Escribió Julio Cortazar que nada está perdido si por fin se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo. Cuántas veces sintió ese deseo el cuadro bilbaíno durante esta temporada. Las lesiones, la mala racha, el brote de COVID-19, la mala suerte. Un botón, solo pulsar un botón para empezar a otra vez.
El único reset que le valía al RETAbet Bilbao Basket era el de la permanencia, como si salvarse borrase todo lo malo, como si eludir el descenso de repente pintase con épica cada penuria del camino. Al terminar el encuentro, Ondrej Balvin levantó los brazos. Y le costó bajarlos durante los siguientes minutos, de tan radiante que estaba. Fatigado tras la contienda, con 10 puntos, 8 rebotes y 15 de valoración en solo 18 minutos de juego, aquel que tanto soñó con levantar un título se sorprendió al comprobar como, en ocasiones, los mejores trofeos no entienden de vitrinas. Estaban salvados. Estaba salvado.
Ondrej nació un 20 de septiembre de 1992, 102 días antes de que Checoslovaquia se dividiese oficialmente en República Checa y Eslovaquía. Ustid Nad Labem, tierra checa de industrias, punto de encuentro de barcos y trenes que acaricia Alemania, vio con doce años su primer mate. Ese chico tenía algo más que centímetros. A la edad de catorce, su talento, qué paradoja, lo separó de su familia y de su ciudad para marcharse a la cercana capital del país.
El pívot fue cociéndose a fuego lento en el USK Praha, con el que maravilló en un torneo junior de 2009 celebrado en el vallisoletano pueblo Pedrajas de San Esteban, allá donde crecen los piñones. Su equipo fue subcampeón y su nombre se le quedó marcado al técnico del Cajasol, Juanma Pina, que apostó por su llegada a Sevilla. En abril de 2010, pasó una semana a prueba en la ciudad de la Giralda. El idilio resultó mutuo y, al poco, Balvin era uno más de la cantera hispalense.
Qué perdido a su llegada, cuando Tomas Satoransky tenía que ayudarle a entender cómo diablos comprar un simple billete de bus. Su inglés y su timidez tampoco ayudaban. Sin embargo, Ondrej fue enamorándose poco a poco de la ciudad, a pesar del calor, seducido por su gastronomía y por su gente. Y por una generación de jóvenes de quilates a la que vio desfilar aquellos años por San Pablo, ideada por Juan Llaneza. De Satoransky a Porzingis, pasando por Sastre, Burjanadze, Radicevic o el propio Willy Hernangómez. Con el tiempo, Balvin logró que su nombre entrase por méritos propios en esa lista que hoy se recita de carrerilla.
En la 2010-11 ya debutó de la mano de Plaza, contra el CB Valladolid, sumando tres minutos en los que hizo de todo: un punto, un robo, un tapón, dos rebotes, cinco de valoración. No obstante, aún estaba muy verde, trabajando de forma intensiva el rebote defensivo junto a Javi Carrasco y Diego Ocampo y pasando en su país de ser jugador de rotación a líder, llevándose el MVP de un Europeo Sub20 B.
Con Aíto García Reneses, su juego se multiplicó. El laureado técnico le hizo jugar al ajedrez, para mejorar mentalmente y contemplar todas las opciones que había en cada jugada. Empero, cuando su implosión parecía inminente, su crecimiento se detuvo, con una 2014-15 muy gris en la que casi acaba jugando para el potente Maccabi Tel Aviv. Se quedó y, ya con Luis Casimiro, Ondrej mostró su mejor versión en la 2015-16, liberando su mente, jugando con libertad y feliz. 9,6 puntos, 7,4 rebotes, líder en mates de la Liga Endesa. Contra Baskonia se colgó siete veces del aro y, nada más terminar, preguntó cuál era el récord liguero (9), porque algún día lo intentaría superar.
Nuevamente, y ya iban varias, su evolución volvió a encontrar trabas. El checo empezó la 2016-17 coqueteando con los Denver Nuggets y acabó firmando por el Bayern Munich, donde no conectó un ápice con Sasha Djordjevic. Nunca se entendieron. De Alemania salió escopetado, sin mucha más suerte en su siguiente destino. Llegó al Estu en febrero y en abril su tobillo izquierdo gritó basta. Había que volver a empezar.
