Jasikevicius, Beno Udrih, Radoslav Nesterovic, Bostjan Nachbar, Marko Milic, Vladimir Stepania, Primoz Brezec, Radoslav Curcic, Jiri Welsch, Sani Becirovic, Soumaila Samake… La lista es interminable y da casi para configurar una selección mundial.

Otro de los factores que explica el éxito del modelo “Olimpija” es el control de mercados alternativos a la hora de buscar jugadores extranjeros, ya que suelen rastrear con bastante acierto países sin demasiado renombre en su baloncesto, pero que también son generadores de talentos, lo que abarata bastante las contrataciones en un equipo que económicamente no puede competir con los grandes del baloncesto europeo. Ejemplo de esto fueron los rentables fichajes de jugadores como Vladimer Boisa o Vladimir Stepania (Georgia), Vlado Ilievski (Macedonia) o Jiri Welsch (República Checa), que tras su paso por Eslovenia acabaron en grandes de Europa o en la NBA. También aprovechan excepcionalmente bien a jugadores “rebotados” de equipos grandes que llegan aquí en busca de minutos y protagonismo, como el caso del escolta israelí Yotam Halperin , que llegó procedente del Maccabi, o el base turco Erden Aíslan, que vio frenada una meteórica progresión en el Efes Pilsen.

El pabellón Hala Dvorana Tivoli se encuentra en la mayor zona verde de Liubliana, dentro del parque que lleva el mismo nombre. Este recinto, donde juega sus partidos el Olimpia, fue testigo de una imagen que sin duda ha dado la vuelta al mundo. Durante el concurso de mates del All star 1995 de la liga eslovena, un jovencísimo Marko Milic se hacía con el trofeo en liza al ser capaz de volar literalmente por encima de un coche y acabar su prodigioso salto machacando la canasta. Una verdadera proeza que le valió como tarjeta de presentación en la NBA, a la que llegaría dos años después, convirtiéndose en el primer jugador esloveno en fichar por la liga profesional estadounidense.

Pero en la pequeña capital eslovena no sólo existe el Olimpija. Verdadera muestra del tirón que el baloncesto tiene allí es el hecho de que en el contexto de Liubliana y su área metropolitana, que apenas supera los 300.000 habitantes, existe espacio para otros equipos como el capitalino Geoplin Slovan, o el Helios de la periférica población de Domzale, todos ellos integrantes de la Liga Adriática.

Gregor Fucka creció en el mismo bloque de pisos que Marko Milic (Foto EFE)
© Gregor Fucka creció en el mismo bloque de pisos que Marko Milic (Foto EFE)
Unos 40 kilómetros al noroeste de la capital se encuentra la pequeña ciudad de Kranj, situada en las primeras estribaciones de los Alpes Julianos. Esta localidad también tiene su particular historia, que une a dos conocidos de la ACB. Y es que se da la casualidad de que el ala pívot de Akasvayu Girona Gregor Fucka (que posteriormente conseguiría la nacionalidad italiana y jugaría con la selección “azzurra” tras casi toda una vida profesional en el “pallacanestro”) y el citado Marko Milic, ex del Real Madrid, no sólo son oriundos de Kranj, sino que ambos crecieron … en el mismo bloque de pisos. Una auténtica casualidad. El jugador de Unicaja Erazem Lorbek, y sus hermanos Klemen y Domen (ambos actualmente en el Olimpia) también nacieron aquí.

Novo Mesto es una pequeña localidad situada en el sur del país, próxima a la frontera croata. Sus poco más de 20.000 habitantes saben bien lo que es codearse con la élite europea, ya que el conjunto local, el Krka Novo Mesto disputó recientemente dos ediciones de Euroliga (2001-02 y 2003-04) y una de la Copa ULEB (2002-03), en la que, bajo la dirección del técnico croata Neven Spahija (hoy en día en el Maccabi), se proclamó subcampeón, perdiendo la final contra el Pamesa Valencia. Este modesto club fue además el que presentó en sociedad a una de las estrellas más rutilantes del momento, el ahora barcelonista Jaka Lakovic, protagonista de una de las más sonadas hazañas de los últimos tiempos de la máxima competición europea, al guiar a su equipo a una impensable y meritoria victoria a domicilio ante el Real Madrid (87-93) el 18 de octubre de 2001. El por entonces desconocido base esloveno acabó siendo ovacionado por una incrédula grada del Raimundo Saporta, tras dejar una tarjeta de presentación en forma de 38 puntos, 7 asistencias y 4 rebotes (55 en valoración total).

