“Hola, soy Bob Fullarton, estoy de viaje de trabajo en Londres; quedé para llamarte más tarde pero si quieres hablamos ahora”. Esas fueron las palabras de uno de los jugadores históricos de la Liga Nacional al responder a la llamada para este reportaje. Teníamos al otro lado del aparato telefónico a uno de los pívots dominantes de la década de los 70 en nuestro baloncesto.
La voz de Bob Fullarton transmite jovialidad. Su castellano es más que correcto. Sólo tardó seis meses en aprenderlo desde su llegada a España. A diferencia de otros colegas, siempre trató de integrarse rápidamente.
Fullarton se ganó a la gente con facilidad. Lo hizo en Lugo y también en Manresa, sus destinos en nuestro país. De hecho, fue homenajeado en las dos ciudades, una circunstancia sin precedentes en nuestro basket. En dos de las plazas más genuinamente baloncestísticas de España es recordado con mucho cariño.
Ángel Sevilla, compañero de Fullarton en Lugo y Manresa lo define como “una de las personas más legales y honestas que conocí nunca, un tío estupendo, muy educado y, como jugador, un auténtico crack”.
En la cancha era de esos jugadores que enseñaban baloncesto cada minuto. Con 2,08 de estatura, no se trataba del clásico pívot al que su notable físico le bastase para dominar con autoridad. Todos sus movimientos desprendían una clase innata, un compendio de los fundamentos básicos del baloncesto. Su muñeca era letal. Incluso desde la larga distancia era un peligro constante para las defensas rivales. El lateral era su lugar preferido para martillear el aro contrario. Si existiese por aquel entonces el arco de 6’25 sería uno de los escasos pívots capaces de ser una amenaza desde esa distancia.
Bob Fullarton comenzó a practicar el baloncesto condicionado por su estatura. Siempre tuvo cualidades para ese deporte, tanto físicas como técnicas. Se licenció en la Universidad de Xavier, en Cincinatti, fue elegido en el draft y realizó una prueba con los Búfalo Braves (la franquicia que hoy se llama Los Ángeles Clippers) que, sin embargo, no le permitió participar en la NBA.
Primer contacto con la vida española y sus coches
El primer contacto de Fullarton con el baloncesto español fue en Lugo. “Mi llegada a Galicia fue como la continuación de una larga luna de miel. Mi esposa Bárbara y yo viajamos en Agosto del 73, al mes siguiente de casarnos”. En la ciudad gallega existían dos equipos, el Breogán y La Casera y Fullarton fichó por este último. “Le pedí a mi agente que mirase algo fuera de Estados Unidos y me comentó dos ofertas de la liga española, de La Casera y del Pineda; miré las cantidades económicas y me decidí por Lugo; después, al llegar a España me di cuenta de que el Pineda era de una categoría superior... - ríe Fullarton - fue falta de experiencia”. Dos temporadas después, Breogán y La Casera se fusionaron y él se convirtió en el estandarte de ese nuevo equipo. Jugó dos años en este club y consiguió ser una vez máximo anotador del campeonato..., por cierto, un éxito que ni el propio jugador recordaba con claridad.
Los aficionados lucenses guardan un detalle imborrable del norteamericano. Era frecuente verle por las calles de la ciudad desplazándose en coche. Nada sería extraño si ese vehículo no fuese el mítico Seat 600; era más que curioso ver al jugador encajonado en el escaso habitáculo de ese coche... “era una especie de payaso”, recuerda entre risas el de Wisconsin. Fullarton no necesitaba de grandes lujos.
Bob Fullarton destaca de aquel Breogán su carácter “luchador”. El primer año consiguió conservar la máxima categoría a pesar de su falta de centímetros. Al siguiente, no hubo tanta suerte. “Perdimos algunos jugadores importantes y descendimos”. Pero el pívot norteamericano guarda en su memoria más detalles como “el calor de las gradas; teníamos una afición con mucha energía, sobre todo cuando nos visitaban los equipos grandes como el Real Madrid o el Joventut. Mi mujer y yo lo pasamos muy bien con la gente de Lugo, además, los compañeros eran todos estupendos”.
