Redacción, 26 Nov. 2015.- Todo empezó con él. Allen Iverson fue pura inspiración. Era el más pequeño de todos pero el que más se hacía notar. Su bailes sobre el parqué, la aerodinámica de su trenzas, sus 'Reebok Answer' como motor y la tinta que recorría su piel se convirtieron en espejo para toda una generación de jóvenes que encendía, allá por los 90, su televisión cada madrugada. Era todo lo contrario a lo políticamente correcto, era la voz cantante del lado oscuro de la NBA. Tanto le daba hacerle un reverso a Michael Jordan que al código de vestimenta.
Aquellos legendarios Sixers. ¿De Philadelphia? No. Aquellos Sixers pertenecían al eterno número 3. Él solo, de la mano de sí mismo, llevó al equipo a las Finales de 2001, consiguiendo en todos y cada uno de los partidos contra los Lakers más de 35 puntos.
'Only the strong survive' en un hombro, 'Hold my own' en el otro, o el mítico 'Fame: F*ck All My Enemies' en la espalda. No había zona en su cuerpo que no haya pasado por el momento creativo. No había centímetro en su piel que no haya sentido el dolor de una aguja. No había nadie como él. Allen era de otro mundo.
Entre todos aquellos chicos que admiraban a la estrella de 'Phila' había uno que hoy en día viste la camiseta del Movistar Estudiantes. "Siempre veía a mis ídolos por la tele o en las revistas e iban todos tatuados", dice Nacho Martín. "Me gustaba esa estética y ese rollo", cuenta rememorando aquella época. El pequeño Nacho, si algún día lo fue, tendría 16 ó 17 años y vestía el blaugrana del FC Barcelona.
"Pensé en lo que me podía hacer y si me iban a dejar, que aparte del club, estaba mi familia", explica. Con esa edad apenas tienes capacidad de elección propia, pero, ¿sabes que la gente con tatuajes es más creativa? ¿Y sabes que además, los que visten su cuerpo con tinta, se crecen ante las dudas o problemas? Pues eso hizo. "Fue tirarse un poco a la piscina", dice de su primera estampa.
![]() | "Si yo veo a alguien no me importa su forma de mostrarse hacia afuera. Todo está dentro. Me fijo en su mentalidad y en su buen corazón. Su cuerpo no importa" - Edwin Jackson (Unicaja) |
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![]() | "Si yo veo a alguien no me importa su forma de mostrarse hacia afuera. Todo está dentro. Me fijo en su mentalidad y en su buen corazón. Su cuerpo no importa" - Edwin Jackson (Unicaja) |
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"En mi caso, el primero fue para perderle el miedo a las agujas. Para saber qué era un tatuaje, si dolía o no, cómo lo iba a llevar, cuál iba a ser la repercusión en mi entorno...", porque aclara, "con 16 años no es lo mismo que con 32". El ala-pívot empezó por las piernas y de ahí empezó a subir.
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"Al principio quizás me motivaban más las ansias de estar tatuado, luego ya vas buscando más los motivos", comenta el vallisoletano: "Todos tienen un sentido y una historia. Todos me los he hecho a razón de algo".
El tobillo de Llorca Hablar de Llorca es hablar de baloncesto callejero. Las canchas de asfalto siempre estarán presentes en el cuerpo del escolta de L'Hospitalet, ya que en su tobillo se puede leer 'Streetball Style'. La zona no está elegida sin argumentos, y es que gracias a sus rápidos movimientos ha enviado a varios contrincantes al hospital tras unos 'crossovers' muy serios. ¿Diagnóstico? Tobillos destrozados.
La 'España Industrial', al lado de la Estación de Sants, en Barcelona, es una de las mecas del basket urbano. Cada verano, entre viaje y viaje (el último tocó jugar el Quai54 de París y los Juegos Europeos 3x3 de Bakú), Llorca cumple y visita esa pista tan querida para seguir poniendo su nombre lo más alto posible. Y no hay mucho más que subir... No lo dice él, sino una encuesta hecha por el Facebook oficial de la B-Squad, uno de los equipos de 'Streetball' mejor considerados a nivel mundial. En ella, los nombres de Nacho Martín, Juan Vasco, Álex Ros y como no, Álex Llorca, son los que más se repiten como los mejores 'streetballers' a nivel nacional. Además del tatuaje de su tobillo, el jugador del Montakit Fuenlabrada tiene dos tatuajes más, uno en la muñeca y otro en la espalda, destacando este último por el significado del mismo: 'Take your chances'. "Hay que coger todas las oportunidades que tengas", cuenta el español, que a pesar de que se puede utilizar en todos los aspectos de la vida, la frase le ha sido muy útil en el baloncesto. "Es lo que practico día a día y es a lo que me dedico. Ha sido muy importante porque tengo que aprovechar todo lo que me pasa", añade. Ahora sabe que está en uno de esos momentos: "Se me presenta una oportunidad que llevo esperando durante mucho tiempo, que es volver a la Liga Endesa, y la voy a coger al máximo", dice un Llorca que aún no ha podido debutar por una inoportuna lesión antes de comenzar la temporada. Este tatuaje se lo hizo hará unos cinco años, cuando estaba en su última temporada de Manresa. Recuerda que fue a hacérselo con Nacho Martín y que fueron unas dos horas y media o tres horas de sufrimiento. "Hubo un momento en el que le dije que parase porque no podía aguantar más", coincidiendo la aguja y su columna vertebral en espacio-tiempo. "Ahí noté mucho dolor", recuerda, "pero solo iba por la mitad así que apreté los dientes y siguió". Es que "no estoy tan acostumbrado a tatuarme", confiesa.
