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Rudy Fernández, el jugador total
De afilado estilete en ataque a arma defensiva sin igual. Rudy Fernández ha interpretado todos los baloncestos posibles en sus dos décadas como profesional. Repasa la carrera de un jugador de leyenda.
  

De la misma forma que hay más de una forma de vivir la vida, hay más de forma de vivir el baloncesto. Desde el estrellato que da la posesión de un talento singular, hasta la honradez de entregarse al trabajo oscuro en favor del colectivo. Y todos esos baloncestos los hemos visto en la figura de Rudy Fernández. Un jugador único de un talento sin igual que supo evolucionar desde el virtuosismo ofensivo hasta el honesto esfuerzo defensivo en una perfecta armonía que lo convierte en leyenda del baloncesto español.

Las primeras noticias de sus aptitudes para el juego llegaron procedentes de Badalona. Ciudad que acogió a un prometedor joven que, comenzó a caminar en una pista de baloncesto de Llucmajor (Mallorca) y en cuya genética el deporte de la canasta había sido transmitido por herencia de sus padres, Maite y Rodolfo, ambos exjugadores.

El balón era su juguete preferido y con su hermana Marta perdía la noción del tiempo jugando con él. La suma de talento innato y trabajo diario convirtió ese primer concepto de juego en pasión y esta en ilusión. La que comenzó a dibujarse cada noche antes de cerrar los ojos y que le transporta al mismo lugar que habían visitado sus padres y también iba a conocer su hermana.

EL DESPERTAR DE UNA ESTRELLA

Rudy quería ser profesional y eso le llevó con apenas 11 años a Badalona. Entre las seis ofertas de equipos acb que recibió, la familia Fernández Farrés pensó que la del Joventut Badalona era la que mejor aunaba desarrollo profesional y afecto personal. Allí fue terminando de moldear un juego diferente al del resto de compañeros y su llegada a la élite llegó de la mano de Aíto García Reneses. Un perfecto maestro para enseñar al joven aprendiz que por más destreza que se tenga, el baloncesto es un juego colectivo.

Curiosamente, su debut en acb se produjo un par de años antes y frente al Real Madrid. Fueron 82 segundos que supieron a poco y tuvimos que esperar a la temporada 2003-2004 para ver su eclosión en la liga. Fue un llegar y derribar todas las puertas del estrellato, pocas veces se ha visto un aterrizaje en la élite tan brutal promediando 11,2 puntos, 3,9 rebotes, 2,2 asistencias y 1,6 recuperaciones. Cifras que hablan de lo que apenas se puede describir.

Rudy era una rara avis en el baloncesto nacional. Un escolta con un físico desconocido hasta entonces que le otorgaba una capacidad atlética determinante en ambas partes de la pista. Su constitución elástica y fibrosa le hacía ser un maestro del escapismo en el uno contra uno. Una ágil gacela a pista abierta que castiga en el contraataque y un definidor excepcional que era capaz de contorsionar su cuerpo para eludir defensores en su camino al aro. Y si en el uno contra uno su velocidad y habilidad resultaban letales, aquellos adversarios que osaban darle espacio y margen comprobaban que era un eficaz tirador.

Si sobre el parqué sus habilidades eran fabulosas, cuando despegaba se convertía en algo excepcional. Así quedó patente en el icónico alley oop de espaldas que protagonizó en la final de la Copa del Rey de 2004 cuando sólo tenía 18 años. Durante ese campeonato evidenció un desparpajo con el que ha ido alcanzando hitos y logrando metas durante toda su carrera. El torneo del KO no está hecho para probaturas y prácticamente es territorio restringido para los jóvenes (Pau Gasol fue MVP en 2001 cuando tenía 20 años), pero él consiguió ayudar a que su equipo superase al Ricoh Manresa tras dos prórrogas en cuartos, contrarrestó los 27 puntos de Juan Carlos Navarro en semifinales y enarboló la bandera de la resistencia verdinegra durante toda la final contra el TAU Cerámica.

