Crónica

El Valencia Basket se clasifica al límite (74-73)

El Valencia Basket acabó con el mayor especialista en cuartos de la Copa. A falta de cuatro décimas, Rafa Martínez acabó con una racha de 12 años seguidos de triunfos baskonistas en esta ronda tras un partido lleno de emoción culminado con remontada taronja

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Redacción, 7 Feb. 2014.- El Valencia Basket logró el pase a semifinales por la fórmula de heroica. Un tiro libre de Rafa Martínez a falta de 4 décimas (74-73) le dio el pase a un equipo que, pese a vivir a remolque de su rival durante todo el partido, jamás perdió la fe.

El Laboral Kutxa, tras 12 años seguidos en semifinales, volvió a mostrar su brillante versión copera para llevar el peso del partido desde el principio gracias a la enorme puesta inicial de Pleiss y Nocioni (17-26, m.10), llegando incluso a ponerse con 13 de ventaja (32-45, m.19). La reacción valenciana no tardó en llegar.

Lafayette avisó en el tercer cuarto y Doellman, tras un último periodo agónico, le dio por fin la ventaja a su equipo (71-69) dando paso a un final explosivo, en el que Nocioni tuvo el tiro de la victoria. El balón no entró y Martínez, tras la falta de San Emeterio, sentenció el heroico pase ante un no menos heroico Laboral Kutxa.



El sonido de una grada

Si las paredes hablan, las gradas de baloncesto gritan. Y retumban en la memoria. El limbo es solo el olvido y las gestas no se olvidan. En el Martín Carpena, allá por tribuna alta, aún suenan los gritos de los aficionados del Cáceres que una vez se atrevieron a desafiar a los Scola, Bennett, Alexander, Corchiani, Timisnkas, Stombergas, Oberto, Foirest o Vidal. Aquel 16 de marzo de 2001, la noche histórica fue para ambos. Los cacereños, por meterse en semifinales. Los baskonistas, porque no volverían a sentir la sensación de quedarse a las puertas de cuartos. Hasta hoy.

En el deporte mandan los títulos, dictan los canones. Pero habría que preguntarse si un aficionado prefiere alguna Copa suelta o la certeza de poder vivir 12 torneos seguidos, viajando o en casa, con la garantía de ver a su equipo entre los 4 mejores y aspirando a todo. Porque eso es el Laboral Kutxa, eso es el Baskonia, más allá de balances más o menos favorables, de dinámicas más o menos negativas, de alegrías o lágrimas. Un grande que siempre está, al que siempre se espera. Y que siempre aparece. Incluso en las derrotas.

El Valencia Basket, en la previa, se preguntaba por qué demonios se podía hablar de favoritismos contra un equipo que llevaba desde 2002 sin perderse unas semifinales. Y solo su calidad le permitió estar vivo durante unos minutos, en los que el Laboral Kutxa llevó el mando del encuentro con Pleiss y Nocioni mandando avisos. Los triples de Doellman, Van Rossom y Rafa Martínez le servían al equipo valenciano para aguantar durante 6 minutos (9-9), mas la resistencia tenía un límite.

Y el límite hablaba una especie de alemán con acento argentino. Pleiss, inmenso, desquiciaba a Doellman con tapones y sumaba con facilidad en la zona rival y Nocioni, después de otro gran tapón, convertía un 3+1 para vestir el Martín Carpena de Buesa Arena (14-24, m.9). La fiesta baskonista colorería el resto del partido. O casi…

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Hanga se hace notar

Cuánto bien le hizo al Valencia Basket la salida a pista de Lishchuk. Con el pívot, el Valencia Basket elevó su intensidad defensiva y encontró un referente más regular en la zona. El resto del equipo acabó contagiado. En sus primeros minutos en este 2014 tras su lesión, el ucraniano fue el principal artífice del parcial del 6-0 con el que el conjunto taronja respondió el intento de escapada baskonista: 26-30 (m.15).

Sin embargo, el equipo de Perasovic, que ya sufría a un Nocioni desatado, no contó con la irrupción de Hanga, factor diferencial en los siguientes minutos. El húngaro, cada vez que cogía la bola, corría frenético a la otra pista sin pensar en nada más. Ya inventaría algo por el camino.

De repente culminaba un gran pase de Hamilton en mate. A la siguiente, él hacía de Lamont para que Pleiss se colgara, aparecía con un triple o, simplemente, corría como un poseso la cancha para poner la máxima (32-45, m.19) tras el contraataque. Únicamente tres puntos finales de Dubljevic salvaron algo los muebles de un Valencia Basket que aún tendría mucho que decir. Como el jueves el CAI, quién sabe si ese pequeño paso al frente en el peor momento, justo antes del descanso, acabó por cambiar el guion de un partido en el que el viento soplaba totalmente en contra.

