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El orgullo no basta para España (88-85)

La selección española quedó eliminada de los Juegos Olímpicos al perder con Canadá 88-85. España fue casi siempre a remolque pero el orgullo español y la reacción final de Brizuela (17 puntos) y Pradilla hicieron soñar con la victoria.

FIBA/JJOO
© FIBA/JJOO
  

La selección masculina de baloncesto se despide de los Juegos Olímpicos tras perder con Canadá (88-85). El equipo volvió a mostrar su imagen más competitiva y, si había que caer, España escogió la mejor demostrando que pasan los torneos y los jugadores, pero permanece intacto el carácter luchador que enorgullece a todo el baloncesto nacional.

Canadá dominó desde el principio exhibiendo una defensa casi infranqueable, la capacidad física de sus jugadores y el talento defensivo de Luguentz Dort y Dillon Brooks colapsaron por momentos al ataque español, mientras que en ataque la brillantez de Shai Gilgeous-Alexander (13 puntos al descanso para acabar con 20) bastaba para distanciarse en el marcador.

España lo intentó de todas las maneras posibles, pero Willy Hernangómez (10 puntos y cuatro rebotes) y los latigazos ofensivos de Sergio Llull (13 puntos y cuatro asistencias) no evitaron que el equipo se fuera al descanso con una clara desventaja

El coraje español trató de revertir el resultado en la segunda mitad, pero cuando Shai falló apareció Andrew Nembhard (18 puntos) para sostener a Canadá con ligeras ventajas que fueron minando la confianza de España.

Ésta con el marcador en contra y el paso de los minutos acechándole buscó planes alternativos y Darío Brizuela (17 puntos) estuvo muy cerca de hacer realidad el sueño de la victoria. Su aparición en el último cuarto junto a Jaime Pradilla (10 puntos y seis rebotes) fue el revulsivo que España necesitó y apretó el marcador hasta dejarlo en un punto (86-85). España estuvo muy cerca, pero Shai no falló desde la personal y eliminó a España de una forma tan dolorosa como digna.

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El partido comenzó con la noticia de que a España sólo le valía ganar tras el triunfo previo de Grecia sobre Australia. Era un todo a nada y así lo entendieron los jugadores de Sergio Scariolo.

Con la amenaza de la eliminación y los habituales pitos del público francés del Estadio Pierre Mauroy, el rostro de concentración de los jugadores era evidente y así se veía especialmente en defensa (dominó la faceta reboteadora en la primera parte). Querían plantar cara a una de las favoritas para medalla, pero el 0/5 en triples en ataque inicial puso el marcador rápidamente en contra (10-4).

La presión de Luguentz Dort dificultaba mucho la recepción de balón de Lorenzo Brown y Canadá sacaba de posición a los jugadores españoles siendo Willy la única arma ofensiva que encontraba la vía del aro.

Buscando soluciones, Scariolo movió el banquillo y la entrada de varios jugadores cambió la cara al equipo. Rudy Fernández reactivó la defensa y Sergio Llull el ataque. Una acción de tres más uno del balear permitió a España ponerse por delante en el marcador (14-17).

Fue una ventaja efímera, porque Canadá seguía levantando un muro en defensa y la calidad individual de sus jugadores penaba cualquier error español. España se agarraba a todo su carácter competitivo, pero también a su arsenal táctico con una defensa zonal. Todo era necesario porque el desacierto en ataque persistía. Sólo la aparición de Juancho Hernangómez acompañó a los puntos de su hermano en el segundo cuarto y eso era insuficiente para el goteo de puntos al cual Canadá sometía a España (38-32).

España volvía a pecar de tener un ataque perimetral, no podía ser vertical al aro y consumió varias posesiones sin encontrar un tiro claro. Bloqueado el ataque español, la primera parte se cerró de la peor manera posible: con un parcial en contra de 9-2 y una máxima desventaja de 11 puntos (49-38).

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El tercer cuarto se reanudó con un intercambio de canastas nada favorable para España. La defensa no podía contener ni a R.J. Barret (16 puntos) ni a Gilgeous-Alexander incluso planteando una defensa cara a cara al base canadiense. Además, cualquier recuperación de balón la castigaba Canadá con puntos fáciles que impedían estrechar el marcador.

Un par de fallos de Canadá y el acierto de Álex Abrines (encomiable su trabajo defensivo y acertado en ataque con 12 puntos) abrieron una puerta a la esperanza recortando la diferencia hasta ponerse a cinco puntos (61-56). España parecía estar al borde del abismo, pero se sostenía sobre él para entrar en los definitivos 10 minutos con opciones de victoria.

Urgía un cambio y Darío Brizuela lo fue porque sus puntos para abrir el cuarto reactivaron el ánimo del equipo. Era el soplo de aire fresco que necesitaba el equipo y el elemento que Canadá no tenía controlado. España llegó ponerse con 68-65 antes de que Brooks anotase cuatro puntos seguidos y dos pérdidas de balón enfriasen el momento.

La sensación es que a Canadá le bastaban destellos de sus estrellas para mantener la situación donde la quería y que España ya estaba dejando de lado todo para encomendarse a la heroica con un Jaime Pradilla como fiel escudero de Brizuela. Con ellos dos, España se puso a tres puntos a poco más de dos minutos para el final.

Fue tan hermosa la entrega como estéril. Se nadó casi todo el partido contracorriente y el equipo español se vio en la orilla cuando Abrines anotó un tiro libre a 53 segundos del final (82-80). El partido estaba en la siguiente defensa y esta llevó a Canadá al límite: agotando su posesión y con R.J. Barrett (16 puntos) lanzando desde la esquina. Su triple fue tan directo al aro como el puñal canadiense al corazón español.

Aún quedó orgullo para que un triple de Llull pusiese el 86-85, pero quedaban menos de tres segundos y Gilgeous-Alexander no falló cuando España lo paró en falta en la siguiente jugada. El desesperado último lanzamiento de Llull no entró y España acabó claudicando.