Artículo

Forjadores de la acb (XXVII): El Congreso de Aiguablava

"Forjadores de la acb", de Juan Antonio Casanova y Manuel Moreno, relata los inicios de la Asociación de Clubs de baloncesto, su desarrollo y la revolución que provocó en el baloncesto de élite. ¡Descubre un nuevo capítulo!

acb Photo
© acb Photo
  

En enero de 1990 la ACB celebró en el Parador Nacional de Aiguablava, en la Costa Brava gerundense, un congreso que sirvió para conocer el estado de la situación del organismo y de sus integrantes, debatir sobre múltiples temas y, en definitiva, tomar una serie de acuerdos importantes, el primero de los cuales fue “defender la imagen de la ACB y del baloncesto por parte de todos los clubs”.

Se habló de una variada gama de asuntos: fomentar la relación con los patrocinadores; uniformar las equipaciones (sudaderas interiores y exteriores); buscar nuevas vías de promoción de los partidos; las políticas de acceso de los jóvenes a los pabellones; generar nuevos recursos para los clubs a través de la ACB; la obligación de pagar el IRPF y en el futuro la Seguridad Social o el asesoramiento para la conversión de los clubs en Sociedades Anónimas. En el aspecto deportivo se trataron nuevos sistemas de competición y de licencias; los horarios más convenientes para los partidos; la unificación de parquets, marcadores, señales acústicas, aparatos de 30 segundos, tableros, soportes, luminosidad, vestuarios, distancia a la primera fila de público, la temperatura en el interior de los pabellones; adoptar la numeración FIBA; la obligación de facilitar una copia del vídeo al rival y otra a la Federación Española.

Asimismo, se trató de la creación de un reglamento para agentes; fichar hasta tres extranjeros por la nueva ley europea; la posibilidad de profesionalizar a los árbitros; crear un régimen disciplinario para los clubs; cursos de formación para los gestores de los clubs; un nuevo tratamiento para el baloncesto de base; reformar los departamentos administrativos de los club; obligar a estos a disponer de horarios de oficinas de mañana y tarde; unificar las estadísticas pasando los estadísticos a depender y a cobrar de la ACB (hasta entonces unos cobraban y otros no); abrir vías de diálogo con la Federación Española; mostrar el apoyo a la selección pero cobrando por la cesión de jugadores; revisar el acuerdo con la NBA; solicitar la presencia de la ACB en los órganos de la FIBA… Un abanico extenso que ahondaba en la profesionalización de la ACB y de sus clubs.

Una de las ponencias se titulaba “La implantación de la cultura empresarial en los clubs”. Se reveló que de la temporada 86-87 a la 89-90 el incremento de los presupuestos de los clubs había sido del 88% y que se había producido un endeudamiento por acumulación de déficits, derivado sobre todo del aumento de gasto en las plantillas (de una media de 61 millones de pesetas en la temporada 86-87 a 124 millones en la 89-90). Se llegó a la conclusión de que “el modelo de crecimiento es insostenible, sobre todo desde la perspectiva de la conversión de los clubs en sociedades anónimas” y se decidió que “los clubs deben elaborar sus presupuestos de forma que resulten equilibrados y razonablemente justificados”.

En el congreso también se expusieron muchos datos interesantes. Por ejemplo, que todos los clubs (24 en aquel entonces) tenían patrocinador, ocho de ellos pertenecientes al sector financiero y siete al alimentario. Que desde la temporada 82-83 a la 89-90 el papel de la ACB como fuente de ingresos directos para los clubs había crecido nada menos que un 1.500%. Y se establecía en 45 el número deseable de partidos que retransmitir por televisión cada temporada.