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Encuentro de aficiones: Diez años, mil colores

El encuentro de aficiones celebrará su 10ª edición justo en el lugar en el que nació. Descubre cómo una idea entre amigos de fiesta derivó en uno de los fenómenos sociales más inéditos del mundo del deporte

  

La de 2015 no parecía, en principio, la Copa del Rey más idílica para un aficionado vitoriano. Su club, tras 17 participaciones consecutivas en el torneo, incluidos los títulos de 1999, 2002, 2004, 2006 y 2009, no logró sellar su billete a Gran Canaria, por lo que casi 400 baskonistas se vieron, a más de 2300 kilómetros de casa, compuestos y sin equipo. Lejos del desánimo, un ambiente festivo constante revolucionó la isla durante aquellos días de febrero de una forma tan notoria que algún poeta supo resumir bajo un concepto: 8 equipos, 9 aficiones.

“Teníamos ya estancia y vuelos, por lo que mantuvimos la idea de marchar unos días para allá, a modo de vacaciones”, recuerda Andoni Duque, trombonista de ‘Fanfarre Biotzatarrak’, la mítica charanga baskonista. Tras poner banda sonora a las gestas vitorianas desde el 86, con las sillas de madera de Mendizorroza de testigos, la asociación, atípica y sin ánimo de lucro, amplió en aquel 2015 para siempre el propio concepto de la Copa del Rey.

  • ¿Nos llevamos los instrumentos y hacemos algo?
  • No hay hue…

“Bastó que alguien dijera eso para que saliéramos para allá”. Cuatro amigos, cuatro músicos, cuatro “locos” de Biotzatarrak, decidieron viajar bien cargados, llevándose al avión incluso algún instrumento de sobra por si alguien se les unía. ¡Hasta un trombón se compró Andoni en tierras canarias! La insistencia del hoy reconocido periodista vitoriano Walter Lerch hizo el resto: “Me llevo muy bien con los de la charanga y, entre cervezas, comenté con Andoni y con Iñaki Larrea ‘Lagartijo’ que por qué, al día siguiente, no íbamos al paseo de la playa de las Canteras a formar una pequeña ‘kalejira’ (pasacalles). ‘¿Y si nos vamos de bar en bar tocando?’ Ese viernes, en el pabellón, se lo dije a todo el mundo, citando a la gente para que se animara. Una de mis mejores amigas, que conocí en Canarias, aún me recuerda lo pesado que fui en el pabellón: ¡No paraba de gritarle ‘mañana, a la 1’ a todos!”

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El plan no iba con demasiadas pretensiones. La fanfarria y cuatro o cinco baskonistas más, alguno incluso ayudando a la percusión, quedaron para un vermú con look de carnaval. La cuadrilla de Walter, que vestía de blusa, el traje típico de las fiestas de Vitoria, puso la semilla y el desparpajo de la fanfarria la hizo germinar en tiempo récord. Tan pronto bromeaban cuando a una chica del grupo le pusieron vino y coca cola por separado tras pedir un ‘kalimotxo’ como se encontraban a algún periodista o personaje relevante del mundo del basket -el mismísimo Sito Alonso, futuro técnico baskonista- al que hacer partícipes de la fiesta. Los extraños miraban, los valientes se unían, y los más osados, incluso, se daban un baño en la playa mientras la parada técnica en el ‘100 montaditos’ congregaba a más y más gente, siempre con la banda sonando.

“El mérito es de la fanfarria: no solo hay que saber tocar, sino atraer a la gente. Ellos son especialistas en saber atraer la fiesta y generar buen rollo”, reflexiona Lerch. Y es que, cuando el grupo se fue a comer, el número de aficionados, baskonistas y no baskonistas, era ya de cincuenta, muchos de ellos invitados por aficionados locales a semifinales, cediendo su propia entrada. Sin saberlo, acababan de inventar nada más y nada menos que el encuentro de aficiones.

De la kalejira al encuentro de aficiones

“Todo surgió así, de manera improvisada. ‘Esto puede ser chulo’, nos dijimos. La semilla se plantó en Gran Canaria”. Iñaki Larrea, conocido como ‘Lagartijo’, saxofonista, y uno de los ideólogos de esa ‘kalejira’ que conquistó Las Canteras, supo intuir el crecimiento que podría tener la iniciativa con un poco más de tiempo y de organización. La Copa 2016, en A Coruña, se presentaba como una verdadera prueba de fuego.

