Por Jorge Muñoa. Madrid, 24 abr. 2005 (EFE).- El Pamesa Valencia perdió el tren del título en Vistalegre y en Las Palmas, con su propia derrota en el feudo de un Real Madrid revitalizado y animado por la aparición estelar del estadounidense Justin Hamilton y, también, por la victoria del Gran Canaria ante el Lagun Aro Bilbao, que complica mucho sus opciones de entrar entre los ocho primeros.
Dos derrotas seguidas para ambos equipos, en el caso de Pamesa dentro de un global de nueve de los once últimos partidos perdidos, aportaron un aire trascendental a la velada del debut en casa de Hamilton. Un diez para el norteamericano. Tercer y cuarto periodos magníficos. Para despedirse, un tapón estratosférico. Imaginación, físico y defensa. Muy buena entrada en sociedad.
El Madrid salió más aliviado por la derrota en Badalona del Etosa Alicante, que le garantiza mantener la segunda plaza y seguir un triunfo por delante de los alicantinos pasase lo que pasase. La tensión valenciana, sin embargo, latía al máximo porque ceder ante los blancos ponía el Playoff muy lejos.
Ninguno de los dos jugó un gran baloncesto. El Madrid sí, a partir del descanso. El partido, aún así, irradió intensidad de principio a fin. Mejor o peor, pero siempre dentro de una enorme concentración y seriedad, con el deseo de ir a ganar, conscientes de que cada posesión era importante y con los cinco sentidos puestos en cada segundo, blancos y naranjas pusieron el corazón. Preludio del Playoff.
Porque el partido de Vistalegre rezumó el olor típico de la fase por el título. Ganar o perder ya no sale gratis. Sin jugar magníficamente bien, Madrid y Pamesa disputaron un bonito asalto. Los madridistas sufrieron para anotar en la primera parte, no porque movieran mal los sistemas, en los que nunca faltó el último pase, sino porque los valencianos defendieron con alma.
Ocho triples del Pamesa en los dos primeros cuartos nivelaron el superioridad interior blanca, que además de regalar cuatro excelentes tapones en el mismo intervalo, limitó el papel del italo-argentino Fabricio Oberto y del serbio Dejan Tomasevic. Burke colocó uno de lujo.
El Pamesa guardó al también serbio Igor Rakocevic, con un esguince reciente, hasta el segundo cuarto. Es el segundo máximo anotador de la ACB y jugó. Hamilton ya había hecho acto de presencia y se le notaba algo nervioso. Pasó sus primeros minutos en Vistalegre sin llamar la atención. Ni bien ni mal, como el 41-42 del descanso, gestado en parcial de 16-3 en el arranque del segundo corte.
Lo que pasó después nadie lo esperaba. Hamilton explotó. Al final del tercer periodo, aún en medio de una incertidumbre total (65-60), el estadounidense presentaba una tarjeta de diecinueve puntos y una colección de acciones de jugador de calidad. La eclosión del nuevo base madridista, un Antonis Fotsis repleto de ambición y una gran dosis de trabajo sacaron al Madrid hacia el último cuarto sin nada asegurado en el marcador (65-60) y, sin embargo, con pinta de ganador.
El 10-2 de salida en el tramo decisivo terminó de tumbar al Pamesa (75-62). Los blancos estaban totalmente enchufados. Estaban jugando al baloncesto. Desde bastantes minutos antes, ahora sí, jugándolo muy bien. Los valencianos buscaron la reacción con el sufrimiento pintado en la cara. El espejo de su alma. Ellos sabían que sólo les podía sacar de esa un milagro.
87 - Real Madrid (18+23+24+22): Bennett (8), Sonko (10), Gelabale (7), Reyes (5), Burke (17) -cinco inicial-, Fotsis (17), Hervelle (2), Hamilton (19), Stojic (-) y Bueno (2).
76 - Pamesa Valencia (24+28+18+16): Montecchia (6), Rigaudeau (15), Yebra (23), Oberto (6), Tomasevic (12) -cinco inicial-, Julian (4), Rakocevic (4), Kammerichs (6) y Llompart (-).
Arbitros: Hierrezuelo, Alzuria y Jiménez. Señalaron técnica al banquillo del Pamesa Valencia por protestar (m.16). Excluyeron por personales a Gelabale (m.40).
Incidencias: encuentro correspondiente a la trigésima primera jornada de la primera fase de la Liga ACB 2004-05 disputado en Palacio Vistalegre ante 10.400 unos espectadores.
Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, presidió el palco.