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Emilio Pérez Pizarro, media vida sobre el parqué

El colegiado, que cumple su 25ª temporada en acb, alcanzará este domingo los 800 partidos en la competición. Todo un hito que aprovechamos para conocer más sobre su carrera y a la persona que hay tras el arbitraje.

acb Photo / David Grau
© acb Photo / David Grau
  

Hablar de Emilio Pérez Pizarro, es hablar de uno de los grandes nombres del baloncesto español. Ha dedicado media vida al arbitraje al máximo nivel, demostrando su excelencia profesional durante 25 años y alcanzando este fin de semana los 800 partidos dirigidos en Liga Endesa.

Esta cifra lo sitúa como el segundo árbitro en activo con más partidos (sólo superado por Juan Carlos García González) y el undécimo en la clasificación histórica, aunque es previsible que escale un par de posiciones en ella antes de que termine la temporada.

Su historia en la Liga Endesa se remonta al 14 de octubre del año 2000, una fecha de debut especial, pues no en vano lo hizo en un derbi gallego entre el entonces Breogán Universidade y el Ourense Baloncesto. Fue un auténtico bautismo de fuego, dado que a la rivalidad regional se sumó la igualdad en el marcador (84-85).

Visto en perspectiva, aquel era un colegiado que acaba de arrancar y tenía toda la ilusión del mundo por exprimir cada instante de aquella nueva vida que se abría ante él. “Tengo un recuerdo maravilloso de mis inicios en la competición. Mis primeros años en la liga, en el plano emocional, fueron apasionantes; es como vivir algo que no pensaras que fuera a llegar y sostenerlo en el tiempo con lo que supone un disfruté máximo. Y en el plano profesional, pues con mucha curiosidad, mucha prudencia, muchas ganas por aprender, por conocer la idiosincrasia de la de la Liga, por entender la relación con los compañeros, con los entrenadores, con los jugadores y, sobre todo, por esforzarme mucho en saber y poder adaptar mi trabajo a la línea que se demandaba desde el departamento arbitral y que nuestra liga necesitaba. Lo recuerdo con mucha alegría y cariño”, señala Pérez Pizarro

Por entonces, Emilio solo tenía 25 años y, como todo joven árbitro, tuvo que encontrar su sitio dentro de la competición, aunque asegura que siempre contó con el respeto de entrenadores y jugadores. “Creo que el respeto tanto entrenadores como jugadores lo tienen desde el primer día”, reconoce. En todo caso, subraya que “al llegar a una competición nueva se necesita de un proceso de adaptación en el que los árbitros noveles tienen que trabajar y esforzarse por tomar el pulso a la Liga, conocer la idiosincrasia de la misma y una parte muy importante para mí esa es la manera de comunicar. Siempre respetuosos, intentando ser empáticos, tomando perspectiva y consciencia de todo lo que rodea y sin prisa. Sin ninguna visión más allá de lo que es en el partido que les ocupa y de ir creciendo poco a poco porque, además, cada persona tenemos nuestra manera de crecer y avanzar. No significa que por ir más rápido va a salir mejor, simplemente lo que se debe hacer es seguir dando pasitos seguros e ir conociendo todo. A partir de ahí, desde el respecto, el trabajo y la humildad estoy convencido de que se tiene mucho ganado y ese periodo de adaptación se puede acortar bastante”.

ACB Photo/A. Arrizabalaga
© ACB Photo/A. Arrizabalaga

El baloncesto actual es muy distinto al de hace 25 años, y Pérez Pizarro lo sabe bien. Desde sus comienzos, el juego ha ido evolucionando y con él también lo ha hecho el arbitraje. En su opinión, hoy “es un baloncesto mucho más físico, mucho más rápido, más dinámico… el lanzamiento exterior se utiliza muchísimo más, las posesiones no se agotan… en fin, es un escenario distinto. Nosotros, lógicamente, vamos de la mano del juego, siempre un poquito por detrás y vamos afinando. Físicamente nos requiere mucho, hemos tenido también que prepararnos, más si cabe, para poder estar a la altura de lo que la velocidad del juego requiere. Mentalmente se debe trabajar porque, al ser un juego con mucho más contacto, hay que ser disciplinados y esforzarse por encontrar una línea consistente y equilibrada a la hora de tomar decisiones”.

Todo ello lleva a que, en la actualidad, la preparación arbitral de un partido vaya más allá de los 40 minutos y Pérez Pizarro, reconoce que “hay que ver mucho baloncesto, trabajarse mucho los partidos y conocer mucho cómo trabaja cada equipo. No dejas de formarte y no dejas de trabajar porque es un juego apasionante el que tenemos actualmente, pero es muy demandante a la hora de arbitrar, con lo que esto nos lleva a que tengamos que estar en una constante formación”.