“Allí le dimos forma”, sostiene Walter. Se presentó la idea al Baskonia, se requirieron permisos al Ayuntamiento, se contactó con bares coruñeses (explicando el recorrido y cerrando un precio especial), se pudo publicitar con margen y las redes sociales hicieron el resto. “Tuvo una acogida bestial. Salió una kalejira preciosa y ya no hubo forma de pararla”. Andoni asiente: “Fue la primera multitudinaria. Nos juntamos en la plaza de María Pita, pensando que habría doscientas personas, y cuando miramos hacia atrás tras arrancar, nos quedamos alucinados. ¿Te das cuenta de lo que es esto? Fue una emoción inmensa”.

acb Photo / M. Pozo
© acb Photo / M. Pozo

Desde luego, ya no eran cuatro románticos “locos” cantando y tocando. Si 2016 fue un éxito de asistencia, lo de 2017, esta vez en territorio alavés, desprendió aroma de chupinazo, como atestigua el periodista vitoriano: “Ver la Virgen Blanca igual de llena que en las fiestas fue el apoteosis. Éramos muchísimos, algo espectacular, y fue en ese año cuando nos dimos cuenta de que se nos iba de las manos”. Ni siquiera las ausencias baskonistas en varias ediciones de Copa en esta última década hizo decaer lo que dejó de ser patrimonio vitoriano para convertirse en algo mucho más universal.

En 2018, de vuelta al sol canario, la iniciativa tomó carácter solidario: se pusieron a la venta mil pañuelos por un euro y se agotaron todos, con la totalidad del dinero destinado íntegramente a la Asociación Española Contra el Cáncer. Cada vez más caras conocidas, cada vez más camisetas entremezcladas, cada vez un techo más alto, especialmente desde que la Asociación de Clubes de Baloncesto recogió el guante de la iniciativa popular, transformando la ‘kalejira’ en el ya clásico encuentro de aficiones. “Esto ha ido derivando y creciendo. Se ha institucionalizado y se hace ahora con más rigor de la mano de la acb. Es ya un evento obligado dentro de la Copa y que sea así para siempre”, desea ‘Lagartijo’, que tras disfrutar de los encuentros de Madrid 2019 y Málaga 2020, se quedó con la miel en los labios en la edición de 2021, marcada por la ausencia de público, en plena tercera ola de COVID.

El regreso a lo grande en Granada, la confirmación absoluta de Badalona, el sueño cumplido de Málaga, con la icónica calle Larios vestida de mil colores, regalando una portada para la historia a la Revista Gigantes. “Esa pedazo de foto te hace darte cuenta del color que está cogiendo la Copa, todavía más bonita”. Biotzatarrak, que como ‘Lagartijo’ se abrumó por la cantidad de asistentes (“Era imposible avanzar dentro del meollo, mirabas el principio y el final y, con tantas miles de personas, perdías la perspectiva de por dónde vas”) lo define de forma gráfica, incapaz de imaginar que lo que empezó como un encuentro de amigos en 2015 es, una década después, uno de los platos fuertes de la Copa:

  • Cuando vimos tal cantidad de gente, bromeamos diciendo que, a este paso, algún año habrá que vender entradas.
Entre amigos... ¡y bodas!

Quizá suene a tópico manido, sí, pero la realidad es que sigue sorprendiendo eso de ver a ocho aficiones diferentes en armonía en un mismo pabellón. En los últimos diez años el boom del encuentro de aficiones ha dado un paso más, si cabe, para trasladar esa camaradería a todos los rincones de la ciudad. Al final, más allá de lo que hay en juego, la Copa es una excusa para el reencuentro.

“A todos nos gusta ganar, pero esto es algo más. Se trata de un encuentro de amigos, ya sean de Valencia, Badalona, Bilbao o Madrid, que reservan pisos en direcciones cercanas para estar todos juntos. Cómo ha evolucionado para bien, qué bonito es esto. La Copa… ¡es nuestra fecha!”, apunta Walter Lerch, al que ni la ausencia del Baskonia le quita las ganas de ir a Gran Canaria. Ni a él ni a sus amigos, claro.

Y es que, como señala ‘Largartijo’, este torneo hace tiempo que dejó de ser solo de ocho aficiones. “Se juntan para pasarlo bien aficionados de equipos que no es que no estén en la Copa, no están ni en la acb. La gente que viene un año ya no se la quiere perder más, es una cita obligada. Ver un corrillo a uno del Madrid, a otro del Barça, y a personas de hasta 6 equipos más me parece una maravilla. Algo espectacular, un orgullo. Representa un modelo en el que otros deportes quieren verse reflejados, ha trascendido a la propia competición”.

Dicen que la Copa dura mucho más de cuatro días, por la intensidad con la que se vive la previa por parte de locales y desplazados. En ese sentido, el encuentro de aficiones ha revolucionado para siempre el sábado de Copa, el día más esperado para muchos. Andoni Duque es uno de ellos: “Para nosotros días grandes de Copa son todos. El jueves, la bienvenida y el reencuentro. El domingo, la emoción por el desenlace. Pero el sábado ya es la explosión y vistosidad de la ciudad anfitriona, el día que más tiempo compartimos juntos. Contemplar a un montón de gente pasándolo de lujo en armonía, con buen rollo y colorido. Sus pelucas, sus disfraces, sus camisetas… el encuentro de aficiones ya es uno de los referentes de la Copa”.

“Nuestro día a día en la Copa es anécdota tras anécdota”, insiste el trombonista. “Se vive muy intensamente, desde primera hora de la mañana en la calle, saludando como amigos de toda la vida a gente que igual conociste un rato un año antes. Hay mil anécdotas a cada momento y ocurren tantas cosas que luego hay que tirar de los álbumes de foto para recordar todo lo vivido”.

