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Una victoria de fe y carácter (90-89)

La selección femenina debutó en los Juegos Olímpicos con una fabulosa victoria frente a China (90-89). Megan Gustafson (29 puntos y ocho rebotes) y Leo Rodríguez (25 puntos) brillaron en una victoria con mayúsculas que refuerza la confianza en el equipo

FIBA/JJOO
© FIBA/JJOO
  

La selección femenina debutó en el torneo olímpico con una maravillosa victoria frente a China (90-89) en la prórroga. Fue el triunfo de la fe, de la constancia y del carácter.

De la fe porque España tuvo que entrar en el partido creyendo que podía derribar el muro interior de China y planteó un duelo en el frágil equilibrio de colapsar la zona y frenar la efectividad de una China que martilleó con triples cada intento de remontada.

De la constancia porque el equipo estuvo mucho tiempo picando piedra, con una Megan Gustafson (29 puntos y ocho rebotes) inconmensurable, agigantándose y tirando del carro para que las diferencias de China nunca fueran demasiado grandes para perder la cara al partido.

Y fue la victoria del carácter porque eso demostró Mariona Ortiz (siete puntos y tres asistencias) para aguantar al equipo en la primera parte, Queralt Casas para multiplicarse en la pista y hacer de todo y todo bien (ocho puntos, siete rebotes y ocho asistencias), Maite Cazorla atreviéndose a pisar la zona y sacar puntos donde no los había… fue el carácter de un equipo que quedó ejemplificado en Leonor Rodríguez (25 puntos), magistral defendiendo rivales más poderosas y determinante enchufando el triple que forzó la prórroga y fue la antesala de la victoria final.

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España arrancó ofreciendo casta para combatir la superioridad en estatura del equipo chino. Las jugadoras se mostraron agresivas en defensa cortando líneas de pase interior y avispadas en ataque para penar con canastas los errores de marca de su rival (7-6).

Sin embargo, las buenas intenciones españolas no pudieron contrarrestar el juego de China que, poco a poco, fue sacando rédito de sus interiores. Así, entre Yueru Li y Mengran Sun, anotaron 10 de los 14 primeros puntos del equipo asiático y lideraron un parcial de 2-13 con el que obtuvo la primera ventaja significativa del encuentro.

A la dificultad de superar en uno por uno la diferencia de centímetros, China también planteó el recurso de la defensa zonal creando a España problemas para encontrar buenas posiciones de tiro y sumar en ataque con regularidad.

Las jugadoras de Miguel Méndez requerían de más físico y puntos, por lo que entraron Mariona Ortiz y Alba Torrens en busca de que el relevo, también cambiara la dinámica de un primer cuarto que se cerró nueve puntos abajo (13-22).

El efecto de los cambios fue positivo y la entrada en pista de Ortiz dio nuevos aires y tres asistencias a Megan Gustafson y Torrens posibilitaron un parcial 9-2 con el que apretar el marcador.

Puestas las cartas sobre la mesa por ambas partes, el partido se dirigió al descanso sin que ni uno ni otro equipo pudiera desequilibrarlo. Para España, el pesar fue que los puntos de la voluntariosa Leo Rodríguez (11 puntos en la primera parte) no tuvieron el añadido del acierto exterior (el equipo anotó sólo uno de los ocho triples que intentó en los dos primeros cuartos) y con él presionar más a una China que, si bien vencía al descanso (33-37), había perdido fluidez ofensiva y se mantenía gracias al acierto desde la personal.

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El tercer cuarto fue una lucha española por complicar al máximo la conexión interior. Defensas de anticipación, dobles ayudas… de todo para que China no tuviera el aro fácil. El problema es que cuando acumuló varias defensas buenas, su rival acertó desde el triple para clavar pequeñas dagas en el ánimo español (46-55).

Aunque pudiera ser frustrante verse remando todo el partido y lo fácil hubiera sido bajar los brazos en uno de esos triples, las españolas no parecían venirse abajo. Mientras Gustafson sostenía el ataque, chispazos puntuales como un triple de María Araujo eran la respuesta anímica necesaria para que el equipo entrase en el último cuarto con vida en el marcador y fuerza en el espíritu.

Un triple de Leo Rodríguez y un contraataque finalizado por Gustafson fueron las acciones que tanto había ansiado el equipo para creer definitivamente en la victoria y luchar por ella hasta el final.

El éxtasis español se desató cuando Leo Rodríguez desafió la inmensidad de Yueru Li (dominadora con 31 puntos y 15 rebotes) para meter un aro pasado y empatar el partido a 67 a tres minutos y medio del final. Sin embargo, en el baloncesto hay una máxima que dice que las remontadas no son tal hasta que te pones por delante y España no lo hizo.

Pudo hacerlo en varias ocasiones y, cuando parecía que ya no lo conseguiría y China remataría su trabajo de 39 minutos, apareció Leo Rodríguez para anotar un triple antológico a seis segundos del final. En un visto y no visto, España pasó de verse desahuciada a soñar con la victoria porque el triple vino con el premio de un tiro libre adicional que, empero, no entró y el partido se fue a la prórroga (76-76).

Todo estaba por resolver, más de 20.000 espectadores vibraban con un partido cuyo resultado final ya sabían 12 jugadoras y un cuerpo técnico. Cuando arrancó la prórroga España ya sabía que iba a ganar.

Después de luchar contra los centímetros y los inoportunos triples de China, ahora no iban a dejar escapar el triunfo. Sabían que sólo tenían que ponerse por delante y así pasó. La excelsa Gustafson anotó para abrir el tiempo extra y España ya no abandonó el control del marcador.

No disfrutó de excesivas rentas (tuvo un 89-84 favorable), pero gestionó cada posesión de maravilla: con Queralt y Cazorla siendo puñales que se clavaban en la zona China y Gustafson encumbrando su partido mayúsculas.

La victoria era una realidad como lo es que España, con los pies anclados en la tierra, ha venido a estos Juegos Olímpicos a pelear por todo.