Lo cierto es que ya resulta todo un habitual en ciertos círculos baloncestísticos, mas no dejó de sorprendernos verlo en la Fiesta de los Campeones de la pasada Copa del Rey de Sevilla, a pie de barra, como nosotros. Seguidamente, un amigo común realiza las presentaciones de rigor y al poco tiempo nos damos cuenta de que este tío tiene una curiosa historia' de basket. Nos cambiamos los teléfonos y terminamos quedando en una cafetería de la céntrica capital de España, todavía unos días antes de que unos sádicos criminales la vistiesen de luto. Trae consigo una bolsa repleta de álbumes de fotos, recortadas todas por su madre, y la gente le mira al entrar. Sin duda, esto debe resultar un poco incómodo. Al menos hasta que te acostumbras. Y según vamos pasando páginas, él nos va contando cosas:
Un joven multideportista
¿Yo jugaba al fútbol (por supuesto, con el número 7, dorsal que mantendría durante toda su carrera), al balonmano, al volley, al waterpolo, también hacía atletismo (2,07 metros en salto de altura y 10,9 segundos en cien metros lisos), natación, desde que comenzara a practicar deporte, de niño, en el colegio Liceo, en Zadar. 'El basket? Hasta los dieciocho años y medio no toqué un balón. Que lo hice por casualidad, porque un buen día al volver de la playa con unos amigos, paramos en una cancha y a mí me divirtió un montón lo de meterla para abajo tan fácilmente a pesar de mis escasos 1,87 metros. Cinco meses después, ya debutaba con el primer equipo del Zadar, sin pasar por la categoría junior siquiera. Durante ese tiempo estuve entrenando de seis a nueve horas diarias con un técnico de la cantera que asignaron exclusivamente para mí y por eso aprendí tan rápido. Bueno, no niego que influyó lo suyo que por las noches me colaba en el cole con algunos compañeros, después de haber dejado una ventana entreabierta antes de salir. Allí no se podía dar la luz porque nos pillaban, así que os podéis imaginar lo que ayudó a mejorar mi manejo de balón el hecho de jugar a oscuras.
El Zadar era un equipazo lleno de atletas increíblemente coordinados. Fijaos que un día nos citamos con el equipo de fútbol, que entonces militaba en Segunda División, y les ganamos por 4 a 1. ¡Sí, sí, al fútbol! Todos los jugadores éramos, por encima de todo, grandes deportistas. Teníais que ver cómo controlaba la pelota con los pies Josip Djerdja, uno de los grandes de la historia del baloncesto yugoslavo.
En aquellos tiempos, los balones eran de cuero y con la lluvia -porque muchas veces se competía y entrenaba al aire libre- se volvían auténticos proyectiles, hasta el punto de que cuando querías hacer daño a alguien, más que darle un codazo, se le tiraba la bola a la cara. Yo estuve allí cinco años, el último de los cuales coincidí con un espigado y coordinado junior que acabaría sustituyéndome en el quinteto inicial, cuando me fui al Estrella Roja. Me refiero a Kresimir Cosic. Le encantaba quedarse conmigo después de los entrenamientos para darle al uno contra uno o aprender algunos trucos, como el llamado 'tiro Marco', con el que metí una ingente cantidad de puntos durante toda mi carrera. Consistía, normalmente desde la cabecera de la zona, en hacer una finta hacia un lado y marcharme hacia el otro con un bote tras que el que lanzaba a canasta levantando un pie. Es muy parecido a la 'bomba' de Juan Carlos Navarro y también resultaba muy difícil de defender porque el balón iba muy elevado.
En 1965 quedamos campeones de Yugoslavia por primera vez en la historia del club. Segundo, Olimpia; tercero, OKK Belgrado; cuarto, Locomotiva Zagreb; quinto, Partizan; sexto, Split; séptimo, Estrella Roja; octavo, Radnicki' Fue a partir de entonces cuando nació la verdadera afición por este deporte en la ciudad, construyéndose ipso facto numerosas canastas en parques y colegios'.
Me voy a Francia
'Después de una temporada en Belgrado, me fichó el Racing de París, donde me tiré ¡¡¡18 años (llegó a enfrentarse a dos generaciones distintas, como la de los Monclar, Robert el padre y Jacques el hijo)!!! Ningún galo estuvo tanto tiempo, dicho sea de paso. De ellos, 15 fueron en la máxima categoría (a partir de 1970 ya dejó de contar como extranjero debido a que su matrimonio con una francesa le posibilitó la nacionalización), aunque no levanté trofeo alguno. Por supuesto que tuve ofertas para cambiar, pero entre que mi mujer era senadora y debía residir en la capital y yo me encontraba muy a gusto allí, pasaron casi dos décadas en las que tan sólo me perdí un encuentro' ¡y porque me quedé dormido y se me escapó un tren!
