Rivales hasta el infinito en lo deportivo, pero con evidente poder para generar recursos propios, ni al Barça ni al Madrid les interesaba unir esos recursos (derechos de televisión, captación de patrocinadores, por ejemplo) a los del resto de clubs, porque eso iba a significar una igualdad no deseada. Pero esa misma rivalidad les impedía consensuar una postura conjunta contra la ACEB. Sobre todo cuando Josep Lluís Núñez ocupó la presidencia barcelonista (1978) y Ramón Mendoza reemplazó a Luis de Carlos en la blanca (1985).
Una contradicción que queda clara en los hechos de los primeros años. “No hubo ningún acuerdo previo entre Madrid y Barça. Quizá pensaban algunos directivos que estaban por muy encima del resto, pero no lo utilizaron y nunca se unieron para frenar el proceso de revolución de la ACB”, explicaba López Serrano, que también sitúa las turbulencias existentes en ambos clubs con respecto al baloncesto y que pudieron perfectamente marcar la desaparición de ambas entidades a nivel baloncestístico. Las relaciones entre el Madrid y el Barcelona eran buenas al inicio de la ACEB, pero hubo una época posterior, cuando llegó Núñez, en que todo se lio un poco. Mendoza y Núñez consideraron en determinado momento, en un año en que ambos clubs habían tenido malos resultados económicos, que no era rentable mantener el baloncesto, pero ninguno quería ser el causante de su desaparición. Idearon que La Caixa entrara en el Barça y Cajamadrid en el Madrid y que, poco a poco, fueran consolidando su poder hasta dejarlo en sus manos, algo que podía durar unos cuatro años.
"Durante una reunión de la FIBA, Anton Parera, secretario general del FC Barcelona, me propuso que se vieran en Zaragoza los dos presidentes. Yo se lo dije a Mendoza y respondió que 'bueno, afirmaba el representante del Real Madrid. Núñez también estaba de acuerdo, según decía Parera. Pero el día antes de cerrarlo, los dos se echaron atrás y no se hizo. Yo creo que lo hablaron entre ellos y llegaron a algún acuerdo. No sé si hubo presiones".