Un aficionado del Estudiantes a un lado, una peña de Burgos al otro, la mascota breoganista dando saltos. Entre medias, tal vez, el entrenador más cotizado del momento, una vieja leyenda, un narrador de renombre o algún veterano al que alguien siempre reconocerá, como cuando a Rafa Talaverón, que sumó casi 200 partidos acb entre la década de los noventa y los albores del nuevo siglo, se cruzó con la charanga, sorprendiéndose por ser reconocido antes de que le dedicaran las canciones que escuchaba como baskonista hace ahora treinta años.

De los baños en la playa en las Copas con mar (“estás en un ambiente festivo pasándotelo tan bien que aprovechas para hacer cosas que durante el resto del año no haces”) al momento “tierra, trágame”, cuando te saluda con efusividad alguien que ni recuerdas, que te jura y perjura que se pegó una fiesta contigo hace un lustro. Las caras que te suenan, las cañas con el rival, las miradas ajenas de sorpresa y extrañea, los números de teléfono que vuelan de un móvil a otro.

Lo deportivo y lo personal entrelazados, en una línea cada vez más y más fina. Que le pregunten si no a Walter, que conoció a su chica en un encuentro de aficiones. “Siempre me echa en cara que le vendí en Gran Canaria 2018 un pañuelo y luego no me acordaba de ella. En la Copa de Madrid nos conocimos más y empezamos una relación”. Ahora se van a casar. Y, por supuesto, en la boda no faltarán amigos de otras hinchadas.

Sin ir más lejos, el encuentro de aficiones de Málaga 2024, aparte de por la icónica foto de los mil colores en la calle Larios, será recordado por una pedida de mano de lo más especial. Un aficionado tinerfeño habló con Andoni y le comentó que deseaba sorprender a su novia. Cuando acabó el encuentro de aficiones, sin dudarlo, hinchó la rodilla y le pidió matrimonio, mientras los asistentes cantaban "Qué bonito es el amor". El sí, más que nunca, estaba garantizado.

Un regreso al origen

“Aquí es donde nació el encuentro de aficiones hace ahora diez años. De manera espontánea, las aficiones de los diferentes equipos se juntaron y crearon algo que es, justo en lo que nada tiene que ver la acb, lo que mejor funciona”. Las palabras del presidente de la acb Antonio Martín durante el sorteo copero son el mejor ejemplo de que la celebración popular ha crecido tanto que ya es una de las fechas señaladas en rojo del torneo.

Un décimo aniversario es un décimo aniversario. Para conmemorar la efeméride, la acb inaugurará el lunes 10 de febrero una exposición de fotos en la calle Mayor de Triana, con imágenes de esa década de fraternidad e lusión. Además, a diferencia de las ediciones de 2015 y 2018, el encuentro de aficiones de 2025 plantea su recorrido más ambicioso. El sábado 15, desde las 12:00 (hora insular), el encuentro de aficiones arrancará en el Parque San Telmo, continuando por la propia calle Mayor de Triana rumbo Stagno: 700 metros de fiesta y colorido sin parangón en el mundo del deporte.

“Antes comenzabas en una calle y acababas rápido en una plaza. Ahora el recorrido es más largo y requiere de un sitio con mayor explanada, porque cada año hay más gente”, señala ‘Lagartijo’, que confiesa estar “agradecido, ilusionado y feliz” por ver cómo algo surgido de la nada ha alcanzado una dimensión tan colosal.

“Es ya uno de los referentes de la Copa”, manifiesta su amigo Andoni. “Lo que organizamos pensando más en la fiesta que en otra cosa funciona cada vez mejor. Con la entrada de la acb está todo más organizado y hay más eventos paralelos, con actividades y conciertos en la Fan Zone, que permiten que el encuentro de aficiones siga creciendo, dándonos la oportunidad de que los aficionados al básquet nos reencontremos cada año”.

“Pone los pelos de punta observar en qué se ha convertido todo esto”, resumen su amigo Walter, aquel que jamás imaginó, antes de insistir tanto con la convocatoria del primer encuentro de aficiones, hasta dónde llegaría su idea: “No me gusta decir que surgió de mí, creo que surgió entre todos, pues por todos le dimos forma. Solo fue una conversación en un ambiente de fiesta que salió gracias a un trabajo común, especialmente de la charanga”.

“Dicen que los grandes contratos se firman tras postre y vino, pues las grandes ideas… ¡entre cervezas y amigos!”, remata el periodista, que sueña con que esta revolución tan colorida no deje de crecer y crecer: “El siguiente punto será darle un aspecto benéfico y sentimental. ¡Esto tiene que seguir creciendo para bien!”

El trombón que Andoni se compró en tierras canarias para tocar a la orilla del mar sin más pretensiones que pasarlo bien cumple diez años. De su mano, uno de los movimientos populares más improvisados y bellos de los que el baloncesto y el propio deporte puede presumir. Una ilusión, mil colores, toca encuentro de aficiones.