El suyo es uno de los rostros más reconocidos del panorama arbitral español y europeo, a sus 49 años Antonio Conde ha construido una solida carrera profesional que este fin de semana vivirá una fecha muy importante cuando, en el duelo entre Río Breogán y Surne Bilbao Basket, dirija como colegiado su encuentro 700 en Liga Endesa.
Un dato que habla bien a las claras de la relevancia de su trabajo pero que el relativiza por el propio ritmo que marca la competición temporada tras temporada. “Es una cifra que parece muy grande pero que pasa casi sin darte cuenta. El ritmo que llevamos es bastante rápido y la cifra de 700 partidos es bastante significativa, pero me sigo acordando bastante bien de la mayoría de ellos” afirma, aunque reconoce que “sí, da un poco de vértigo” pensar en la magnitud de la cifra, no duda en aseverar que “aquí no nos vamos a quedar, vamos a intentar seguir tirando para adelante”.
Desde que un verano en su Córdoba natal, unos compañeros del colegio Salesianos le invitaron a realizar un curso de arbitraje ha pasado mucho y la luz que se despertó entonces ha ido dando forma a una brillante carrera que hoy, a sus 49 años, le convierte en uno de los referentes del arbitraje. Muchas temporadas y muchos partidos a cuestas en los que el tiempo va pasando y el cuerpo lo nota, pero tú también vas adaptándote a tu situación personal con tu entrenamiento, reforzando aquello que sea más necesario. Todo eso aporta y gracias a los avances en entrenamientos, nutrición y descansos, la vida deportiva se alarga y en mejores condiciones”. Además, Conde afirma sentirse “con mucha ilusión y buena salud” para seguir adelante.
Hoy, 699 partidos después de su debut en un duelo entre Adecco Estudiantes y Casademont Girona, Antonio Conde pone en valor todo lo aprendido y, de todo este largo período vivido en el arbitraje profesional, “quizá, y viéndolo con cierta perspectiva, me quedaría con el desarrollo personal que te ofrece el disfrutar y trabajar en el mundo del arbitraje. El ver todo desde un punto de vista neutral, digamos ver las cosas desde fuera te aporta muchas habilidades y de técnicas que tienes que utilizar para desempeñar tu trabajo que, al fin y al cabo, es tomar decisiones, pero, claro, hay muchas cosas que rodean a esa toma de decisiones: hay mucha presión, muchas situaciones de personales, físicas, mentales… Tienes que controlar muchas facetas y vas aprendiendo muchas herramientas y técnicas que no solo te sirven para el arbitraje sino también el mundo exterior y el resto de tu vida”. En definitiva, “te enriquece mucho y eso es con lo que más me quedaría de mi trayectoria hasta ahora”, asegura.
Dos décadas después de que debutara (temporada 2001-02), Conde reconoce que en él “hay muchas cosas que no han cambiado: sigo siendo la misma persona y los que me conocen saben que no he cambiado y soy como soy, pero es verdad que sí hay mucha progresión como persona y ahora poseo más herramientas en el día a día que me han enriquecido a través de las experiencias y aprendizaje en el mundo del arbitraje. Toda la formación recibida, todo lo que has sido capaz de trabajar, las situaciones al límite que has tenido que trabajar y que enfrentarte, tanto dentro como fuera de la pista. Ahí el cambio es importante desde el principio hasta ahora como persona a la hora de afrontar las situaciones difíciles” y, entre otros aprendizaje, Conde reconoce que con el paso del tiempo “aprendes a no llamarles problemas a situaciones difíciles, sino retos a los que debes enfrentarte y hacerlo siempre de forma positiva”.