Haciendo de todo en Manresa
Llegamos a la temporada 77-78 . Después del descenso, Bob Fullarton cambia Lugo por Manresa, donde llegarían los éxitos de equipo. El más destacado, el subcampeonato de Copa, cuando el Barcelona se llevó el gato al agua en una final disputada en Ferrol (93-82); Basora era el entrenador del Manresa aquel año. “Aquella copa fue muy divertida, jugábamos ante un Barça muy fuerte y creo que le hicimos sufrir un poquito; recuerdo el pabellón totalmente lleno, con un gran ambiente, salió todo muy bien a pesar de la derrota”.
Josep Cerdán lleva 38 años en el club Básquet Manresa. Allí ha hecho de todo. Ha sido consejero del presidente, delegado del equipo... incluso ha tenido que salir a limpiar la pista en más de una ocasión. Recuerda con precisión a Bob Fullarton, y su descripción es una copia exacta de la que ofrecía en Lugo Ángel Sevilla: “Era muy elegante, tremendamente servicial, estaba además muy integrado en la ciudad, era una grandísima persona. No lo conocíamos personalmente cuando lo fichamos pero se ganó nuestro cariño al momento”.
Alguna anécdota delata su carácter. Cerdán recuerda el día en el que “se había decidido pintar uno de los despachos del local social, el de uno de los directivos; el trabajo transcurrió con normalidad hasta que llegó el momento de pintar el techo, Fullarton estaba al tanto y decidió que era una tontería colocar una escalera y llamar a un pintor. Se puso manos a la obra y con su estatura no tuvo ninguna dificultad para dejar el techo impecable”.
Como buen americano, la Coca-Cola era básica en su dieta. Incluso de forma jocosa se comentaba que su hijo recién nacido no tomaba el biberón sino que prefería la bebida refrescante. No era un hombre de vicios. “Alcohol cero, fumar cero, eso sí, Coca-Cola toda”, afirma Josep Cerdán. El jugador lo admite pero con un matiz... “en realidad se trataba de Pepsi Cola”.
Hasta esta temporada, era uno de los jugadores extranjeros que más temporadas (4) ha militado en el equipo manresano, igualado con Ed Jonson (73-77) y George Singleton (90-94). Harper Williams ya ha alcanzado también esa cifra.
Fullarton notó el cambio de Galicia por Cataluña, sobre todo en sus periódicas visitas a Barcelona “dos o tres veces por semana. En Lugo todo era muy relajado y allá se vivía más deprisa, todo era mucho más grande... pero bueno, en los dos lugares estuve muy bien”. Incluso hizo sus pinitos con el catalán, idioma en el que se consideraba capaz de “sobrevivir a una entrevista”. En Barcelona conoció a uno de sus mejores amigos, con el que sigue manteniendo contacto actuamente. Se trata de Bob Guyette, jugador por aquel entonces del Barça.
Pero la diferencia fundamental entre sus dos experiencias baloncestísticas en España radicó en lo deportivo. “Manresa era un club con más capacidad, había jugadores de muy buen nivel como Miguel Ángel Estrada, Víctor Escorial, López Abril o Juan Martínez”. A este último lo considera como “el mejor base con el que jugué”. Durante unas temporadas, Manresa pudo pelear con los equipos importantes de la liga.
El ídolo de dos aficiones, de dos ciudades
El homenaje en Manresa fue uno de los más emotivos que se recuerdan en la capital de la comarca del Bagés. Se invito a toda la familia de Bob y también a la de su mujer. El club pagó todos los billetes. El acto se celebró en el Hostal El Bruch, a 18 kilómetros de Manresa, cerquita de Montserrat y asistieron a ese homenaje unas 500 personas.