Con ese escenario por delante, Balvin prefirió hacerlo con la persona que más aprovechó su talento, montándose en el primer avión a Gran Canaria con tal de cruzar de nuevo su camino con el de Luis Casimiro. Su apuesta y su confianza encontraron recompensa. El checo apareció en el segundo mejor quinteto de la Eurocup y contribuyó a la histórica clasificación del Herbalife GC a la Euroliga, tras eliminar en cuartos al Valencia Basket.
Cuando al curso venidero cumplió 200 partidos en Liga Endesa, todo un veterano de la competición, el de Ustid Nad Labem bromeó diciendo que ya se iba haciendo viejo. "Me gustaría alguna vez ganar la Liga Endesa. Si juegas tanto en ella quieres llevarte el trofeo, ¿no?" No obstante, en el verano de 2018 fichó por un recién ascendido, el RETAbet Bilbao Basket por un motivo muy claro: "Mumbrú fue un poquito pesado llamándome".
Curiosamente, como le contó a Chema de Lucas en mibaloncesto.com, su relación no había empezado con buen pie: "Yo odiaba totalmente a Mumbrú: "Sinceramente, yo como jugador lo odiaba totalmente y, como entrenador, no sabía qué esperar de él. Son dos personas diferentes, jugador y entrenador. Me ha sorprendido que es muy buena persona, se habla muy bien con él y, como fue jugador hace muy poco, él entiende a los jugadores".
El director deportivo del club, Rafa Pueyo, lo presentó con una frase definitoria: "Cualquiera que vea su currículum, pensaría que tiene más de 30 años. Sin embargo, solo tiene 26, y es la mejor edad". El checo se empeñó en no dejarle mal. 8,6 puntos, 7,3 rebotes, 15,8 de valoración por encuentro. Y el liderazgo constante en un equipo al que se le olvidó que venía de subir, para sentirse tan grande como cualquiera. "Es como si te compras para Navidades un puzle de mil piezas y, la primera que coges, encaja con la otra, y van encajando todas hasta completarlo en diez minutos", confesó en El Mundo Deportivo.
El pívot condujo a los Hombres de Negro hasta la Copa del Rey. Quintos en la primera vuelta, su primer curso acabó con buen sabor de boca, convencido de que su techo aún quedaba más alto. Envergadura, poderío físico, intimidación, continuación después de bloqueo, rebote, puntos a granel y, esta temporada más que nunca, una regularidad que le permite pasar a un siguiente nivel.
Pese a sus parones, pese a las ausencias, Ondrej Balvin solo se quedó una vez en esta temporada sin alcanzar los dobles dígitos en valoración. Esa tarde se quedó en 9. Hasta este ejercicio, el interior únicamente había sido en una ocasión Jugador de la Jornada. En esta campaña lo logró en la Jornada 29 (36 de valoración) y, aún más recordado, en la 12, cuando rompió todos los registros personales o históricos de club con sus 41 de valoración. 23 puntos, 11 rebotes, 3 asistenicas, 6 faltas recibidas y el honor de superar un viejo récord de 16 años de Germán Gabriel. La tercera mejor marca del curso.
No obstante, más alla de su excelente rendimiento individual, su equipo las ha visto de todos los colores durante esos meses. Siempre anclado a la parte baja de la tabla, con el abismo acechando, desde muy pronto el viejo sueño de Copa o de Playoff quedó reemplazado por la permanencia. La de veces que salió el pívot a dar la cara por redes sociales, especialmente tras las derrotas más severas.
"Marea, sé que es muy duro. Nosotros sufrimos mucho en el vestuario, pero nunca vamos a bajar los brazos", avisaba en diciembre, descartando a comienzos de años los rumores que lo situaban en otro equipo. Nadie le movía de allí. Y más cuando, en febrero, por fin el equipo pudo empezar a entrenar sin bajas tras la avalancha de lesiones. Parecía una temporada nueva, aunque también conllevó sus bajones.
