Crónica

La sonrisa de un finalista (73-64)

Gracias a una férrea defensa, el Herbalife Gran Canaria ha conseguido derrotar al Real Madrid (73-64) en la segunda semifinal de la Supercopa Endesa. Este sábado (19:30, #0 y MD1) intentará volver a ser ‘supercampeón’ ante el Valencia Basket y delante de su público

La alegría del anfitrión (ACB Photo)
© La alegría del anfitrión (ACB Photo)
  


Las Palmas de Gran Canaria, 22 Sep. 2017.- El Herbalife Gran Canaria lo volvió a hacer. El conjunto amarillo se pone a un paso de revalidar su corona tras superar por 73-64 a un Real Madrid que estuvo siempre a su merced.

Media docena de triples en el primer cuarto impulsaron a un equipo que siempre tuvo el partido en su mano, yéndose al descanso con 9 de ventaja (37-28), bordando el baloncesto en el tercero (46-30, m.25) y sabiendo aguantar la embestida blanca en el último periodo (59-54, m.35).

De la sonrisa de McKissic (8) a la omnipresencia de Báez (19 val) o Paulí (15 val), pasando por los mates de Pasecniks o por la rúbrica de Fischer (10) o Mekel (11). Un equipo en mayúsculas. Un finalista en mayúsculas.

Lanzamiento de Seeley (ACB Photo)
© Lanzamiento de Seeley (ACB Photo)

Seis triples para soñar

Hace un año, el Herbalife Gran Canaria conquistó el cielo de Vitoria-Gasteiz, sumando el primer título de su historia y abriendo una nueva etapa en un club que cada año que pasa es más ambicioso que al anterior. Sin embargo, desde el día en el que se anunció la sede de la Supercopa Endesa 2017, los amarillos tuvieron que escuchar una y mil veces la misma cantinela: que no, que no, que el anfitrión nunca gana. Que no, que no, que el de casa siempre cae en este torneo.

¿Y qué les iba a importar a ellos cada uno de los 13 años en los que el local se quedó con la miel en los labios? ¿Y quién se iba a acordar de un solo precedente con un inicio tan explosivo? Báez y McKissic, desde el 6,75, elevaban la temperatura del Gran Canaria y Pasecniks, colgándose del aro con toda la rabia del mundo, incendiaba la semifinal (8-2). ¡Y solo habían pasado tres minutos!

Por suerte para el Real Madrid, entre Taylor y Ayón, especialmente Ayón, construían la resistencia (11-9, m.5), mas el Herbalife GC iba a otro ritmo, recitando, como en primaria, una y otra vez la tabla del tres. El tercero de Seeley, el cuarto de Aguilar. Cada baile del mexicano tenía respuesta en forma de triple. Cada amago del Real Madrid era enterrado allende el 6,75. Gal Mekel pidió sitio y Dj Seeley confirmó el idilio exterior de los amarillos con el sexto triple en ocho intentos (22-13, m.8). Que no, que no... que las maldiciones no existen. Que sí, que sí... que si acaso las hubiera, la medicina era esa.

Doncic al mando (ACB Photo)
© Doncic al mando (ACB Photo)

El rock se impone

Probablemente Kuzmic no tenía ni idea de que su equipo superó al cuadro amarillo en las cuatro ocasiones en las que se enfrentaron en una Copa. Al serbio, mejor dársela y que la hunda para dentro sin hacer demasiada filosofía sobre ello. Su entrada en pista mejoró la imagen blanca. Con Kuzmic anotando la última canasta del primer cuarto y la primera del segundo (24-19, m.11), el conjunto local por primera vez dudó. Incluso Eriksson se dejaba por el camino los dos tiros libres de una antideporiva favorable.

Sin embargo, en pista los acordes no cesaban. Sonaba el grave, sonaban las notas de Albert, sonaba el bajo de Oliver. El base, viejo rockero, de esos que después de contarte en primera persona una historia de baloncesto noventero, te construye una nueva anécdota en pleno 2017, no dejaba de tocar. El ritmo del choque era suyo y, de sus manos, salían melodías tan bellas como la del pase que permitió a Balvin machacar, pasando del "de triple en triple" al "de mate en mate" sin previo aviso.

Paulí también volaba para responder al recuperado Doncic, por fin en pista, y a pesar de que Causeur ponía a tan solo 4 puntos a su equipo desde el exterior (28-24, m.13), el propio Paulí replicaba con otro triple para poner en pie a la grada (31-24, m.14). El encuentro se trababa, con una intensidad más propias de otros momentos del curso, y el ruido seguía aumentando con cada guiño amarillo que anulaba cualquier intentona de Ayón o Randolph. Retumbaba el pío a pío tras la bomba de Eriksson, temblaba de emoción la grada tras el mate de Fischer y celebraba ilusionado el 37-28 que ponía Rabaseda al ecuador del choque. El rock se había impuesto.

