Ya estaba en marcha la ACEB y a buen rendimiento… pero no era legal. Así lo proclamaban quienes no estaban de acuerdo con la revolución que propugnaba, incluidos algunos clubs que formaban parte de ella. Un “pequeño” problema. Había un vacío legal, porque no existía una Ley de Asociaciones. Pero también era cierto que la Constitución de 1978 establecía la libertad de asociación.
Bertomeu presentó los estatutos a la antecesora del Consejo Superior de Deportes (CSD), la Delegación Nacional de Deportes (DND), que era en aquella época el máximo organismo del deporte en España, y la respuesta fue que allí no tenían ningún registro para ese tipo de entidades. Solo clubs y federaciones, y la ACEB no era ni una cosa ni otra. Bertomeu fue al Ministerio del Interior y los presentó allí. El Ministerio no contestaba, porque no sabía qué hacer. Bertomeu acudió entonces a la Audiencia Nacional y luego al Tribunal Supremo. La Audiencia finalmente le dio la razón… al cabo de un año (el 5 de noviembre de 1983), obligando a Interior a registrar a la ACEB. “Nos dejaron una rendija y por ella nos colamos”, explica. El 19 de enero de 1984 el Consejo Superior de Deportes certificaba que la ACEB quedaba inscrita en el Registro de Asociaciones y Federaciones Deportivas, con fecha 30 de noviembre de 1983.
En 1984, la nueva Ley del Deporte incorporó este tipo de asociaciones y ese mismo año, el 26 de junio, nació la Liga Nacional de Fútbol Profesional. Aquel mismo año se creó la Asobal de Balonmano y en 1989 la Liga Nacional de Fútbol Sala. Fueron los clubs de baloncesto los que abrieron el camino que transformó radicalmente las estructuras y la organización del deporte profesional en España.