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Hubiera sido el triunfo de la joven cenicienta, pero pese a la derrota, Rudy Fernández hizo historia. Los 15,3 puntos, 6,6 rebotes y 3,3 asistencias que promedió le valieron ser el jugador más joven de la historia en ganar el trofeo de mejor jugador de la Copa del Rey. Rudy también fue el primer jugador de un equipo perdedor en una final que se lleva el MVP desde que lo hiciera en 1994 Velimir Perasovic… y desde entonces nadie más lo ha conseguido.

Sin saberlo, esos mismos días y en la misma ciudad, otra estrella también comenzaría a escribir su leyenda. Ricky Rubio deslumbró en aquella Minicopa y se convertiría poco después en el mejor socio de Rudy para construir el último gran equipo campeón en Badalona. La doble ‘R’ alzó los trofeos de la FIBA Eurocopa, ULEB Cup y la Copa del Rey de 2008 donde Rudy Fernández volvió a ser MVP del torneo.

Por entonces, el escolta balear se había consagrado en el baloncesto y estaba dispuesto a abrir una nueva etapa profesional, para hacer el sueño que siempre tuvo de niño y jugar en la NBA.

Un jugador de leyenda
MVP de la Final de Liga Endesa (2018), 3 MVPs de la Copa del Rey (2004, 2008, 2015) MVP Final FIBA Eurocup (2006), MVP Copa ULEB (2008), MVP de la Supercopa Endesa (2012). 4 veces quinteto ideal Liga Endesa (2007, 2008, 2013, 2014), 2 veces quinteto ideal Euroliga (2013, 2014), quinteto ideal Eurobasket (2009).

Con Portland Trail Blazers tuvo momentos relevantes (entró en el segundo mejor quinteto de rookies, en su primera temporada promedió 10,4 puntos y con 159 aciertos batió la marca de triples anotados por un novato) y la NBA le reservó un sitio especial en el concurso de mates del All Star de 2009 donde homenajeó al pionero Fernando Martín con la complicidad de Pau Gasol.

Sin embargo, todo aquello no sació el apetito competitivo de Rudy. La segunda temporada bajó presencia pista y prestaciones numéricas y una terrorífica lesión comenzó a marcar su carrera. En marzo de 2009, Trevor Ariza cortó bruscamente el intento de mate de Rudy provocándole una salida de la pista en camilla y collarín como anticipo de lo que sería su primer gran problema. Cuatro semanas de baja fue el primero de los parones que los dolores en la espalda provocaron durante su trayectoria. “Por desgracia el deporte tiene lesiones y cuando me dañé la espalda me dijeron que podría estar 3 o 4 años más, pero he podido estar muchos años más. Me he sentido muy privilegiado de poder llegar hasta este punto y poder sentirme muy importante”, confesó en rueda de prensa.

Después de tres temporadas en NBA con un traspaso a Denver Nuggets incluido, Rudy reconduciría su carrera firmando por el Real Madrid, el equipo que le devolvió la sensación de competir, la fortuna de los títulos y la alegría de sentirse querido y valorado. Antes ya pudo comprobar esa sensación en una breve estancia provocada por el lockout de la NBA en 2011. Los nueve partidos que disfrutó en Madrid le reafirmaron en el sentimiento que ya sentía de volver a casa, con su familia, su gente y su baloncesto. “Ha sido la mejor decisión que tomé como deportista profesional”, recordó.

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LA VIDA EN BLANCO

Como en la vida, en el baloncesto al primer amor se le quiere más, pero luego se quiere mejor. Badalona quedará para el recuerdo. El efervescente impacto que tuvo no podrá borrarse y por ello rendirá eterna pleitesía al club que le abrió las puertas de la acb, pero ha sido en el Real Madrid donde ha vivido las mayores alegrías de su carrera.

Rudy Fernández forma parte del exitoso proyecto que emergió a comienzos de siglo y que ha aunado durante años eficacia competitiva y espectáculo. Sus triples imposibles y sus vuelos acrobáticos formaron parte del programa con el que el Real Madrid ha hecho las delicias del buen aficionado.

