Faltan pocos días para que París 2024 dé comienzo y la selección masculina de baloncesto juegue una nueva competición olímpica. Para ella será su decimocuarta participación, la séptima consecutiva e intentará conseguir la quinta medalla.
Como siempre, en estos momentos previos al inicio de una competición única como son los Juegos Olímpicos, las emociones se entremezclan y la ilusión se apodera incluso del más tranquilo de los deportistas, siendo más especial para aquellos que debutan en la competición.
Entre estos se encuentra Darío Brizuela, que después de un intenso preolímpico puede hacer realidad su sueño de pequeño y ser olímpico. Una sensación única que comenzó a interiorizar horas después de derrotar a Bahamas. “No fue hasta que llegué al hotel y estuve con mi familia que no me di cuenta de la magnitud que significa estar en unos Juegos Olímpicos. Es cierto que antes y durante el partido estás centrado en el juego, pero luego acaba y piensas: ‘voy a jugar unos Juegos Olímpicos’ y es muy bonito”, confiesa.
Los recuerdos Olímpicos de Brizuela comienzan bien pronto, con 10 años, y con una competición emblemática dentro de unos Juegos Olímpicos. “Desde muy pequeño los seguía y de mis primeros recuerdos olímpicos están los 100 metros lisos de Atenas 2004. Luego ya en Pekín 2008 recuerdo el torneo de baloncesto, pero también a Usain Bolt, a Michael Phelps… Héroes deportivos que han competido en este gran evento y donde tengo también la suerte de participar”, cuenta.
Para él, a la ilusión del debutante y los recuerdos de infancia se suma una emoción más pues hace tres años se quedó cerca de estar en Tokio 2020. Aunque sabía de sus circunstancias en el equipo, el jugador recuerda la vivencia de aquel verano. “Sabía que iba a ser uno de los descartes y que no estaría entre los 12, pero aún así, estar con el equipo por primera vez me hizo vivir la experiencia con ilusión. Acompañar al equipo y jugar contra Estados Unidos en Las Vegas, para luego volverme hizo que lo viviera, no te diré con tristeza, pero sí con cierta pena”, señala.
Tras su particular 'bittersweet symphony', la carrera de Darío no ha dejado de progresar y estar en París 2024 es la recompensa al trabajo realizado durante los últimos años. “Evidentemente estar en estos Juegos Olímpicos significa haber hecho un buen trabajo y durante estos años, no voy a decir que tenía el foco en los Juegos Olímpicos, pero sí es una competición que te hace ilusión porque también significa que sigues el proceso de ir mejorando cada año y es una forma chula de seguir compitiendo al máximo nivel”.
Por el camino quedan tres grandes temporadas donde el baloncesto ha recompensado a un jugador diferente, de esos que enganchan al baloncesto con su eléctrico juego y que conecta con la grada por la pasión y carisma que transmite.
Como no hay esfuerzo que caiga en saco roto, Darío fue campeón del Eurobasket y se llevó la Copa del Rey 2023; éxitos que colman de alegría al jugador. “Me siento superafortunado de mi carrera. Desde ese momento han pasado cosas muy bonitas como ganar el Eurobasket o la Copa del Rey, pero también a nivel personal siento que me han pasado grandes cosas”.
Y es que, sin duda, la mayor alegría de este ciclo olímpico llegó a Darío Brizuela en forma de paternidad. El nacimiento de Bruno colmó de felicidad a Uxue, su mujer, y a un Darío que nos deja una magnífica reflexión: “Soy de los que piensan que, incluso cuando van bien las cosas, hay que cuidarlas. Hay que cuidar a la gente y apreciar cada momento”.
Por suerte, el buen momento deportivo y personal se extiende pues Brizuela comenta que “se da la circunstancia de que cuando ganamos el Eurobasket mi mujer estaba embarazada y ahora, antes de los Juegos Olímpicos, vuelve a estar embarazada. No sé, tengo ganas de que sean mayores y poder hablar con ellos de estas vivencias. Igual les hace ilusión o no… ¿quién sabe?” dice con una sonrisa.
LA AMBICIÓN NO TERMINA
Centrado ya en el plano deportivo, Darío Brizuela reconoce la relevancia de volver a competir entre los mejores. “Es muy importante para la FEB a nivel interno, pero también a nivel internacional es importante que España siga compitiendo al máximo nivel. Quizá no partamos como favoritos, pero siempre sabemos haber un buen papel. A todos los niveles es importante estar en unos Juegos Olímpicos y saber la importancia que tiene representar la camiseta de España lo mejor que se pueda y dando tu máximo”.
Encuadrada junto a Australia, Canadá y Grecia, la selección española reconoce la complejidad de su grupo, pero Brizuela no renuncia a ser ambicioso. “Estamos en un grupo muy difícil, el denominado ‘Grupo de la Muerte’, y vamos a jugar tres durísimos partidos contra tres grandes equipos. Sin embargo, confiamos mucho en nuestras posibilidades y creemos que podemos ganar a cualquiera de los tres. Es cierto que no pensamos que meterse en cuartos sea una obligación, quizá sí lo era estar en los Juegos Olímpicos, pero sí pensamos que hay que dar el máximo y que ahora no tenemos tanta presión, pero sí queremos mantener la ambición”, cuenta.
Sobre sus rivales en la primera fase, el jugador afirma que “Canadá y Grecia, quizá dependan más de sus estrellas aunque cuentan con 12 grandes jugadores, pero Australia es un rival que también es muy duro. Son equipos diferentes, pero igualmente complicados y nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo que es jugar duro en defensa, correr y saber competir”.
El de París 2024 será un torneo de un nivel extraordinario donde casi todas las selecciones no renuncian a conseguir algo grande. Así lo piensa un Darío Brizuela al señalar que “hay muchos candidatos a medalla, pero sólo uno obligado a ganarlo todo: Estados Unidos. En estos torneos hay margen para las sorpresas, a un partido todo puede suceder y si digo que Estados Unidos sólo le vale el oro es porque ellos mismos lo dicen y se meten presión”.
Centrado en la competición, Darío señala que quiere vivir el torneo intensamente y, aunque “no soy de fotos con deportistas”, si tiene “muchas ganas de vivir la atmósfera olímpica y de ver partidos. Tengo ganas de ver equipazos todos los días. Ese es mi plan: trabajar duro y disfrutar de los partidos que pueda ver”.
Para finalizar, Darío nos cuenta con qué sueña antes de que arranquen los Juegos Olímpicos. “Sueño con disfrutar. Lo más importante es disfrutar del día a día y de poder vivir la experiencia. Quiero irme de Lille o París satisfecho, no tanto por el resultado sino por haber trabajado y haberlo dado todo. El resultado, depende de muchos factores por eso lo más importante es disfrutar habiéndose esforzado al máximo”. Ojalá así sea, y que, además, el resultado le acompañe a él y la selección masculina. Se merecen seguir soñando en grande.