En Francia me lo pasé muy bien. Creo que aún conservo el récord de puntos anotados en un partido de Liga, con 74. En el recorte que tengo de L'Equipe pone 64, pero para mí que fueron diez más. Ese día (victoria por 99-126 ante el Graffenstaden, 1972) me entraba todo, desde cerca y desde lejos. Evidentemente, no existía la línea de tres puntos, así que más mérito. Al descanso, mis compañeros me insistían: 'Coño, Marco, vamos a pasarte el balón, a ver si bates algún récord'. Uno siempre ha tenido facilidad para encestar, si bien en esa época ya ejercía labores de base. Lástima que en los últimos cinco minutos me sentaran en el banquillo en virtud de los dos y hasta tres contra uno que el entrenador del otro equipo había ordenado desplegar contra mí.
Personalmente, me gustaba divertir a la gente, jugar para el público. Cuando íbamos ganando en casa por bastantes puntos, el público me pedía el 'hook shot', un gancho (Ostarcevic comenzó jugando de pívot) casi desde el medio del campo con el que conseguía discretos porcentajes. Yo siempre he sido un poco exhibicionista y por eso me lo pasé tan bien el día que, dentro de una selección de París, tuve la ocasión de enfrentarme a los Harlem Globetrotters. Era la primera vez que ellos se medían a un conjunto europeo y lo cierto es que se las hicimos pasar canutas ('Gran espectáculo, en el que el equipo de París nunca perdió la cara ante los negros americanos, que tuvieron que abandonar las tonterías y la exhibición y tomarse el asunto muy en serio para poder ganar. Los franceses no se dejaron ridiculizar por Hubert 'Geese' Ausbie o Meadow Lemon y la virtuosidad de Ostarcevic llegó a superar el manejo de balón del petit Pablo Robertson, de 1,75 metros', según reza la crónica de L'Equipe). Si no llegan a pitar árbitros americanos, que viajaban con ellos, ganamos.
Tampoco olvidaré el partido, en Zagreb y con un combinado de jugadores croatas (de hecho, tal encuentro está considerado como el primer partido en la historia de la selección de un país que no tendría autonomía como tal hasta finales de siglo), contra el equipo olímpico norteamericano que venía de proclamarse campeón en Roma'60 (con el 'Dream Team' de Barcelona'92, la mejor escuadra estadounidense de todos los tiempos). Los Jerry Lucas, Oscar Robertson o Jerry West nos vencieron por 71 a 93, pero por lo menos dimos la cara.
' O aquel otro de Copa de Europa, en Atenas y contra el AEK, disputado en el Estadio Olímpico ante 50.000 espectadores. Ganamos por dos puntos y necesitamos cuatro horas para salir de allí'.
La selección yugoslava
'Jugué un par de torneos, diecisiete partidos en total. Por descontado que podría haber jugado muchos más, pero nunca me interesó. Las preparaciones de la selección duraban de tres a cuatro meses y se hacían siempre en verano. Me llamaban Ranko Zeravica y Aza Nikolic y yo siempre les contestaba lo mismo: 'Me voy de vacaciones'. ¡Qué queréis que os diga! Yo siempre he sido un vividor, un don Juan, un playboy bohemio y con barba que prefería estar rodeado de amigos navegando en velero por la costa dálmata que puteado en un gimnasio.
Otra cosa curiosa: muchas veces ganábamos apuestas en las terrazas de verano. Mis amigos decían a la gente que yo era capaz, mediante un salto, de tocar el toldo con el pie y alguno siempre terminaba defendiendo, con dinero fresco, lo contrario. ¡Pero si hasta llegaba a tocar el aro de esa manera! La de cenas que nos hemos sacado gratis así. Si me pilla más joven, hubiese ido al ''Qué apostamos?''
El traslado a Madrid
'Me vine tras conocer a Norma Duval, a la que estuve unido durante 19 años. Mi sueño era jugar hasta los 50, pero debí descartarlo de pleno porque en España sí que era considerado extranjero y nadie se iba a arriesgar fichando a uno de 43 tacos. Muchas veces mataba el gusanillo entrenando con el Madrid de Lolo, al que conocí en el Torneo del Centenario del Racing (cuadrangular con el Real, Limoges, Estrella Roja y los propios parisinos) y con el que trabé una gran amistad, junto a los Brian Jackson, Wayne Robinson, Mirza Delibasic'
Últimamente, hasta que me lesioné un hombro en Marbella jugando al fútbol con unos críos, solía meterme en el partido de entre semana de los Veteranos del Real Madrid. He pasado momentos muy divertidos con ellos y les aprecio mucho. Yo siempre he sido merengón. En Yugoslavia, cuando era pequeño, no existía otro club más grande. Ojalá la primera plantilla llevara mejor camino. ¡Qué mal lo pasé en la Copa! Aquellos balones perdidos ante el Barça' En mi opinión, deberían darle más importancia al ataque. Mi lema es todo para el ataque. Lo importante es meter. Ja, ja, ja' Tú puedes tener una muy buena defensa, pero sin ataque no ganas. Esto lo dice un entrenador de baloncesto (sacó el título durante tres años de curso en la Ciudad de las Luces) que siempre ha sentido pasión por el contraataque. Bennett es muy bueno, pero se pasa demasiado tiempo botando el balón mientras Alberto Herreros se cansa de cortar por la línea de fondo una y otra vez. Al contrario hay que atacarle antes de que forme su defensa y para ello es necesario coger el rebote. Es la regla número uno del baloncesto. Quizá nos falte un superpívot para estar a la altura de Tau y Barcelona, aunque podemos competir con ellos. Tampoco me va lo de repartir tanto los puntos y los minutos: que hay dos o tres mejores que el resto, pues a jugar para ellos. Tantas rotaciones no son necesarias.