Con su carácter competitivo ayudó a revertir la mala dinámica que el equipo atravesaba y ha formado parte esencial de los triunfos en España y Europa. Junto a Sergio Llull, Sergio Rodríguez y Felipe Reyes formó la columna vertebral de un equipo que alcanzó la gloria cuando en 2015 levantó la Euroliga al cielo de Madrid. El noveno título de la máxima competición continental vino a cerrar una herida que llevaba abierta 20 años. Desde entonces el palmarés de jugador y equipo se llenó con infinidad de títulos y reconocimientos que hacían justicia a la calidad del colectivo y al valor diferencial de Rudy Fernández.

El palmarés de Rudy con clubes
Siete Ligas Endesa (2013, 2015, 2016, 2018, 2019, 2022 y 2024), siete Copas del Rey (2008, 2014, 2015, 2016, 2017, 2020, 2024), nueve Supercopas Endesa (2012, 2013, 2014, 2018, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023), tres Euroligas (2015, 2018, 2023), una Copa ULEB (2008), una FIBA Eurocup (2006) y una Copa Intercontinental (2015).

Son años donde el jugador también culmina la evolución de su juego y reinterpreta el baloncesto para dar cabida a un cuerpo que comienza a acumular demasiados golpes. Rudy sigue siendo explosivo, pero sus vuelos son menos habituales. Mantiene su efectividad con el lanzamiento, aunque los varía pasando de una mecánica donde destaca la rápida ejecución del tramo final y una instantánea retirada de la mano de lanzamiento a un tiro más sostenido, más pausado. Perfecta metáfora del paso del tiempo.

Si durante años el espectador paladeó la calidad ofensiva del juego de Rudy, los años fueron dejando un poso del sensacional defensor que siempre ha sido. Cierto es que no se pasó por alto la efectividad que siempre mostró a la hora de recuperar balones, pero los años fueron descubriéndonos matices en una rica lectura defensiva que le convierten en el mejor defensor de lado sin balón que hayamos tenido.

La historia más reciente se llena de infinidad de acciones donde, de la nada, emergía su figura para interceptar balones, provocar pérdidas en el rival o sacar faltas en ataque. Agazapado entre la maraña de sombras que habitan el otro lado del ataque, Rudy Fernández ha sabido leer como nadie las intenciones de sus adversarios e interpretar movimientos y pases de balón que dejaban de ser de otros para, un instante después, ser suyo. Un genio como no ha habido otro en la defensa sin balón

En esa transición que le ha llevado de ser estilete ofensivo para convertirse maestro de la intendencia, dejó de lado la incandescencia de los grandes focos para saber navegar en un segundo plano para poner al servicio del equipo toda su calidad y sabiduría.

Lo que no varió durante este tiempo es lo que lleva impregnado en el ADN. En su familia le enseñaron a no negociar el esfuerzo ni a aceptar una derrota antes de tiempo, por lo que Rudy ha sido el perfecto transmisor de unos valores que hicieron suyos muchos compañeros del Real Madrid y la selección española.

Un carácter difícilmente domable y que sobre la cancha también ha sido discutido, pero sin el que seguramente no podría haber alcanzado tantos éxitos y durante tanto tiempo. Porque es indudable que ese carácter y su amor por el baloncesto le han hecho superar dolores que a otros desalentarían y durante sus años en el Real Madrid, y bajo el sabio consejo de sus profesionales, han dado una extraordinaria longevidad a su carrera.

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EL CORAZÓN DE ESPAÑA

Jorge Garbajosa confesó un día que “por un compañero lo doy todo, por un amigo doy todo y más” refiriéndose a su sentimiento por la selección española. Palabras que perfectamente se amoldan a la figura de Rudy Fernández, pues el otro gran equipo de su vida ha sido la selección española y él ha sido uno de los grandes causantes del sentimiento de familia que se ha construido alrededor de ellas en las dos últimas décadas. Con el ejemplo en pista y fuera de ella, Rudy ejemplifica a la perfección muchos de los grandes valores que han hecho que sea un equipo de leyenda.

“Es un gran líder para sus compañeros, sobre todo en los malos momentos” decía Sergio Scariolo de él. El seleccionador ha entendido y sacado lo mejor de su baloncesto durante los diferentes veranos en los que han coincidido. Scariolo comprendió todo lo que podía dar al equipo y exprimió al máximo su potencial tanto en ataque como en defensa.