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La revancha de Nocioni

Cual combate de boxeo, los compases iniciales del tercer periodo fue puro intercambio de golpes entre Lishchuk y Pleiss. Canasta del ucraniano, respuesta del alemán. 2 puntos para el de Valencia Basket, otros 2 para el baskonista. De dos en dos, Lafayette se quedó con la cantinela y cambió las reglas de juego, anotando 5 puntos consecutivos para el primer acercamiento serio de su equipo (44-49, m.23).

El balón quemaba. Y el ambiente ardía. Un gesto de Hamilton tras encestar en la cara de Lishchuk enfadó al Valencia Basket, que, puro orgullo, celebraba cada acción como si fuera el minuto final, como la canasta de Ribas para dejar el encuentro en un puño: 48-51 (m.26). En ese momento, otro invitado inesperado, Jelinek, anotó un 2+1 que valió aún más tras dos grandes canastas de un Nocioni simplemente superior. 0-7 y otra vez el colchón de la decena.

Hace 13 años, cuando el Cáceres hizo la machada en Málaga, Nocioni jugaba cedido en las filas del Manresa. Expresión pura del baskonismo, cuerpo y símbolo, cualquiera hubiera jurado que se trataba de algo personal para el Chapu aquella derrota añeja. Sus puntos olían a revancha. Y, quizá, también lo hubieran hecho a partido roto si no fuera porque el rival que había enfrente es el mejor Valencia Basket visto hasta el momento en Liga Endesa. Y el 55-62 con el que se llegaba al cuarto decisivo le sabía a un equipo consciente de que sí, que acababa de dejar con vida a un equipo que podrá morir por falta de acierto pero jamás, jamás, por falta de fe.

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La heroica valenciana

Un triple de Van Rossom, el primer toque para derribar el dominó. La apuesta era clara y no había marcha atrás. En el caso de derrota, se caería como un grande. En el caso de victoria, se lograría con un grande. Y en el baile de la épica, Doellman pedía su sitio. Quizá, la dimensión de un jugador como Justin se mida mejor en partidos como este, tan errático, tan desacertado y, a la vez, tan insultantemente referente.

Si el baloncesto es un estado de ánimo, cuando Martínez empató el partido, con la grada valenciana rugiendo, el choque debía haberse acabado. Pero el Laboral Kutxa jugaba con las mismas cartas que su rival. La batalla numantina no había empezado. Tapón a tapón, con Hanga vestido de Manute Bol y el equipo logrando el récord histórico del torneo, el mensaje era grito: sufriréis para anotar. Y tanto. Hasta cuatro oportunidades desperdiciaron los valencianos para ponerse por delante. Hodge, alta de última hora tras la lesión de Heurtel, amenazaba con pintar el partido fima de Hollywood con 2 canastas seguidas para rozar la victoria: 65-69. Fue el penúltimo órdago baskonista.



Consiguió la primera mejor vuelta de su historia. Baloncesto generoso, auténtico, atractivo, real. Para colmo, venía de firmar una gran remontada en el partido del año. A tan buen plato… ¿por qué no acompañarlo de bebida? El brindis de la Copa aumenta la leyenda taronja. Mejora el cuento de hadas de la 2013-14. Y lo hace porque Rafa Martínez, silencioso y revulsivo, supo dar respuesta con un triple. Y porque Doellman, tras un 3/13 en el tiro, no se cortó a la hora de volver a intentarlo para darle la primera ventaja a su equipo tras el 3-2 inicial (71-69).

El final fue explosivo. Nocioni y Hamilton amenazaron con volver a cambiar las tornas (71-73 a falta de 41 segundos) pero una canasta de puro talento de Sato lo igualó todo antes de la última posesión. Ahí la cogió Nocioni. El que jamás dejará de tirar del carro. Al que jamás nadie le podrá llamar cobarde. El tiro del argentino, como en los 2 últimos partidos frente a Fuenla y Herbalife, no entró, con el argentino reclamando falta.

El Valencia Basket atacó para ganar y la falta de San Emeterio a falta de 4 décimas le dio la mejor oportunidad del mundo para hacerlo. Martínez no falló el primero y el segundo lo lanzó al limbo mientras levantaba los brazos, sintiéndose ganador. Era el triunfo de la heroica. La enésima remontada. La enésima confirmación. La nueva voz que, como la del Cáceres en 2001, como otras tantas inolvidables, seguirá sonando en las gradas mientras dure el recuerdo.