Eriksson taponó el intento de mate de Randolph (ACB Photo)
© Eriksson taponó el intento de mate de Randolph (ACB Photo)

La sonrisa de un equipo

El conjunto de casa se fue a vestuarios lamentando el par de triples errados para verse con 12 de ventaja sin pensar que, simplemente con dejarse llevar por esa inercia, pronto estar por encima de la decena sería su estado natural en el partido. En un minuto, Pasecniks había conformado un colchón para los suyo (40-28) que conservarían intacto al final del tercer cuarto.

El Real Madrid, espeso en la circulación del balón, negado en el triple (1/12 al final de este periodo) y absolutamente Ayón-dependiente, no encontraba fórmulas para controlar tanto entusiasmo local y meterse de lleno en la semifinal. Por si fuera poco, McKissic la pedía y clavaba su lanzamiento lejano sin pestañear. ¿Que había pisado y le contaban solo dos puntos? A la siguiente, volvía a pedirla, se levantaba y clavaba el triple (46-30, m.25). Sus aplausos a sí mismo, sonriente, mientras regresaba a su pista para la defensa, le mejor metáfora de lo que fue este viernes un Herbalife GC que se divirtió y divirtió, que gustó y se gustó.

Todo le salía al equipo de Gran Canaria, que por momentos cuadriplicaba las asistencias de su oponente -mucho más dado hoy al destello individual- y se entendía en pista como si no hubiera habido ningún cambio en la plantilla este verano. Por si fuera poco, Eriksson pedía su lugar, taponando de forma apoteósica a Randolph antes de sacarse del sombrero una bomba al más puro estilo Navarro y Paulí, completísima su actuación, ponía la guinda a sus minutos de calidad con un triple desde la esquina (51-37, m.29), para ponérselo aún más complicado al conjunto blanco. Parecía imposible que se le pudiera escapar al equipo de casa. Pero enfrente estaba el Real Madrid...

Herbalife Gran Canaria, brillante finalista de la Supercopa Endesa (ACB Photo)
© Herbalife Gran Canaria, brillante finalista de la Supercopa Endesa (ACB Photo)

Fischer espanta los nervios

Al igual que Kuzmic hiciera entre el primero y el segundo, Carroll estrenó el cuarto periodo de idéntica forma en la que le dijo adiós al último, con canasta. Hay escudos y camisetas que asustan incluso cuando el viento sopla a favor. El madridista desató el murmullo de intranquilidad, incluso con un 51-41 favorables a 9 minutos de final.

La solución a los nervios la puso el jugador que más debía ternelos. El de su primer partido profesional, recién salido de la universidad. Pero, hablando de un jugador que se atrevió a pedirle matrimonio a su novia en su último partido en Marquette... ¿acaso el baloncesto le iba a poner nervioso? Vaya minutos del pívot. Primero, finalizando una jugada de tiralíneas del Herbalife Gran Canaria. A continuación, culminando con esfuerzo un alley-oop que se inventó Paulí. Más tarde, apareciendo en la zona rival para firmar el parcial de 6-0 con su firma. Y, por último, taponando a Carroll para iniciar un contrataque que él mismo culminó con mate (59-44, m.34). La locura. 8 puntos seguidos. Y un rival a punto de caer.

Solo a punto. El Real Madrid, el equipo de los récords con Laso al mando, aquel que quiere recuperar sus coronas perdidas por el camino, reaccionó como solo un grande reacciona. Dos golpes de rabia de Ayón por aquí, un triple de Carroll y otro de Randolph por allá. 0-10 en minuto y medio. 59-54, cinco minutos por jugar, todo el banquillo celebrando el fin del letargo... y partido casi nuevo. Quizá, hace años, el Herbalife Gran Canaria se hubiera dejado asustar. Aquel Herbalife Gran Canaria al que le hablaban de maldición de cuartos, al que le acusaban de fallar en el momento clave. Pero este equipo es otro. Desde Bilbao 2013. Desde la Copa, desde la Eurocup. Desde la Supercopa Endesa. Desde que el título brilla y brilla en su vitrina.

Pasecniks dijo basta y Mekel le siguió, para un +9 casi definitivo (63-54) que solo el orgullo blanco se encargó de cuestionar. Carroll lo intentaba todo mientras se preguntaba si había un par de gemelos Báez que estaban por cada palmo del parqué. El dominicano, a lo suyo, asistía a Pasecniks y, en la siguiente jugada, se construía su propia canasta para acabar con el partido (67-59), con Mekel poniendo la rúbrica en los segundos finales hasta dejar el marcador en un 73-64 que vuelve a poner al Herbalife Gran Canaria a un paso de la gloria. Apretaba los puños el base antes de abrazarse con Oliver, gritando un "vamos, vamos" compartido con cada aficionado de la grada, mientras se repetían, a 40 minutos de volver hacer historia y con el Valencia Basket ya esperando, una sola pregunta: ¿maleficio? ¿qué maleficio? Y volvieron a sonreír.