"Lo siento, fue vergonzoso, especialmente por mi parte. No puedo permitir esto. Este no es el camino para mantener al club en acb. No nos vamos a rendir nunca. En lo bueno o en lo malo, mi marea", aseguró a comienzos de abril, tras recibir 108 puntos en casa del BAXI Manresa. Los rivales de abajo iban ganando sus compromisos y en mayo, lo que parecía una lucha de muchos, se convirtió en una batalla exclusiva entre Movistar Estudiantes y RETAbet Bilbao Basket por salvar la categoría, con mucho a favor para los colegiales.
Cuando Ondrej Balvin pudo regresar en mayo, tras superar el coronavirus, las cuentas eran sencillas. Si se ganaban los cuatro partidos pendientes, se salvarían. Si se perdía uno, estarían el manos ajenass. Y si caía en dos o más, plaza de descenso. Con las cuentas tan sencillas, ni calculadoras hicieron falta.
Después de ganar a Urbas Fuenlabrada y Hereda San Pablo Burgos, la derrota en la pista del líder Real Madrid llevó a los bilbaínos a la situación temida. "24 horas que van a decidir nuestro futuro. Va a ser un día muy largo, pero hace un par de días todos pensaban que solo nos salvaba un milagro y muchos vieron al Bilbao en LEB. La vida cambia muy rápido y deseo depender de nosotros mismos otra vez en 24 horas", exclamó en Twitter el jugador, que vio cumplido sus deseos. Los burgaleses echaron un cable ganando en pista estudiantil y ellos se encargaron de rematar la faena frente a la Penya en la jornada final, para consumar una salvación imposible.
A punto de quedar en papel mojado, de repente, sus números valieron más que nunca. El mejor reboteador de la competición (8,6), líder en capturas defensivas (5,5) y segundo en ofensivas (3,1), con una decena de partidos por encima de los 10 rebotes. El rey de los mates (2,1) también fue el 2º en tapones (1,4), amén del quinto que más tiros de dos aseguró (4,4). 11,5 puntos, 1,5 asistencias, 4,3 faltas forzadas. Una temporada redonda, en la que solamente Giorgi Shermadini valoró más que él en Liga Endesa: ¡19,5 créditos de valoración por choque!
De esta forma @OBalvin en sala de prensa pic.twitter.com/dPiKAySYpk
— José Luis Blanco (@whitemanbilbao) May 23, 2021
Balvin terminó abrazado a su ahora amigo Mumbrú, que le dio las gracias por el esfuerzo y el compromiso y puso la guinda a su temporada más intensa en rueda de prensa, sin camiseta, sacando pecho por lo logrado: "Muy poca gente fuera de nuestro equipo pensó que íbamos a mantenernos en acb. Hemos dado todo lo que teníamos. La temporada ha sido muy dura, ni yo mismo me lo esperaba. Hay que felicitar el trabajo que hemos hecho los jugadores, pero también los aficionados y los trajabadores del club que no se ven".
Tiempo para tomar un poco de brindando por el presente, que tanto costó disfrutar. O de inventarse su propia versión de los "Juegos del hambre", retando a sus aficionados a encontrar desde el próximo lunes las camisetas que él esconda por Bilbao. Cocinillas, aficionado a descubrir ciudades paseando con su perro y pequeño inversor metido en el mundo del gaming junto al futbolista de la Sampdoria Jakub Jankto, Ondrej Balvin, el mismo que tan mal lo pasó por el idioma a su llegada a Sevilla y que hoy sorprende con muletillas como "no entiendo un carajo", pudo pulsar el botón a tiempo.
Lets the hunger games begin 😝 pic.twitter.com/7i3KRc6QcC
— ondrej balvin (@OBalvin) May 24, 2021
En el momento más dulce de juego de su carrera, logró esquivar el precipicio para empezar otra vez en lo más alto. Sin vértigo, el viaje se disfruta más.
Fue Victor Hugo quien escribió que imputar la revolución a los hombres era como imputar la marea a las olas. El maremoto resultó inevitable. Salvados, ya nada de lo sufrido lo contará más con pena, sustuida en el relato por el más sincero orgullo. La otra marea se llamaba Balvin.