A través de todos estos y otros acontecimientos, se ha ido marcando paulatinamente un autentico “boom" baloncestístico, sobre todo a la hora de exportar jugadores, primero a ligas europeas (sobre todo a la vecina Italia, que históricamente se ha convertido en la vía natural de salida de los más destacados baloncestistas de Eslovenia) y luego a la NBA. Y es que este país, que cuenta aproximadamente con los mismos habitantes que ciudades como Barcelona, Marsella o Hamburgo, tiene la tasa mundial más alta de jugadores NBA por habitante. Uno de cada 330.000 eslovenos (seis en total: Rasho Nesterovic y Uros Slokar en Toronto Raptors, Primoz Brezec en Charlotte Bobcats, Beno Udrih en San Antonio Spurs, Bostjan Nachbar en New Jersey Nets y Sasha Vujacic en Los Angeles Lakers) juega en la liga profesional estadounidense. Hay que pensar que por ejemplo, en Estados Unidos esa proporción sería aproximadamente de un jugador NBA por millón de habitantes y en España, uno por cada 10 millones.

Y si nos ceñimos a los jugadores profesionales en general, tendríamos cifras realmente sorprendentes. Según los datos facilitados por la federación eslovena, existen un total de 170 jugadores locales en la Liga UPC Telemach, la primera división eslovena, a los que hay que sumar 80 baloncestistas eslovenos que compiten en ligas de otros 22 países, lo que nos da un total de 250 profesionales, o lo que es lo mismo, una de cada 7.900 personas en el país se gana la vida jugando al deporte de la canasta. Pero es más, la federación eslovena calcula que hay unos 20.000 jugadores federados ( más de un 1% de la población total del país) disputando competiciones oficiales, desde las categorías de menores de 12 años hasta la primera división eslovena, tanto masculina como femenina. Y esto sin incluir las numerosas ligas amateurs o escolares, que harían aumentar esa cantidad notablemente.

Jaka Lakovic, otra de las perlas de la selección eslovena
© Jaka Lakovic, otra de las perlas de la selección eslovena
Todas estas cifras son más que elocuentes y hablan del peso y presencia que el basket tiene en el tejido social de Eslovenia, y de la que es, quizá junto a la lituana, la mejor cantera europea, numéricamente por encima de tradicionales potencias como las vecinas Croacia o Serbia.

Pero más allá de las cifras, la importancia del baloncesto en el país se palpa en lo cotidiano, en el ambiente y en lo intangible. Paseando por sus ciudades es fácil observar las excelentes infraestructuras que existen para la práctica del baloncesto; además, llama la atención el altísimo porcentaje de los hogares eslovenos en los que es visible una canasta (elemento casi omnipresente en cualquier rincón) o la cantidad de jóvenes que botan un balón de baloncesto por la calle.

La selección de baloncesto de Eslovenia es sin duda uno de los mejores representantes deportivos del país. Pese a que aún no ha tenido ninguna participación sobresaliente en torneos internacionales, el conjunto que ahora entrena Ales Pipan siempre parte como uno de los posibles favoritos a medalla al inicio de cada torneo, y compite en igualdad de condiciones contra otros países con un potencial demográfico infinitamente superior, en un ejercicio de gran mérito.

La presencia de Eslovenia en Japón 2006 supuso su debut mundialista. Los medios del país se volcaron con el baloncesto, ofreciendo la televisión estatal, dentro de sus modestas posibilidades, un importante despliegue y cobertura en el que se incluía, aparte de programas especiales, una redifusión vespertina de todos los encuentros de su selección y de algún otro destacado. Y como dato curioso y a la vez que ciertamente significativo, en la sección de deportes del teletexto televisivo, solo podían apreciarse dos categorías: “baloncesto” (Kosarka en esloveno) y "otros deportes".

Una lógica y cómoda victoria de la selección sobre la modesta Senegal en el primer partido del torneo (96-79), que en muchos sitios pasaría totalmente desapercibida, tuvo como consecuencia el sonido de cláxones por las calles del centro de Liubliana. Y para el final de la primera fase, con el pase a octavos "in extremis" tras una agónica derrota de Puerto Rico frente a Italia (con triple fallado en el último segundo por Carlos Arroyo) que clasificaba a Eslovenia pese a su anterior derrota frente a China, era misión imposible encontrar alguna camiseta de la selección en las tiendas de deportes de la capital. La posterior eliminación frente a Turquía por 90-84, en un partidazo de ambos equipos, sepultó las ilusiones de todo un país, aunque el conjunto esloveno tiene en el próximo Eurobasket de España una nueva oportunidad para reivindicarse y dar una alegría a su apasionada y entregada afición.