Tres son los tatuajes que cubren su piel y advierte que ya no se hará más. Hay una regla no escrita en este mundo que dice que tienes que tener números impares para no tener mala suerte. "Soy una persona y un jugador muy supersticioso. De hecho tenía dos y me hice el tercero", cuenta sonriendo, eso sí, todos ellos "me los he hecho en partes discretas que no se ven mucho". | ![]() | ||
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El tobillo de Llorca Hablar de Llorca es hablar de baloncesto callejero. Las canchas de asfalto siempre estarán presentes en el cuerpo del escolta de L'Hospitalet, ya que en su tobillo se puede leer 'Streetball Style'. La zona no está elegida sin argumentos, y es que gracias a sus rápidos movimientos ha enviado a varios contrincantes al hospital tras unos 'crossovers' muy serios. ¿Diagnóstico? Tobillos destrozados.
La 'España Industrial', al lado de la Estación de Sants, en Barcelona, es una de las mecas del basket urbano. Cada verano, entre viaje y viaje (el último tocó jugar el Quai54 de París y los Juegos Europeos 3x3 de Bakú), Llorca cumple y visita esa pista tan querida para seguir poniendo su nombre lo más alto posible. Y no hay mucho más que subir... No lo dice él, sino una encuesta hecha por el Facebook oficial de la B-Squad, uno de los equipos de 'Streetball' mejor considerados a nivel mundial. En ella, los nombres de Nacho Martín, Juan Vasco, Álex Ros y como no, Álex Llorca, son los que más se repiten como los mejores 'streetballers' a nivel nacional. Además del tatuaje de su tobillo, el jugador del Montakit Fuenlabrada tiene dos tatuajes más, uno en la muñeca y otro en la espalda, destacando este último por el significado del mismo: 'Take your chances'. "Hay que coger todas las oportunidades que tengas", cuenta el español, que a pesar de que se puede utilizar en todos los aspectos de la vida, la frase le ha sido muy útil en el baloncesto. "Es lo que practico día a día y es a lo que me dedico. Ha sido muy importante porque tengo que aprovechar todo lo que me pasa", añade. Ahora sabe que está en uno de esos momentos: "Se me presenta una oportunidad que llevo esperando durante mucho tiempo, que es volver a la Liga Endesa, y la voy a coger al máximo", dice un Llorca que aún no ha podido debutar por una inoportuna lesión antes de comenzar la temporada. Este tatuaje se lo hizo hará unos cinco años, cuando estaba en su última temporada de Manresa. Recuerda que fue a hacérselo con Nacho Martín y que fueron unas dos horas y media o tres horas de sufrimiento. "Hubo un momento en el que le dije que parase porque no podía aguantar más", coincidiendo la aguja y su columna vertebral en espacio-tiempo. "Ahí noté mucho dolor", recuerda, "pero solo iba por la mitad así que apreté los dientes y siguió". Es que "no estoy tan acostumbrado a tatuarme", confiesa.
Tres son los tatuajes que cubren su piel y advierte que ya no se hará más. Hay una regla no escrita en este mundo que dice que tienes que tener números impares para no tener mala suerte. "Soy una persona y un jugador muy supersticioso. De hecho tenía dos y me hice el tercero", cuenta sonriendo, eso sí, todos ellos "me los he hecho en partes discretas que no se ven mucho". | ![]() | ![]() |
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El jugador estudiantil es muy ordenado en este ámbito. Todos sus tatuajes son por cosas que han pasado en su vida y a la que tiene un motivo, aprovecha para pasar por 'ONDO Tattoo', el salón de su amigo Fran Fernández. Este genio tiene su estudio en Barcelona y para Nacho Martín es el mejor de España: "Me he hecho un montón con él y voy a repetir por la calidad y porque estoy muy contento con el resultado. Hace un trabajo excepcional y por eso voy tranquilo".
Fran contesta, "quizás el mejor de España no, pero para él a lo mejor soy el mejor tatuador para lo que él se quiere hacer. Para el estilo que busca creo que encajo perfectamente. Eso sí, hay gente muy buena en España y para todos los estilos". No hay nadie mejor cualificado que él para explicar lo que el jugador quiere para su piel: "Líneas gorditas, blanco y negro, y mucho detalle con líneas finitas para remarcar".
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El internacional tiene la suerte de tener amistad con Fran, ya que aunque actualmente tiene cinco meses de espera "él aparece directamente por la tienda y me dice 'me quiero tatuar'. Como con él tengo confianza y lo conozco desde hace tiempo siempre intento buscar algún hueco, ya que tiene el problema de las vacaciones y su temporada", explica: "Lo tiene muy complicado".
En cambio, sus clientes habituales normalmente le contactan porque han visto su trabajo por Internet o Instagram o porque ya se han tatuado antes y tienen claro que el estilo encaja con ellos. "Cada tatuador tiene el suyo", aclara.
La vía de comunicación suele ser el Facebook oficial de ONDO Tattoo. "Es la red social más grande y es la forma más fácil para contactar con la gente", comenta. Es un tatuador muy cercano a pesar de la cantidad de trabajo que tiene. "Por ahí puedes hablar por privado, enviar fotos y estar al día con el tema del dibujo y del diseño", expone. Eso sí, quiere recordar que "lo más importante es coger la cita, ya que cuanto más tarda la gente más tarde se las puedo dar". Su agenda pide a voces ampliar las horas del día.
El cliente, en tal caso, siempre muestra su idea, siempre sabe más o menos lo que se quiere hacer. "Entonces yo les aconsejo, les digo si me gusta, si no me gusta, si pienso que va a quedar mejor esto, si va a quedar mejor lo otro", es como un 'brainstorming' conjunto. El punto positivo es que siempre habrá un tiempo prudencial para preparar justo lo que el usuario quiera.
Familia y Dios Es muy común ver a jugadores afroamericanos o de piel negra que llegan a la Liga Endesa con bastantes tatuajes. La cultura de la tinta en el deporte empezó en las calles de Estados Unidos y se ha ido desarrollando en el resto de lugares del mundo, como por ejemplo, Francia, que está apostando muy fuerte por el baloncesto urbano. En estos casos, las temáticas principales son la familia y la creencia en Dios.
El escolta empezaría por su hombro derecho. Allí se puede leer 'BP'. "Todos mis amigos y familia, la gente que me conoce en general, me llama así. Es como mi apodo", dice. Ese mismo tatuaje tiene cuatro estrellas rodeándolo que "representan a los miembros de mi familia: a mis padres y a mis dos hermanos". Y justo debajo, se cierra con un 'Family Forever', "porque todo lo que puedes tener en la vida es tu familia", explica el héroe de los últimos partidos de la Penya. Ese es su tatuaje más visible, pero tiene bastantes más a pesar de que no se le vean. Ni él mismo sabe cuántos tiene. "No estoy del todo seguro, creo que en total he ido a la tienda de tatuajes como unas siete u ocho veces", y es que es como una droga, todo el mundo repite. "Cuando empiezas casi no haces un seguimiento pero puedo decir que tengo prácticamente todo el brazo izquierdo cubierto", comenta el estadounidense. Ese brazo que tapa con un calentador mientras juega. Ese brazo que está muy centrado en su fe en Dios y en el que se puede leer 'Blessed', "porque siento que mi vida ha sido realmente bendecida", o 'Faith', con letra negrita. "¿El dolor? Puede llegar a ser muy doloroso dependiendo de dónde lo quieras", advierte. Su experiencia personal no ha sido tan traumática aunque avisa que "por la parte de dentro del brazo fue muy duro, quizás el que más", acaba.
Melissay Olivia, que así se llaman, tienen protagonismo en el otro brazo y es que reconoce que tiene muchas marcas en la piel sobre su familia y amigos. "No sabría decir cuántos tatuajes tengo. Por ejemplo, tengo todo mi pecho cubierto", explicando que "ahora es una sola pieza". "Me hice uno, luego otro, y otro, y otro, y ahora forman parte de un solo tatuaje. No sé, tengo muchos, puede que 30 ó 40", añade. El escolta francés no se considera un 'fashion victim' pero sí que le gusta vestir con cierta ropa. Va con su personalidad, es su forma de expresarse y de mostrarle al mundo lo que lleva dentro. Y los tatuajes son parte de su comunicación corporal. "Cuando voy a hacerme uno voy emocionado, es algo nuevo y que va a cambiar mi cuerpo. Siempre estoy feliz por ello", explica. Jacksonya no se sorprende cuando se ve una marca nueva en su torso. "Ahora es diferente porque tengo muchos, pero en el primero sí que me pasé los primeros días mirándolo. Me despertaba y decía 'oh, tengo un tatuaje', pero eso ya no me pasa", dice riéndose.
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Familia y Dios Es muy común ver a jugadores afroamericanos o de piel negra que llegan a la Liga Endesa con bastantes tatuajes. La cultura de la tinta en el deporte empezó en las calles de Estados Unidos y se ha ido desarrollando en el resto de lugares del mundo, como por ejemplo, Francia, que está apostando muy fuerte por el baloncesto urbano. En estos casos, las temáticas principales son la familia y la creencia en Dios.
El escolta empezaría por su hombro derecho. Allí se puede leer 'BP'. "Todos mis amigos y familia, la gente que me conoce en general, me llama así. Es como mi apodo", dice. Ese mismo tatuaje tiene cuatro estrellas rodeándolo que "representan a los miembros de mi familia: a mis padres y a mis dos hermanos". Y justo debajo, se cierra con un 'Family Forever', "porque todo lo que puedes tener en la vida es tu familia", explica el héroe de los últimos partidos de la Penya. Ese es su tatuaje más visible, pero tiene bastantes más a pesar de que no se le vean. Ni él mismo sabe cuántos tiene. "No estoy del todo seguro, creo que en total he ido a la tienda de tatuajes como unas siete u ocho veces", y es que es como una droga, todo el mundo repite. "Cuando empiezas casi no haces un seguimiento pero puedo decir que tengo prácticamente todo el brazo izquierdo cubierto", comenta el estadounidense. Ese brazo que tapa con un calentador mientras juega. Ese brazo que está muy centrado en su fe en Dios y en el que se puede leer 'Blessed', "porque siento que mi vida ha sido realmente bendecida", o 'Faith', con letra negrita. "¿El dolor? Puede llegar a ser muy doloroso dependiendo de dónde lo quieras", advierte. Su experiencia personal no ha sido tan traumática aunque avisa que "por la parte de dentro del brazo fue muy duro, quizás el que más", acaba.
Melissay Olivia, que así se llaman, tienen protagonismo en el otro brazo y es que reconoce que tiene muchas marcas en la piel sobre su familia y amigos. "No sabría decir cuántos tatuajes tengo. Por ejemplo, tengo todo mi pecho cubierto", explicando que "ahora es una sola pieza". "Me hice uno, luego otro, y otro, y otro, y ahora forman parte de un solo tatuaje. No sé, tengo muchos, puede que 30 ó 40", añade. El escolta francés no se considera un 'fashion victim' pero sí que le gusta vestir con cierta ropa. Va con su personalidad, es su forma de expresarse y de mostrarle al mundo lo que lleva dentro. Y los tatuajes son parte de su comunicación corporal. "Cuando voy a hacerme uno voy emocionado, es algo nuevo y que va a cambiar mi cuerpo. Siempre estoy feliz por ello", explica. Jacksonya no se sorprende cuando se ve una marca nueva en su torso. "Ahora es diferente porque tengo muchos, pero en el primero sí que me pasé los primeros días mirándolo. Me despertaba y decía 'oh, tengo un tatuaje', pero eso ya no me pasa", dice riéndose.
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Y es que a pesar de tener una amplia experiencia de sufrimiento por culpa de la tinta, el Premio Endesa a la Actitud Azul de la temporada 2012-13 reconoce que "siempre sientes el nerviosismo de 'ya estoy aquí otra vez, ya me toca'". Con Fran sabe que tendrá tiempo si quiere hacer los últimos retoques al diseño puesto que se suele guardar el día entero para el cliente. Las únicas ganas que tienes en ese momento son las de "acabar y de pasar el sufrimiento y el dolor", comenta el ala-pívot.
El tatuador sabe que con Nacho no tiene que actuar de psicólogo puesto que ya sabe lo que es tatuarse, pero que "la gente primeriza siempre está un poco más asustada y tienes que explicarles cómo será el proceso", aclara: "Siéntate, no te preocupes, simplemente vas a notar una especie de lápiz caliente, no notarás la aguja pinchándote, solo calor y un roce porque va a mil revoluciones por segundo..."
Hay zonas más sensibles que otras y la gente lo sabe y depende de dónde se quieran tatuar vienen más o menos nerviosos. "La parte interior del brazo, las costillas o sitios donde hay huesos o articulaciones", advierte el profesional.
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El estudiantil recalca la importancia de tener confianza y conocer al tatuador. Él tiene la suerte de que es su amigo "y hablamos de nuestras historias, de cómo me ha ido la temporada, de cómo le va a él, de los viajes y de muchísimas cosas". De esta forma, comenta que "se hace un poco más ameno".
![]() | "Algunas personas pueden ver mis tatuajes y tener una concepción sobre mí, pero la gente que me conoce sabe qué tipo de persona soy" - Brandon Paul (FIATC Joventut) |
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![]() | "Algunas personas pueden ver mis tatuajes y tener una concepción sobre mí, pero la gente que me conoce sabe qué tipo de persona soy" - Brandon Paul (FIATC Joventut) |
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Al final, dice, "se sufre con gusto", y no hay mejor ejemplo que el que todos acaben repitiendo. "Nadie te obliga y aunque es cierto que es doloroso y no es una sensación agradable, el resultado final queda de por vida", y eso, repite, "sí que es agradable". Tanto es así que en su piel se pueden observar unos 20 tatuajes: "Ya he perdido la cuenta".
Las madres de Andorra Normalmente, cuando estás sentado recibiendo una buena dosis de aguja en piel te sueles acordar de dos madres. La del tatuador, por el daño que te está haciendo; y de la tuya propia, por el daño que te puede llegar a hacer cuando llegues a casa. Por ello, dos de los jugadores del MoraBanc Andorra han ideado diferentes técnicas para burlar el control parental. Por un lado, la bomba de humo de Sergi Pino, que primero decidió hacerse un tatuaje pequeñito para que la sorpresa en su domicilio no sea mayúscula. De esta forma, su madre puede ir acostumbrándose poco a poco a los siguientes tatuajes de mayor tamaño. Por el otro, la agónica espera de Betinho Gomes, que tuvo que esperar a irse de su Cabo Verde natal para tener vía libre en Lisboa. La bomba de humo
Ante una emergencia latente, el Cuerpo de Policía siempre asegura su físico lanzando primero una bomba de humo para ocultar su 'actuación sorpresa' lo máximo posible. Esta es la táctica de Sergi Pino. Que entró en su casa con un pequeño tatuaje para ocultar realmente sus intenciones: hacerse uno mucho mayor sin mucha repercusión. "A mi madre no le gustan mucho los tatuajes y pensé 'me hago algo en forma de pulserita y a ver qué piensa'", dice con su habitual sentido del humor. En su muñeca izquierda se puede leer 'Here and now is this moment', una frase con profundidad que sin duda le ayudó a entrar en el juego. "Cuando llegué puso la típica cara pero en el fondo le gustó", confiesa el catalán. Una vez abierta la veda, vía libre. A por el segundo. Su brazo derecho está cubierto por un gran águila y sí, "con este se quedó algo perpleja", reconoce. "Cuando me lo estaba haciendo la llamé y le dije 'mira lo que me estoy haciendo mamá, escucha'", mientras sonaba la aguda sinfonía de la máquina tatuadora. -Me estoy haciendo un águila. (Sergi Pino) -¿Cómo? ¿Cómo que un águila? ¿Será pequeñita como la pulsera, no? (Su madre) -Sí, sí, cuando la veas fliparás (Sergi Pino) "Llegué a casa y cuando lo vio casi me mete un tortazo", cuenta riéndose, aceptando que su bomba de humo no fue del todo acertada. "Luego lo miró, lo observó bien y me dijo 'va, te perdono', y nada... ¡Aquí lo tengo!", añade.
Pero las sorpresas en la casa de los Pino no se quedan en la piel de Sergi, y es que cuando vestía la camiseta del Valladolid su padre fue a hacerle una visita "y se había tatuado mi nombre en tailandés", explica asombrado. "Curioso. Me dijo 'si tú llevas yo también me hago uno'", vuelve a reírse el catalán: "Mi padre es moderno, con tatuaje y todo".
¿Por qué empezó? "Me gusta el arte", confiesa: "Me gusta pensar en mi cuerpo como una tela en la que se puede hacer arte". Y qué mejor ejemplo que su imponente espalda, cubierta completamente por dos alas gigantes en las que tardaron unas seis horas de trabajo, obviamente, con varias sesiones de por medio. Para aguantar tanto tiempo tienes que tolerar el dolor. Reconoce que sí que duele, "pero al final te acostumbras", explica. Hay pocos con más autoridad que él en la Liga Endesa para hablar de tatuajes, y es que ya acumula unos 35 por todo el cuerpo. Su familia es la temática principal, siendo el más especial de todos el de su hija Adriana. De todos los que visten su cuerpo, "con el paso de los años no hay ninguno que me moleste", añadiendo que no ha pensado en borrárselos, aunque "sí conozco a gente que lo ha hecho", La virgen de Fátima y su misma madre están presentes en su piel cada día que se despierta. Aún así, la asignatura pendiente sigue siendo la misma que cuando empezó con esta moda: "A ella sigue sin gustarle que lleve tantos tatuajes".
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Las madres de Andorra Normalmente, cuando estás sentado recibiendo una buena dosis de aguja en piel te sueles acordar de dos madres. La del tatuador, por el daño que te está haciendo; y de la tuya propia, por el daño que te puede llegar a hacer cuando llegues a casa. Por ello, dos de los jugadores del MoraBanc Andorra han ideado diferentes técnicas para burlar el control parental. Por un lado, la bomba de humo de Sergi Pino, que primero decidió hacerse un tatuaje pequeñito para que la sorpresa en su domicilio no sea mayúscula. De esta forma, su madre puede ir acostumbrándose poco a poco a los siguientes tatuajes de mayor tamaño. Por el otro, la agónica espera de Betinho Gomes, que tuvo que esperar a irse de su Cabo Verde natal para tener vía libre en Lisboa. La bomba de humo
Ante una emergencia latente, el Cuerpo de Policía siempre asegura su físico lanzando primero una bomba de humo para ocultar su 'actuación sorpresa' lo máximo posible. Esta es la táctica de Sergi Pino. Que entró en su casa con un pequeño tatuaje para ocultar realmente sus intenciones: hacerse uno mucho mayor sin mucha repercusión. "A mi madre no le gustan mucho los tatuajes y pensé 'me hago algo en forma de pulserita y a ver qué piensa'", dice con su habitual sentido del humor. En su muñeca izquierda se puede leer 'Here and now is this moment', una frase con profundidad que sin duda le ayudó a entrar en el juego. "Cuando llegué puso la típica cara pero en el fondo le gustó", confiesa el catalán. Una vez abierta la veda, vía libre. A por el segundo. Su brazo derecho está cubierto por un gran águila y sí, "con este se quedó algo perpleja", reconoce. "Cuando me lo estaba haciendo la llamé y le dije 'mira lo que me estoy haciendo mamá, escucha'", mientras sonaba la aguda sinfonía de la máquina tatuadora. -Me estoy haciendo un águila. (Sergi Pino) -¿Cómo? ¿Cómo que un águila? ¿Será pequeñita como la pulsera, no? (Su madre) -Sí, sí, cuando la veas fliparás (Sergi Pino) "Llegué a casa y cuando lo vio casi me mete un tortazo", cuenta riéndose, aceptando que su bomba de humo no fue del todo acertada. "Luego lo miró, lo observó bien y me dijo 'va, te perdono', y nada... ¡Aquí lo tengo!", añade.
Pero las sorpresas en la casa de los Pino no se quedan en la piel de Sergi, y es que cuando vestía la camiseta del Valladolid su padre fue a hacerle una visita "y se había tatuado mi nombre en tailandés", explica asombrado. "Curioso. Me dijo 'si tú llevas yo también me hago uno'", vuelve a reírse el catalán: "Mi padre es moderno, con tatuaje y todo".
¿Por qué empezó? "Me gusta el arte", confiesa: "Me gusta pensar en mi cuerpo como una tela en la que se puede hacer arte". Y qué mejor ejemplo que su imponente espalda, cubierta completamente por dos alas gigantes en las que tardaron unas seis horas de trabajo, obviamente, con varias sesiones de por medio. Para aguantar tanto tiempo tienes que tolerar el dolor. Reconoce que sí que duele, "pero al final te acostumbras", explica. Hay pocos con más autoridad que él en la Liga Endesa para hablar de tatuajes, y es que ya acumula unos 35 por todo el cuerpo. Su familia es la temática principal, siendo el más especial de todos el de su hija Adriana. De todos los que visten su cuerpo, "con el paso de los años no hay ninguno que me moleste", añadiendo que no ha pensado en borrárselos, aunque "sí conozco a gente que lo ha hecho", La virgen de Fátima y su misma madre están presentes en su piel cada día que se despierta. Aún así, la asignatura pendiente sigue siendo la misma que cuando empezó con esta moda: "A ella sigue sin gustarle que lleve tantos tatuajes".
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De todos los que tiene en su cuerpo, Nacho Martín solo ha utilizado dos sesiones para el de la espalda, ya que es mucho más grande de lo normal. "El máximo tiempo que he estado, si no recuerdo mal, fueron las cuatro horas de sesión en las costillas", en donde tiene la letra de 'Nada ni nadie', una canción de Nach.
En el brazo derecho, por fuera, necesitó tres horas y media, y por dentro, otras tres. Por norma general, los tatuadores no superan ese tiempo en cada sesión. Tres o cuatro horas y si no lo termina, se regresa otro día: "Es lo que te toca sufrir".
Fran Fernández se sincera. "La gente dice que no duelen, pero a ver, doler duelen todos. Un tatuaje pequeño de diez minutos duele diez minutos y eso se pasa en nada. Un tatuaje de tres horas ya duele más, porque son tres horas sufriendo la aguja pasando por el mismo sitio y eso irrita la piel".
Por otro lado, recalca, "la piel a los cinco o diez minutos empieza a tolerar el dolor y es cuando la gente se relaja, porque al principio pasas de cero dolor a dolor. Es como un salto".
![]() | "No me importa que la gente piense si soy de una determinada manera o de otra cuando me mira, porque sé que no cambiaré su forma de pensar" - Edwin Jackson (Unicaja) |
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![]() | "No me importa que la gente piense si soy de una determinada manera o de otra cuando me mira, porque sé que no cambiaré su forma de pensar" - Edwin Jackson (Unicaja) |
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Cuando la máquina deja de sonar sientes una paz interior tremenda, a la vez que ganas de mirarte en el espejo. "Cuando terminan de hacerte lo que querías lo que primero hago es mirar si está bien colocado, si está torcido o muy cerca de los demás", añade el del Movistar Estudiantes.
Aunque con Fran, dice, "siempre es un acierto y quedo satisfecho". Pero lo que se ve en ese primer momento no es el resultado final, ni mucho menos. "El color los primeros días es mucho más intenso que al final y hasta que no pasan unos dos meses no ves el aspecto definitivo del tatuaje", aclara.
El tatuador de Nacho lo confirma. "La gente se asusta mucho cuando se lo ven por primera vez y está recién hecho", hay que recordar que "la tinta está muy encendida y si hay mucha sombra se irrita la piel y el tatuaje se ve muy rojo, pero al final, la intensidad acaba bajando y se verá a los pocos días mucho más clarito", dice para tranquilizar, sobre todo, a los más novatos.
La temática maorí de Fotu
Cada vez estamos más acostumbrados a ver tatuajes polinésicos por nuestras calles pero, ¿realmente sabemos lo que quieren decir? ¿Vemos una definición tras la tinta o solo vemos un diseño realmente bonito? Si hay una persona capacitada para hablar de la temática maorí es el neozelandés Isaac Fotu, jugador del CAI Zaragoza. Su brazo izquierdo es una obra de arte. Quizás comparable con la Capilla Sixtina del Vaticano o el 'Guernica' de Picasso, cada uno, obviamente, con su estilo particular. Seis sesiones para un total de más o menos 25 horas invertidas en esa maravilla que llega a cubrir toda su extremidad. "He ido muchas veces al estudio", confiesa entre risas. "Cada tatuaje cuenta una historia. Cada tatuaje representa a una familia", dice el jugador interior. "Esta cultura viene de los indígenas que vivían en Nueva Zelanda antes de que llegaran los europeos. Mucha gente elige esta temática para mostrarlo al mundo, es muy importante para ellos", comenta. Las raíces no solo se muestran en el diseño, también en la forma de hacer el tatuaje. "Todavía hay muchos que eligen hacérselo de la manera tradicional", añade, "aunque pienso que es mucho más doloroso que con la máquina normal porque te puede causar problemas al irritarse la piel". En el pasado, cuando no había electricidad y no se podía utilizar la pistola con la que actualmente se tatúa, se usaban cinceles de huesos de albatros conocidos como 'uhi', unidos a un trozo de madera que se golpeaba con un mazo contra la piel, clavando así la tinta. La cultura ancestral sigue muy presente en la actualidad, y el claro ejemplo es que aparte de los tatuajes, antes de los partidos, la 'haka' sigue estando muy presente. Fotu, que eligió la forma moderna, explica que su tatuaje es 'tongan', al igual que su padre. Tonga es un pequeño país del Pacífico con poco más de 100.000 habitantes. Además, "representa" a su familia y a su "herencia polinésica". De esta forma, dice, "la gente sabe de dónde vengo y lo que me identifica". Además, en la parte interior del bíceps tiene su segundo nombre, Mana Mei Langi, que significa "dado del cielo". En su país la visión es "diferente". "La gente no te mira mal ni nada por el estilo", admite, "está bien visto en Nueva Zelanda, hay tanta gente con ellos que no es como aquí".
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La temática maorí de Fotu
Cada vez estamos más acostumbrados a ver tatuajes polinésicos por nuestras calles pero, ¿realmente sabemos lo que quieren decir? ¿Vemos una definición tras la tinta o solo vemos un diseño realmente bonito? Si hay una persona capacitada para hablar de la temática maorí es el neozelandés Isaac Fotu, jugador del CAI Zaragoza. Su brazo izquierdo es una obra de arte. Quizás comparable con la Capilla Sixtina del Vaticano o el 'Guernica' de Picasso, cada uno, obviamente, con su estilo particular. Seis sesiones para un total de más o menos 25 horas invertidas en esa maravilla que llega a cubrir toda su extremidad. "He ido muchas veces al estudio", confiesa entre risas. "Cada tatuaje cuenta una historia. Cada tatuaje representa a una familia", dice el jugador interior. "Esta cultura viene de los indígenas que vivían en Nueva Zelanda antes de que llegaran los europeos. Mucha gente elige esta temática para mostrarlo al mundo, es muy importante para ellos", comenta. Las raíces no solo se muestran en el diseño, también en la forma de hacer el tatuaje. "Todavía hay muchos que eligen hacérselo de la manera tradicional", añade, "aunque pienso que es mucho más doloroso que con la máquina normal porque te puede causar problemas al irritarse la piel". En el pasado, cuando no había electricidad y no se podía utilizar la pistola con la que actualmente se tatúa, se usaban cinceles de huesos de albatros conocidos como 'uhi', unidos a un trozo de madera que se golpeaba con un mazo contra la piel, clavando así la tinta. La cultura ancestral sigue muy presente en la actualidad, y el claro ejemplo es que aparte de los tatuajes, antes de los partidos, la 'haka' sigue estando muy presente. Fotu, que eligió la forma moderna, explica que su tatuaje es 'tongan', al igual que su padre. Tonga es un pequeño país del Pacífico con poco más de 100.000 habitantes. Además, "representa" a su familia y a su "herencia polinésica". De esta forma, dice, "la gente sabe de dónde vengo y lo que me identifica". Además, en la parte interior del bíceps tiene su segundo nombre, Mana Mei Langi, que significa "dado del cielo". En su país la visión es "diferente". "La gente no te mira mal ni nada por el estilo", admite, "está bien visto en Nueva Zelanda, hay tanta gente con ellos que no es como aquí".
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Una vez te vas a casa con la nueva obra de arte tapada con la crema y el plástico, llega la parte más dura. Los continuos cuidados. Nada más llegar a casa tienes que dejarlo respirar y limpiarlo, ya que todavía tendrá sangre. "La espera hasta que esté curado es lo más duro", reconoce Nacho Martín
Fran explica que cada tatuador tiene sus métodos para la cura aunque él usa la "forma estándar". Recomienda taparlo los tres primeros días con plástico, dejándolo respirar de vez en cuando. "Nada más hacerse el tatuaje todavía supura tinta, además, sale todavía un poco de sangre. De esta forma evitas que te manche y que se te infecte", aclara
Cada pocas horas tienes que nutrirlo y tenerlo siempre limpio, al mismo tiempo que vas viendo los progresos. A las dos o tres semanas más o menos, dejas la crema, y al mes o dos meses es cuando se puede decir "ahora sí estoy orgulloso de esto que llevo en mi cuerpo", dice el del 'Estu'.
![]() | "Llevamos los tatuajes porque queremos, por algo que pensamos o creemos y por algo con lo que nos identificamos. Nos tiene que dar igual lo que piensen los demás" - Álex Llorca (Montakit Fuenlabrada) |
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![]() | "Llevamos los tatuajes porque queremos, por algo que pensamos o creemos y por algo con lo que nos identificamos. Nos tiene que dar igual lo que piensen los demás" - Álex Llorca (Montakit Fuenlabrada) |
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El jugador internacional español reconoce que "nunca" ha sentido rechazo tras un tatuaje. "Siempre te puede gustar más o menos, lo podías haber hecho más grande o más pequeño, más intenso o menos intenso, pero todos los que tengo son por un motivo y estoy orgulloso de llevarlos", añade. Por lo que "nunca me ha pasado que me quiera quitar uno".
Después de tener el tatuaje acabado... "¿En qué pienso? En el siguiente", dice riendo. "Una vez que le pierdes el miedo..." Su próximo objetivo es cerrarse los dos antebrazos, tanto el derecho como el izquierdo. 'DaFlow', como le conocen en el 'streeball', ya tiene los dos brazos completos enteros y solo le falta esa zona. "Ya están pensados y más que pensados, pero me tendré que esperar al verano que viene", comenta: "Uno probablemente será con Fran y otro con un colega de Fran, que es experto en realismo, en hacer retratos, caras, personas... Así que el verano que viene ya lo tengo ocupado".
La mitología de Motos Muchos jugadores tienen tatuajes para resguardar a sus familias, pero sin duda, el de Mikel Motos es muy especial. El jugador del RETAbet.es GBC ha recurrido a la mitología para amparar a los suyos.
En su espalda tiene una Flor del Sol, más conocida en el país vasco como 'Eguzkilore', con "las iniciales del puño y letra de mi hermana, mi madre y mi padre", explica el jugador de la clase del 93. Cuenta la leyenda que al principio de la humanidad no había iluminación en la Tierra. Por ello, los primeros habitantes se pusieron en contacto con la Diosa del Sol porque vivían en un miedo continuo amenazados por las criaturas maléficas que emergían de las tinieblas. Tras muchos ruegos, la Diosa creó la Luna, por lo que la vida empezaba cuando el astro aparecía para iluminar las continuas noches. Los seres malignos, entonces, esperaban a salir cuando la Luna se escondía, por ello, los habitantes, otra vez desesperados, volvieron a pedir ayuda. Fue entonces cuando se creó el Sol. Era tal su grandeza y tenía tanta vida que empezaron a crecer flores, pero su enorme brillo tapaba a la salvadora Luna en algunas noches, siendo el momento perfecto para que los demonios resurgieran de su escondite. Por tercera vez, los terrícolas necesitaban auxilio. La Diosa se puso de nuevo manos a la obra y creó la Flor del Sol. Su aspecto era tan parecido al astro solar que los malvados seres jamás volvieron a aparecer. En la cultura vasca "ponían esta flor en las puertas de sus fachadas para que la Diosa del Sol protegiera a sus familia", explica el canterano del equipo de San Sebastián. Él, sin embargo, prefirió llevarla siempre consigo dibujada en su piel desde hace cuatro veranos. Fue una hora u hora y media de sesión, "y en la espalda, la verdad, es que no duele".
Además, Motos tiene un lobo tatuado en el pecho. Éste, reconoce, "dolió un poco por la zona de la axila y el pezón", aunque "tampoco es un dolor insoportable", revela. "El comportamiento" y "el carácter" del animal le llevaron a plasmarlo en su torso en 2013. Siempre, desde pequeñito, había sido su animal favorito. Por ello merecía la pena aguantar esas dos horas. | ![]() | ||
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La mitología de Motos Muchos jugadores tienen tatuajes para resguardar a sus familias, pero sin duda, el de Mikel Motos es muy especial. El jugador del RETAbet.es GBC ha recurrido a la mitología para amparar a los suyos.
En su espalda tiene una Flor del Sol, más conocida en el país vasco como 'Eguzkilore', con "las iniciales del puño y letra de mi hermana, mi madre y mi padre", explica el jugador de la clase del 93. Cuenta la leyenda que al principio de la humanidad no había iluminación en la Tierra. Por ello, los primeros habitantes se pusieron en contacto con la Diosa del Sol porque vivían en un miedo continuo amenazados por las criaturas maléficas que emergían de las tinieblas. Tras muchos ruegos, la Diosa creó la Luna, por lo que la vida empezaba cuando el astro aparecía para iluminar las continuas noches. Los seres malignos, entonces, esperaban a salir cuando la Luna se escondía, por ello, los habitantes, otra vez desesperados, volvieron a pedir ayuda. Fue entonces cuando se creó el Sol. Era tal su grandeza y tenía tanta vida que empezaron a crecer flores, pero su enorme brillo tapaba a la salvadora Luna en algunas noches, siendo el momento perfecto para que los demonios resurgieran de su escondite. Por tercera vez, los terrícolas necesitaban auxilio. La Diosa se puso de nuevo manos a la obra y creó la Flor del Sol. Su aspecto era tan parecido al astro solar que los malvados seres jamás volvieron a aparecer. En la cultura vasca "ponían esta flor en las puertas de sus fachadas para que la Diosa del Sol protegiera a sus familia", explica el canterano del equipo de San Sebastián. Él, sin embargo, prefirió llevarla siempre consigo dibujada en su piel desde hace cuatro veranos. Fue una hora u hora y media de sesión, "y en la espalda, la verdad, es que no duele".
Además, Motos tiene un lobo tatuado en el pecho. Éste, reconoce, "dolió un poco por la zona de la axila y el pezón", aunque "tampoco es un dolor insoportable", revela. "El comportamiento" y "el carácter" del animal le llevaron a plasmarlo en su torso en 2013. Siempre, desde pequeñito, había sido su animal favorito. Por ello merecía la pena aguantar esas dos horas. | ![]() | ![]() |
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El día D y la hora H: 'Summertime'
"Normalmente me hago uno o dos por verano", y es que la visita en época estival es ineludible. Por su inhabitual oficio la espera puede llegar a ser eterna, porque "durante la temporada entrenamos mañana y tarde, además que con los desplazamientos tampoco tenemos mucho tiempo. Por otro lado, un tatuaje es una herida en la piel, te la tienes que cuidar y no se te puede infectar. El sudor no le va bien, así que lo normal es que me tatúe en verano", explica.
De ahí a que se guarde los porqués en su cabeza (incluso se los ha llegado a apuntar en el teléfono). Las ideas, igual que entran, pueden acabar saliendo. "Pienso dónde va a ir, al lado de cuál, en qué zona, cómo de grande va a ser..."
Nacho Martín no es el único que pasará por el estudio este verano. Sergi Pino es otro de los que se apuntarán. "Este verano caerán tres más", dice el del MoraBanc. "Uno en la parte interior del brazo, otro en la espalda y otro por la pierna. Aún quedan muchos por hacer", admite.
"Me los iba a hacer este verano pero la lié, fui diciendo 'ya miraré, ya miraré' y al final nada". El catalán no piensa esperar mucho tiempo, en su primer día de vacaciones empezará a organizarlo. "Me gastaré una pasta pero me da igual. Si me lo hace todo en una semana mejor. Así me lo quito de encima", y es que el problema del verano es un hándicap demasiado grande. "Es peligroso, no te puedes bañar y no puedes hacer nada, además tengo pensado un viaje de un mes y con el sol no es el mejor momento".
Brandon Paul es otro de los que cuando vuelvan a casa pasará por el salón. "Quiero ir este verano", confiesa. Reconoce que los dos últimos veranos los ha tenido "bastante ocupados". "No he tenido oportunidad", dice. Además, el escolta verdinegro quiere estar seguro de lo que quiere hacerse: "Mucha gente se los hace por tenerlos, pero todos los míos significan algo".
![]() | "La gente que me conoce sabe quién soy y lo duro que trabajo. Mi familia y mis amigos saben que soy un chico respetuoso e intento ser la mejor persona que puedo ser." - Edwin Jackson (Unicaja) |
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![]() | "La gente que me conoce sabe quién soy y lo duro que trabajo. Mi familia y mis amigos saben que soy un chico respetuoso e intento ser la mejor persona que puedo ser." - Edwin Jackson (Unicaja) |
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You got actors, entertainers in blue collar suits
The whole wide world is wearing tattoos
You got athletes and doctors just like you
I say..."