Ojalá contásemos con un Drazen Petrovic. Le conocí cuando se vino para acá y me pareció un buen chaval. Lo que más me gustaba era que tenía mucha cara, mucho genio, su pronto. No se dejaba pisar terreno por nadie. Él y Radivoj Korac son los dos mejores que he visto nunca. Éste medía 1,97 y jugaba en el OKK de Belgrado. Su tiro a tablero, incluso desde siete u ocho metros, era prácticamente imparable y siempre se mostró como el más rápido sobre una cancha. Nada más asegurar el rebote, ya estaba en la otra canasta.
Ah, que no se me olvide hablar de mi hermano Misho (internacional y varias veces campeón de Liga con el Zadar), que trabaja actualmente como ojeador en los Pacers (después de cinco años en los Celtics, Larry Bird le recomendaba a la franquicia de Indiana). Ha estado en la Copa y, como os podéis imaginar, el que más le ha impactado ha sido Rudy'.
European Superstar
'Hace una décadas, la BBC tuvo la genial idea de reunir a diez deportistas de diversos países europeos y desafiarnos a competir, todos contra todos, en otros tantos deportes distintos, sumándose los puntos según quedases clasificado. Representando a Francia, coincidí con Ivo Van Damme (triple recordman olímpico de fondo), Guy Drut (campeón olímpico de 110 metros vallas), Kjell Isaksson (sueco, campeón del mundo de salto con pértiga), Ole Ritter (ciclista danés, recordman mundial de la hora), John Croteh (inglés, campeón del mundo de boxeo), Kevin Keegan y Rudi Kroll (fútbol), Franz Klammer (triple campeón olímpico de esquí) o Bjorn Borg (tenis). Lástima que cuando marchaba tercero, con tres series ganadas, me rompí el abductor. En fútbol, por ejemplo, la prueba consistía en completar un circuito con un balón en los pies en el menor tiempo posible para, finalmente, intentar meter un gol a Clements, el portero del Liverpool. Allí quedé primero (¡por delante de los míticos futbolistas allí presentes!), demostrando por qué me llamaban Garrincha, igual que en el tiro a pistola, algo que no había hecho en mi vida. Que conste que tampoco realicé el servicio militar. Jamás olvidaré la cara del esquiador, que llegó a Amsterdam (ocho mil espectadores en el recinto) con tres entrenadores y un masajista, mientras que yo viajé absolutamente solo. Fue muy, muy divertido'.
El famoseo
'¡Cómo me voy a quejar, si para mí todos los días son fin de semana! Lo acontecido en 'La Isla'' (concurso organizado por Antena 3) ha reforzado mi imagen. Todos pensaban que a la semana estaría medio muerto y que me rendiría rápido, pero ellos no saben lo que es un deportista, y más si ha sido jugador de baloncesto. Por eso llegué a la gran final. Para terminar, y ya que estamos en esta página web, comentar que uno de mis próximos proyectos consiste en formar un equipo de personajes conocidos e ir jugando al basket por diversos pueblos. Yo seré el entrenador y ya tengo varios posibles galácticos en cartera: Quique Supermix; el mister España Jorge Fernández, que jugó en la EBA si no me equivoco; un Marichalar, ahora no recuerdo su nombre; Fernandito Romay, para los rebotes; Fran Rivera, que las enchufa que no veas' Creo que puede ser una buena idea'.
Total, que después de un buen rato damos por concluida esta entretenida la charla y nos despedimos hasta la próxima ocasión, que seguramente será pronto, no sin antes comentarnos lo mucho que le gustó el arbitraje en la Copa (¿sobre todo con las faltas de ataque. Antes se podía hacer cualquier cosa -meter el culo, cargar, bloquear'- y se sacaban ventajas injustas') o su inminente viaje a Andorra para no sé qué certamen con cincuenta y dos misses. Cincuenta y dos. 'Sí, me marcho mañana mismo'. Qué, 'es o no es un jugón?
Mateovic
ACB.COM