El 14 de junio de 1980 se celebró, también en la sede del Helios, una maratoniana reunión de los clubs de Primera División, que aprobaron en ajustada votación (7 a 5) continuar con un solo extranjero por equipo. Acudieron directivos y también entrenadores de mucho nivel: Lolo Sainz, Aíto García Reneses, Pepe Laso, Moncho Monsalve… Quizá por eso, Ángel Palmi, que asistía por primera vez al lado de Novoa en representación del club de Granollers, en el que seguía después de dejar su banquillo, reconoce que volvió a casa “algo asustado por aquel caos en el que todo el mundo hablaba, yendo un poco a su bola, a defender su parcela”, pero también decidido a impulsar el cambio junto a su presidente, Rubio y Fernández, que era “el mejor parlamentario”. Todo un personaje que una vez se presentó en una asamblea luciendo su uniforme militar, sable incluido.
La del 24 de julio de 1981 es una fecha sumamente importante, sin duda la más trascendente hasta aquel momento en la historia de la Asociación, hasta el punto de que podría considerarse la del nacimiento oficioso de la ACEB. Los clubs de Primera División se reúnen en el Cuartel de la Montaña, en Madrid, donde al día siguiente se celebraría una asamblea de la Federación Española en la que saldría reelegido Ernesto Segura de Luna. Tal vez por esa coincidencia, la prensa dedicó muy pocos espacios aquellos días a los movimientos de los clubs. Hemos de entonar nuestro mea culpa como periodistas.
Asistieron a esa reunión decisiva los catorce clubs que formaban entonces la Primera División, con estos representantes: Josep Mussons (Barcelona), Pere Antoja (Cotonificio), Carles Casas (Manresa), Lolo Sainz (Real Madrid), Miguel Ángel Bufalá (Estudiantes), Ignasi Anglarill (La Salle Bonanova), Manuel Sánchez (Valladolid), José Antonio Hidalgo (Náutico), Juan Fernández (OAR Ferrol), Pepe Cabrera (Canarias), José Luis Rubio (Zaragoza), Santiago March (Joventut), Alfonso Queipo de Llano (Caja de Ronda) y Antoni Novoa (Granollers). Todo fue distinto a partir de aquel 24 de julio de 1981, día en que se pusieron realmente las bases de lo que iba a ser aquella histórica revolución.
“La trascendencia de aquella reunión –recuerda Rubio- es que evidentemente supuso un punto de inflexión en el comienzo de poner en práctica el compromiso de todos los clubs de modificar las estructuras de la competición en aquellos momentos, conscientes de que ya había llegado la hora de empezar a organizarse y poner las bases firmes de lo que tiene ser una asociación de clubs de la cual dependiera la modernización y actualización de nuestro deporte. Fue ese día cuando empezamos a pasar de las ideas a la acción, tratando temas fundamentales como los extranjeros, la publicidad, la televisión, los árbitros… En ese momento ya fuimos conscientes de que debíamos ser dueños de nuestro destino y organizar las competiciones”.
“En efecto, fue aquel día –ratifica Palmi-, en el que hubo mucho debate sobre numerosas cuestiones muy importantes, como el cambio de competición, los extranjeros o el arbitraje, cuando surgió el bigbang de personas y del sentimiento de que no podía ser, si queríamos construir algo nuevo, que cada uno fuéramos a defender lo nuestro. Estaba bien que se defendiera lo individual, pero a través de lo colectivo. El bien común fue lo que nos guió, aunque nadie desistiera de mejorar su club. Teníamos la inquietud de que las cosas no podían continuar igual, que había que seguir otros derroteros. Ese fue el mayor consenso que yo detecté: que el baloncesto no podía continuar siendo como había sido hasta entonces, que había que cambiarlo. Y también fue clave el concepto de que el resultado de las votaciones, cuando las hubiera, fuese vinculante para todos. Y gracias a eso todo salió adelante”.
En aquella reunión dimitió Josep Maria Puente (Joventut) como representante de los clubs en la FEB y le sustituyó Antoni Novoa (Granollers), propuesto por Rubio. A continuación había que elegir una junta, la primera de la Asociación que empezaba a tomar cuerpo. Se presentaron Carles Casas (Manresa), Pere Antoja (Cotonificio) y José Luis López Serrano (Real Madrid). Como el total, contando al presidente, había de ser un número impar, faltaba uno. Novoa quería que fuera el representante del Barcelona, Josep Mussons, pero este no quiso (cuentan que en algún momento llegó a decir “el año que viene ya no estaremos”) y el puesto fue para Santiago Toca (Valladolid). A partir de ahí, el proceso evolucionó con rapidez.