Marcus Brown, la estrella itinerante (y II)
En la primera entrega, dejábamos a Marcus Brown< camino de Treviso, donde comenzó una meteórica carrera en la Euroliga. Máximo anotador histórico de la competición, el escolta dejó su sello en el Benetton, Efes Pilsen y CSKA Moscú antes de dar la alegría del verano a la afición malagueña. El eterno verdugo, el jugador que más daño había hecho al Unicaja en los últimos años, se vestía de verde para ayudar al equipo a optar a lo máximo. "Podemos llegar a lo más alto y somos capaces de ello"
  

Marcus Brown, la estrella itinerante (I)

En la primera entrega, dejábamos a Marcus Brown camino del Benetton Treviso. En el cuadro de Palaverde jugaban algunos históricos del baloncesto continental: Garbajosa, Nicola, Naumoski, Pittis, Marconatto, Santos, Soragna o Nachbar acompañaban la estelar figura del escolta estadounidense.

La combinación de jóvenes ambiciosos y veteranos consolidados parecía sinónimo de éxitos, pero, paradójicamente, la de Treviso es la única campaña en la que uno de sus clubes se fue con las manos vacías. "No creo que se pueda hablar de fracaso. Empezamos flojos, sufrimos algunos problemas y yo estuve varias semanas inactivo por una nueva lesión. Teníamos una plantilla muy poderosa y cuando comenzamos a jugar bien, nos tocó enfrentarnos al Kinder Bolonia en semifinales de la Lega. Contaban con Ginobili, Jaric, Griffith y Smodis, entre otras estrellas. Eran el mejor equipo de Europa y no fuimos capaces de vencerles”, asegura.

A pesar de la eliminación en aquel duelo de titanes, el rendimiento del escolta fue óptimo. Lideró ofensivamente, con un promedio de 17 puntos, a un conjunto plagado de jugadores capaces de anotar con facilidad. Se disfrazó nuevamente de ese jugador con cara de pocos amigos que destroza en silencio a un rival para regocijo de su equipo. De igual manera, se sintió a gusto en el terreno personal en el país transalpino. De hecho reconoce entre risas que, pese a haber pasado por multitud de ciudades y países distintos, "no hay mejor lugar para comer que Italia".

Como si de un peregrino se tratase, abandonó Treviso buscando un destino que le mereciese la pena. Turquía le tentó y el Efes Pilsen se convirtió en su nuevo club. En Estambul compartía titularidad con hombres de la talla de Stombergas, Okur o Kambala. No se arrepiente de su paso por el cuadro turco: "Resultó un buen cambio para mí. Estoy contento con mi decisión. Me sentía muy cómodo en el equipo, la organización del club me pareció ejemplar y no había ningún problema con los sponsors. Me gustaron todas las piezas y acerté!”

Ese mismo año, el Efes Pilsen logró el doblete tras la obtención de la Copa y de la Liga. Una vez más, volvió a ser decisivo y se llevó el premio adicional de ser declarado mejor jugador de la competición. El americano desmontó, día a día, el tópico que afirma que se requiere tiempo para rendir al máximo en cualquier lugar. Los buenos jugadores no lo necesitan: "Es importante un periodo de adaptación, especialmente si cambias de continente. Hay diferentes estilos, reglas y arbitrajes, ambientes muy distintos. Yo tuve la suerte de continuar en Europa, de haber recibido muchas oportunidades. Una vez te forjas una reputación y un nombre, todo cambia a mejor”

El Efes Pilsen mantuvo su potente bloque tras el brillante 2002, y revalidó el título liguero en la siguiente campaña. Marcus rindió excelentemente en Europa, aunque se quedó a las puertas de la Final Four por segunda vez consecutiva. Sus méritos se valoraron cuando se le incluyó en el segundo mejor quinteto de la Euroliga tras rozar la veintena de puntos por encuentro con el conjunto turco. No obstante, la historia de esa temporada pudo ser distinta: "Estuve muy cerca de irme al CSKA. Al no saber demasiado de la ciudad y del mismo proyecto decidí quedarme un año más en el Efes, que también era un excelente equipo. Ese mismo año, la casualidad quiso que nos jugásemos una plaza para la Final Four ante los moscovitas. Perdimos. Tal vez yo hubiese jugado en el CSKA y hubieran sido los turcos los que ganaran. ¿Quién sabe lo que le va a ocurrir a uno? El basket es caprichoso”