Desde aquel primer partido, Emilio Pérez Pizarro ha ido labrándose una prestigiosa carrera en el mundo arbitral, ganándose el reconocimiento de todos los estamentos y viviendo 25 años de aquello que más la apasiona. Quizá por ello le resulte tan difícil quedarse con un momento y prefiera hablar de todo lo que significa el arbitraje y agradecer la fortuna que tiene por seguir practicándolo. “Con total sinceridad digo que me es imposible quedarme con un momento o destacar un momento más especial que otro. Tengo la suerte de haber vivido muchos y muy especiales; desde el debut en liga con un derbi gallego o las primeras veces que fui llamado para actuar en fases finales, tanto de Liga como de Copa del Rey, las primeras finales, partidos por la pérdida de categoría, los partidos definitivos que son muy, muy especiales y luego hay otros partidos que, con menos altavoz mediático, por circunstancias personales han sido especiales. No es sencillo para nada el quedarme con un momento, pero lo que sí cojo es la perspectiva de aunar, juntar y ver todo ese cúmulo de emociones y momentos especiales que lo que me hacen sentir es gratitud y un privilegio por poder estar aquí”, confiesa.

acb Photo / J. Pelegrín
© acb Photo / J. Pelegrín

En este tiempo, el colegiado ha vivido todo tiempo de experiencias sobre el parqué, aunque nada como lo que se vivió durante la pandemia por COVID-19 que estas semanas cumple cinco años. Una situación atípica donde él quiere destacar “el grandísimo trabajo que en aquellos aciagos momentos se hizo desde la acb que, siendo pioneros con respecto a otros deportes, consiguió volver a poner en marcha la competición con la famosa burbuja que se organizó en Valencia y luego el trabajo ingente que se llevó a cabo de manera, yo diría, grandiosa con los siguientes periodos de desescalada y la vuelta escalonada del público a los pabellones”.

Una anomalía que cambió la forma habitual de vivir los partidos de baloncesto y que, como él mismo reconoce, también afectó a entrenadores, jugadores y a los propios árbitros. “Al no haber público, que es para lo que existe realmente el espectáculo, es verdad que todo tiene un mayor altavoz y todo tiene mayor eco en pista. Los inicios fueron un poquito más complicados, había que prepararse emocional y psicológicamente en un modo distinto. Y, con respecto a las protestas o situaciones encontradas diferentes al no haber público, pues todo tiene un mayor eco y había que hacer un balance y entender que era una situación nueva para todos y, dentro de ese balance, había que intentar no poner demasiado oído a las situaciones de respuesta emocional que pudiéramos encontrar”, comenta.

Con los años, el joven colegiado se ha convertido en un árbitro referente para las nuevas generaciones. Antes él recibía consejos y ánimos de los más veteranos, y ahora es el encargado de fomentar el espíritu de equipo y garantizar que sus compañeros más jóvenes se sientan plenamente confiados.“Cuando hago de árbitro principal, y en base a mi experiencia, lo que intento en todos los equipos de trabajo, es estar alineados y, por encima de todo, trabajar como grupo. Creo firmemente que este es el camino para sacar lo mejor de cada de cada uno”, señala, añadiendo que “lo que intento es que valoren lo que hay, que se entreguen al máximo e intentar sacar lo máximo de cada uno haciendo que se sientan con confianza y a gusto en el equipo de trabajo”.

acb Photo / J. Alberch
© acb Photo / J. Alberch

A punto de cumplir los 800 partidos, bien pudiéramos pensar que Emilio Pérez Pizarro lo ha visto todo sobre el parqué. Sin embargo, esta es una suposición que él mismo se encarga de desmontar asegurando que “sin duda, sí me queda margen para la sorpresa. Tomé certeza de ello no hace muchas temporadas porque durante este viaje de 25 temporadas tuve la sensación errónea de que a base de evidencias y a base de experiencias llegaría un momento donde casi todo estaría más o menos visto o controlado, y luego aprendí que siempre puede pasar una cosa que tú no hayas vivido nunca”. Esta realidad, según experiencia, obliga a que los colegiados “siempre tengamos que estar alerta y esperar lo que menos te puedas esperar. De hecho, tuve una época, ahora ya no lo hago, que apuntaba las situaciones excepcionales que me podían ocurrir dentro de un partido y me di cuenta de que apuntaba más de lo que yo creía, con lo cual entendí que nunca dejarán de pasar cosas. Entonces sí, por supuesto que quedan todavía cosas por las que puedo sorprenderme y para las que tendré que estar preparado para afrontarlas”.

Este domingo, Pérez Pizarro entrará en el selecto club de árbitros con 800 o más partidos en Liga Endesa. Un hito al alcance de muy pocos y que refleja su excelencia en el arbitraje. Dada su dilatada trayectoria, podríamos creer que pocos retos tiene por delante, pero él mismo se encarga de darnos rápida réplica asegurando que “sí tengo un reto, que es el siguiente partido. A partir de ahí, no pienso en nada más. Es lo que me mantiene vivo y activo; es lo que me hace ir con todo a dar lo mejor de mí y a intentar que todo salga de la manera correcta”.

El compromiso de Emilio Pérez Pizarro con el arbitraje es inquebrantable, pero lo que verdaderamente sobresale al hablar con él es percibir cómo conserva intacta la pasión que, en su día, lo impulsó a adentrarse en este fascinante mundo. Sin esa pasión, junto con el esfuerzo constante mantenido a lo largo de los años, habría sido imposible mantenerse durante tanto tiempo en la élite del baloncesto.