Icono de la selección española
Dos Mundiales (2006 y 2019), cuatro Eurobaskets (2009, 2011, 2015 y 2022), dos medallas olímpicas de plata (2008 y 2012) y un bronce (2016), una plata (2007) y un bronce (2013) en el Eurobasket.

Ya en su primer campeonato, el Eurobasket de 2009, apostó por unir sobre el parqué a Navarro y Rudy pese a que el balear compitiese en desventaja física con los aleros rivales. Scariolo quería tener la mayor suma de talento ofensivo en pista y sabía Rudy era el mejor defensor del equipo. Quizá podía ser más pequeño y débil que su oponente, pero esa desventaja quedaba compensada con creces con la inteligencia y la lectura del juego que siempre mostraba.

Con los años fue ajustando su relevancia en la Selección según la necesidad del momento, pero siempre ayudando a multiplicar la suma de talentos individuales y amplificando el discurso de ego para despojar los egos antes de cada concentración. “Está liderando con el ejemplo en la forma más completa de la palabra”, aseguró Scariolo en 2022.

Durante su trayectoria, Rudy siempre ha evidenciado una profesionalidad absoluta y un total compromiso con los colectivos en los que ha estado, pero seguramente donde más han quedado patentes estas virtudes ha sido en el combinado español. Desde que debutó en 2004 sólo se perdió el verano de 2017 y es el jugador con más internacionalidades (255) en la historia de la Selección. Rudy tiene tres medallas olímpicas, dos medallas en Eurobasket y es el único jugador español que ha estado en todos los títulos conseguidos: dos Mundiales (2006 y 2019) y cuatro Eurobaskets (2009, 2011, 2015 y 2022).

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De todos ellos, el más emotivo fue el vivido en 2022. Fiel a su compromiso con su otra familia, lideró una nueva generación de compañeros tratando de transmitir valores y enseñanzas fuera de la pista (muchos señalan su bronca en el descanso frente a Finlandia como elemento transformador del torneo) y carácter competitivo dentro de ella. Eso le llevó a protagonizar varias exhibiciones de talento al servicio del equipo donde su defensa protagonizó highlights y elogios de compañeros por igual “Es el capitán. El ejemplo a seguir. Solo con ver las acciones que hace nos da motivos para seguir, luchar más y creer. Es el que habla en el vestuario, es el que lidera con su ejemplo. Es Rudy, uno de los grandes de la historia” señaló Juancho Hernangómez. El último guardián del exitoso legado baloncestístico tenía que velar por que la transición no fuera traumática y se encontró con un maravilloso oro meses después de la muerte de su padre.

Rodolfo había acompañado a su hijo en cada torneo con la selección, era una figura reconocida y estimada, y para Rudy pieza fundamental en su trayectoria vital. Ni tan siquiera todas las luces de su carrera pudieron mitigar la oscuridad del momento. No hubo consuelo posible, pero sí un último anhelo verle otra vez en una cita olímpica.

Del debut en Atenas 2004 haciendo realidad el sueño de compartir junto a su hermana Marta unos Juegos Olímpicos hasta el sinsabor vivido en Tokyo 2020. La pinacoteca personal de Rudy Fernández se llena de icónicos momentos olímpicos como el mate sobre Dwight Howard que dejó al mundo boquiabierto en 2008 o la felicidad del bronce en 2016 tras superar un sinfín de obstáculos.

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La competición más especial en el mundo del deporte también lo es para Rudy Fernández y ahora persigue una última hazaña: estar presente en una sexta cita olímpica. Actualmente iguala con cinco presencias a Oscar Schmidt, Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Luis Scola, Teófilo Cruz y Andrew Gaze, pero por delante tiene el reto de superarles y cumplir un último sueño, el más especial pues era el de su padre.

Ahora, en los albores del adiós, sólo nos queda desear que se haga realidad y paladear las últimas piezas del manjar baloncestístico que durante dos décadas Rudy Fernández sirvió. Un jugador diferente, un depredador competitivo sobre el parqué que no ha dejado indiferente a nadie y que ha evidenciado como pocos los valores colectivos de este deporte.

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