La experiencia también le ha permitido evolucionar dentro del baloncesto y la comunicación con los jugadores. Para el colegiado, “la comunicación es una herramienta más que usan los árbitros y, como tal, va progresando y mejorando según se desempeña y se interioriza en el ejercicio del arbitraje”. Concretando en el tema y cómo es la relación comunicativa entre árbitros y jugadores, Conde señala que las relaciones entre colegiados y jugadores y viceversa son algo intrínseco al juego, y se necesitan porque las decisiones deben ser aceptadas y ello, a veces, requiere de explicaciones. Escuchar y dialogar siempre es bueno, sabiendo siempre que hay límites y que hay momentos en los que se puede y momentos en los que no, pero con el tiempo vas aprendiendo a empatizar con determinadas situaciones con compañeros, jugadores y entrenadores, y a saber marcar también cuáles son los límites admisibles y los que no”.
E igualmente que los jugadores y los árbitros evolucionan, lo hace el propio baloncesto, y para el Conde “la evolución del juego ha sido brutal. Basta con ver partidos de hace 25 años a verlos ahora, y ves que ahora el juego es mucho más rápido, más atlético, todo está mucho más medido y todo esto hace que te tengas que enfrentar a situaciones más rápidas y más complicadas”. Sin embargo, el colegiado reconoce que “el arbitraje también evoluciona y, para hacer frente a todo ello, el trabajo en equipo cada vez es más intenso y necesario. El trabajo debe ser más de alto rendimiento, se debe engranar bien a los tres árbitros de un partido… y ya no solo a esos árbitros, sino a toda la plantilla arbitral para que durante toda la temporada en cada partido el trabajo sea más uniforme, entendiendo que siempre van a haber errores porque forman parte del ser humano, aunque siempre minimizándolos e intentando acotarlos a situaciones más complejas o inesperadas”.
Con una carrera tan exitosa y longeva es muy difícil quedarse con un momento en concreto, aunque Antonio Conde recuerda que “hay momentos muy bonitos, partidos que son muy emotivos que siempre te quedan en la memoria y es bueno recordar los éxitos para, cuando viene una situación dura, saber que tienes las capacidades de hacer un buen trabajo y que hay que afrontarla con la vista en el futuro y apoyándote en el pasado. Es verdad que hay momentos bonitos como finales de Copa del Rey, finales de liga, partidos duros por el descenso donde el arbitraje ha sido suficientemente bueno para no influir, Juegos Olímpicos, Eurobasket… todos son eventos que resultan muy ilusionantes”.
Ahora bien, después de tantos años, la verdad es que hay tiempo para todo y también para días difíciles. Para el colegiado los momentos más complejos de gestionar dentro del arbitraje se producen “cuando hay un error y te das cuenta de que te equivocaste tras analizar la situación. Entonces tienes que trabajar más duro. Nos afecta, porque somos deportistas y siempre queremos hacerlo bien y cuando algo sale más estás fastidiado”. En estos casos, Conde muestra su lado más resiliente y afirma que tras el error “aquí nadie se rinde, aquí hay que seguir luchando y buscar por qué sucedió el fallo e intentar luchar para que no vuelva a suceder o minimizar el número de situaciones en las que se pueda volver a producir”.
A punto de alcanzar los 700 partidos, Antonio Conde, lejos de sentir nostalgia o cierto punto de agotamiento, muestra un discurso vital y en todas sus palabras se desprenden unas enormes ganas por seguir en un mundo que le apasiona profesionalmente, pero que también le ha reportado mucho como persona. “A mí me ilusiona cada partido”, afirma. “Me ilusiona que cada partido te encuentres bien, que seas capaz de encontrar una buena atmosfera con tus compañeros y de trabajar en equipo. Ves a los árbitros jóvenes cómo llegan, lo bien preparado que están, y siempre coges cosas de cada uno de ellos y siempre estas aprendiendo de cada una de las situaciones. A mí me ilusiona el poder seguir disfrutando cada momento, cada partido y seguir trabajando por mejorar e ir logrando alcanzar más etapas… es que esto no termina nunca”, declara con una sonrisa.
Este sábado arrancará una nueva etapa, la que le intenté aproximar a los 800 partidos, mientras, día a día, sigue intentando ser mejor árbitro… mejor persona.