El de Lugo también tuvo su miga. Fullarton aún estaba en Manresa y allí compartía equipo con otros jugadores de Lugo como Ángel Sevilla, Navarro y Manel Sánchez. Todos juntos decidieron ir a la ciudad gallega en un coche propiedad de Sevilla “prácticamente recién estrenado”, tal y como precisa el que posteriormente sería durante muchos años entrenador ayudante del Breogán. Sin embargo, el flamante coche se cansó de circular a los 300 kilómetros y los cuatro baloncestistas se quedaron tirados en la carretera. Todo esto cerca de Zaragoza y a 700 kilómetros de Lugo. El resto del viaje lo tuvieron que hacer en tren, en unas condiciones no demasiado cómodas para gente de una estatura importante. “Fue una auténtica odisea”, recuerda Sevilla. El acto de homenaje fue nuevamente multitudinario.
En 1981, Bob Fullarton decidió dejar España y el baloncesto. “Aún tenía alguna posibilidad para seguir un par de años pero el cuerpo ya estaba cansado del deporte; además acababa de tener un hijo y quería trabajar en algo más estable, estaba lejos de la familia, en fin... era ya la hora”. Desde entonces solo volvió a España en un par de ocasiones y por motivos de trabajo.
Ángel Sevilla mantuvo contacto durante muchos años con Bob Fullarton, cuando regresó a Estados Unidos. “Nos carteamos durante bastante tiempo e incluso su familia nos enviaba algún regalo durante las navidades, él estuvo trabajando en Cincinnati, en una empresa de productos químicos. Poco después le perdí la pista...”, finaliza el técnico lucense.
Más precisos fueron los datos de Ignasi Servitje, ex miembro de la junta directiva del Manresa, y el hombre que nos permitió ponernos en contacto con Bob Fullarton. Desde que el jugador dejó el baloncesto español han sabido conservar una amistad fraguada en aquellos años. Mantienen contacto por e-mail y teléfono de forma periódica. Incluso Servitje pudo ir a Cincinnati en una ocasión, durante tres semanas. “Fue curioso - recuerda - llegar a su domicilio y tener ante mí la típica imagen norteamericana, la que vemos en las películas; en medio de una urbanización, en una casa con una canasta en el jardín, una bandera de su país en la entrada y un refugio subterráneo para protegerse él y su familia de un posible tornado, huracán o ciclón...”
Desde que dejó el baloncesto, Fullarton trabajó en una importante empresa llamada Prompter and Gamble. Se dedica a la fabricación de productos de consumo, como detergentes o jabón. Sus conocimientos de español le permitieron ser jefe de ventas en la factoría de México D.F. Después se asentó definitivamente en Cincinatti. Hace año y medio dejó esa empresa y comenzó a trabajar para otra, Dunn Hamby, que le permite viajar cada mes hasta Londres. Su intención es seguir activo un par de años y después jubilarse. Aún quiere ayudar a sus hijos en sus proyectos. David, de 25 años, está a punto de finalizar la carrera de derecho; y Rico, de 22, persigue el sueño de ser actor y en unos meses abandonará Cincinatti para instalarse en Hollywood.
Fullarton quiere volver a España de turismo, quiere compartir recuerdos baloncestísticos con sus compañeros en Lugo y Manresa. Quiere comentar con ellos que “Santillana o Luyk fueron de los mejores jugadores que tuve enfrente”, que “la diferencia entre la liga de los 70 y la actual es increíble”, que “la competición española es muy interesante y los jugadores muy fuertes”, que “Gasol está entre los 25 mejores de la NBA y que sería aún mejor con diez kilos más de músculo”, que “los recuerdos que tengo de España son imborrables”, en fin…, mil cosas del baloncesto de antes y del de ahora.
En la época de los pívots dominantes, Fullarton fue uno de ellos. Si Lugo y Manresa siguen siendo ciudades de baloncesto es porque muchos han contribuído a ello. Fullarton fue uno de ellos.
FICHA PERSONAL
Bob Fullarton
Wisconsin (EE.UU). 1950. Pívot, 2,08.
Trayectoria deportiva
- 1969-1973 NCAA Univ. Xavier (Cincinnati)
- 1973 Realiza una prueba con Búfalo Braves (NBA)
- 1973-1975 La Casera (Lugo)
- 1975-1977 C.B. Breogán (Lugo)
- 1977-1981 Basquet Manresa