Algo similar sucedió con el patrocinio de la Liga -y el de los clubs, pero ese ya fue asunto particular de cada uno de ellos-, que se llevó Nutrexpa, iniciando un período de colaboración con Unipublic que resultó fructífero para las dos partes. Aquella aparición de Enrique Franco en la reunión de julio de 1981 convenció a los clubs. Fue su apuesta después de consultar otras posibilidades y culminó con el contrato firmado poco después, en octubre, para dar a la Liga 81-82 su primer nombre comercial: Trofeo Cola Cao. Gracias a ello cada uno de los catorce clubs se llevaba un millón de pesetas.
Un segundo contrato con Nutrexpa se firmó el 29 de noviembre de 1982, medio año después del rubricado con TVE. Los dos se complementaban. El de la empresa alimentaria se basaba en que “durante la temporada 82-83 serán retransmitidos por TVE un mínimo de 14 partidos” (punto 1). Se explicitaba que “los clubs deberán situar durante toda la Liga, a lo largo de ambos fondos y partiendo siempre de la altura de la línea lateral superior en relación a las cámaras de televisión, tres pegatinas publicitarias de la marca Cola Cao, con una anchura de 80 centímetros” (punto 2).
Nutrexpa se comprometía a abonar 15.500.000 pesetas por temporada, con un suplemento de entre 350.000 y 500.000 pesetas por cada partido televisado por encima de los catorce, hasta un máximo de cuatro (punto 6). El compromiso regía hasta el 2 de septiembre de 1983 y explicitaba también las sanciones correspondientes si algún club no respetaba el compromiso de insertar la publicidad en su parquet.
“El contrato con Nutrexpa nos permitió organizar una estructura profesional. Teníamos claro lo que queríamos, pero hasta que llegó Nutrexpa no disponíamos de recursos”, explica ahora Jordi Bertomeu.
Fue el primer paso, pero nadie se durmió. Los clubs, avalados por la seguridad de su presencia televisiva, encontraron patrocinadores de nivel, entre los que algunos incluso asumieron el nombre del club (Areslux, Inmobanco, Cotonificio o Caja de Ronda) y otros crearon fuertes vínculos que se mantuvieron durante muchos años (Estudiantes con Caja Postal o Zaragoza con CAI), y la ACEB pudo encarar con una cierta comodidad los siguientes ejercicios.
La solidificación económica que los forjadores habían estado buscando durante muchos años se plasmó en el presupuesto de la temporada 1983-84. La previsión de ingresos para la primera Liga organizada por la ACEB (con la renovada Copa del Rey y el playoff) fue de 43.400.000 pesetas. La publicidad directa llegaba a las 28.100.000 pesetas (Caja Postal pagaba 15.000.000; Winston, 12.000.000, y Rives, 1.100.000), los contratos con patrocinadores sumaban 4.670.000 (Mikasa, 870.000, y TVE, 3.800.000) y los ingresos se completaban con la tramitación de licencias (4.580.000), cuotas de los asociados (1.600.000) y los derechos por organizar la Copa del Rey (4.450.000 como mínimo).
La ACEB se había hecho mayor en el aspecto económico. La publicidad y los derechos de televisión (obsérvese que en el segundo año TVE ya pagó 3.800.000 pesetas) habían sido la base. El largo trayecto de muchas personas durante muchos años se transformaba en cifras que ya permitían engrasar la máquina para que funcionara al máximo en su transformación del baloncesto.