El título tampoco llegó con el CSKA

No resultaba extraño el interés ruso en Brown para un proyecto ganador. Se buscaban jugadores con perfil de estrella y él había ejercido ese rol a la perfección en clubes contrastados. En el verano de 2003, Marcus decidió dar el paso y fichar finalmente por el club de Moscú. "No hay que ser cerrado, es mejor tener la mente abierta, así se disfruta más. De acuerdo, hace frío pero ¡todo el mundo sabe que hace frío allí! ¿Y qué? No por decirlo va a cambiar algo. Ese club está organizado ejemplarmente; con el entrenador Ivkovic tenía una relación muy estrecha y además mis compañeros eran fantásticos, de primer nivel. Disfruté mucho con ellos. ¿El público? A veces era demasiado tranquilo, aunque me recibió muy bien”

Tal vez su amplitud de miras sea la razón de su rápida aclimatación a cualquier equipo, ya que una vez más fue el líder del CSKA Moscú, con una media superior a los 18 puntos. Asumir las responsabilidades en una plantilla que contaba con Papaloukas, Holden, Khryapa, Monya, Alexander o Turckan no está al alcance de muchos. Además, los moscovitas asombraron a Europa con su arrollador y contundente juego, ganaron sin muchas complicaciones la Copa y la Liga en Rusia, y en Europa se plantaron en la Final Four. Allí, a pesar de la inspiración de Brown -25 puntos por partido en esa fase decisiva-, el potentísimo Maccabi israelí acabó con las esperanzas del CSKA. Brown fue declarado el mejor escolta de la competición europea en ese 2003, si bien ese premio individual supo a poco al quedarse con la miel en los labios en el plano colectivo.

El 2004 traía una nueva reválida: Final Four de la Euroliga en Moscú, y equipazo destinado a ganarla por todos los medios. El CSKA aplastó literalmente a cada uno de sus rivales en las fases previas y sólo una derrota ante el Barça le privó de estar invicto antes de la gran cita del año. El rival en esa lucha por un puesto en la final era el TAU Cerámica. Nuevo fiasco.

En esta ocasión, ni el estadounidense ni el resto de sus compañeros rindieron en torno a lo esperado y el CSKA perdió "su" Final Four. Fin del sueño. "La derrota ante el Baskonia no ha sido la mayor desilusión de mi carrera. En ella he sufrido otros altibajos. Suele pasar. El TAU era muy buen equipo, muy compacto. Habíamos jugado cuatro veces contra ellos en las temporadas anteriores y les habíamos vencido siempre en partidos apretados. Lo cierto es que cuesta bastante intentar mantener una racha tanto tiempo, batir a un gran club varias veces consecutivas en Europa. Supuso un golpe duro perder así por lo que significó, pero nada más", señala.

A fin de cuentas, en el mundo de la canasta también hay sitio para las lágrimas. La trayectoria de Marcus, allende su rodilla, había estado marcada por sonrisas y títulos pero las decepciones también forman parte del espectáculo.

Este nómada del basket finalizó su periplo por Moscú consiguiendo Liga y Copa. Además, recibió una nueva nominación en el segundo mejor quinteto de la Euroliga. A pesar del interés de varias franquicias de la NBA para que volviese a Estados Unidos, decidió permanecer en Europa.

El verdugo malagueño se viste de verde

En esas fechas, en Málaga se hablaba de la salida de Fran Vázquez y del plantón de Trajan Langdon. Nadie imaginaba que Marcus podía recalar en la capital de la Costa del Sol, pero a comienzos de agosto se conoció la buena nueva. Bombazo. Marcus Brown... al Unicaja.

Los malagueños respiraron aliviados por un doble motivo. Por un lado, tener a un escolta de su nivel siempre es una garantía. Por otro, estando el de Arkansas en las filas de su equipo dejaría de una dichosa vez de ser el eterno verdugo de los malacitanos. Porque si el baloncesto fuera un cuento o una película de final feliz, Marcus Brown y el Unicaja estaban destinados a encontrarse. Por una vez, el antagonista se disfrazó de héroe.

El olvidadizo jugador no recuerda con exactitud el "daño" que le ha hecho al Unicaja más allá de la exhibición de la Korac. Lógico. Como buen verdugo, los de Málaga no han sido sus únicas víctimas. Entre tanto damnificado de su juego, la memoria se enreda.

En Málaga aún recuerdan cómo Marcus les amargó su existencia europea con Limoges, Benetton, Efes Pilsen y CSKA. De local y de visitante. Con canastas finales y decisivas de todos los colores. Sin excepción. Como para no respirar de alivio.

Más allá de esa particular relación entre jugador y equipo, el rendimiento del estadounidense, que ha ido en ascenso, está siendo vital para el Unicaja en esta temporada 2005-2006. El conjunto está jugando uno de los baloncestos más atractivos del continente, realiza la mejor campaña europea de su historia y en la ACB se está afianzando en cabeza y va cada semana a más. Brown cree que "todo es posible. