Redacción, 20 feb. 2010.- El Real Madrid no dejó dudas: se planta en la final de la Copa del Rey con un juego sólido, duro inteligente y omnipresente. El Caja Laboral fue una digna víctima, pero víctima al fin y al cabo, del conjunto de Messina, que llega al clásico habiendo doblegado 50-78 a su rival.
Más que un rodillo o un engranaje perfecto, el Real Madrid volvió a demostrar que es una prensa, con su lenta pero inexorable presión que carece de estilete: su fuerza está en repartir el peso.
Este sábado fue Lavrinovic y Kaukenas los máximos anotadores (36 puntos entre ambos), pero en realidad fue Messina quien, calculando al milímetro los puntos de presión, anuló al Caja Laboral (falto de líderes y de acierto) desde la defensa; luchar por cada balón y exprimir su valor. Así se llega a la Final, así se llega al clásico.
Distintas caras, mismo acierto
Rimantas Kaukenas amenazó en los primeros cuatro minutos anotando los siete primeros puntos de su equipo. En el otro aro, Stanko Barac podía con Lavrinovic (e incluso se atrevía con un triple) para igualar el marcador en los primeros compases.
Este partido iba a ser a muerte y cualquier jugador podía decidirlo. Ayer fueron Jaric, Llull y San Emeterio; hoy entra Bullock a los cuatro minutos después de no saltar a la cancha en cuartos.
El partido buscaba protagonistas y ante la discreción de Jaric y Llull (2 puntos en el primer cuarto entre los dos), San Emeterio sí dio un paso adelante, anotando 7 puntos y facilitando el empate en el marcador tras los primeros diez minutos (18-17).
Cuando la igualdad era tónica y predominaban los aciertos defensivos por encima de los ofensivos, salió a la palestra Darjus Lavrinovic rompiendo el marcador con un 0-6 fruto de dos triples consecutivos desde la frontal.
El Caja Laboral no encontraba el ritmo en las manos de Huertas ni en los balones interiores a Eliyahu (demasiado errático), lo que aprovechó el Real Madrid para encadenar un parcial de 0-10 para establecer la máxima diferencia del partido hasta ese momento: 21-30.
Pero entró Singletary, metió Eliyahu su primera canasta y se acabó el parcial. English amagó con un cambio de ritmo vitoriano gracias a cuatro puntos que daban esperanzas a los baskonistas pero como se intuía, este partido lo puede decidir cualquiera y en este caso fueron dos triples de Travis Hansen. La primera parte fue claramente blanca, acabando con la máxima ventaja (27-40) después de una canasta al filo del descanso de Llull.
Caja Laboral pelea contra la lenta asfixia madridista
Ambos equipos salieron a la cancha sabiendo lo mucho que estaba en juego. Ribas arrancó con un triple, aunque Lavrinovic y el siempre genial Pablo Prigioni llevaron el marcador hasta la máxima ventaja (30-44) de nuevo.
Pero Teletovic y Ribas aún no querían irse a Vitoria. Con seis puntos casi consecutivos y la ayuda de un gran Barac bajo los aros se resistían al ahogamiento de los blancos.
Estrangulamiento lento y silencioso, escenificado a la perfección por el siempre sobrio Kaukenas que anotó de tres desde la esquina para marcharse de 16 (36-52). Pintaban bastos para el equipo de Dusko Ivanovic, que seguía sin poder contar con el lesionado Tiago Splitter.
El Caja Laboral encontró por fin a Eliyahu, quien recuperó la confianza perdida y mantuvo las esperanzas, espoleando a una afición totalmente entregada, que contagió al resto de pabellón. Menos el sector madridista, lógicamente. Pero dos triples de Garbajosa y Lavrinovic recordaron a los vitorianos que el partido seguía cuesta arriba: 43-58 a 10 minutos del final.
Lejos de calentarse, el partido se enfrió. Anotó Sergio Llull para colocar el 43-60, máxima diferencia hasta entonces, que heló la reacción vitoriana y anestesió al pabellón durante cuatro largos minutos.
El tramo final fue un resumen perfecto del partido: los blancos esperaban con paciencia la oportunida de sumar dos puntos más, sin alardes, sin prisa, mientras el Caja Laboral buscaba la heróica, con un ataque sincopado y sin premio para Ribas, quien más lo intentó sin conseguirlo.
Demasiada diferencia (28 puntos) para lo que esperaban los aficionados, demasiado Madrid para un Caja Laboral que echó de menos a Splitter y a una rotación entera, puesto que Herrmann, Oleson y Singletary fueron casi testimoniales.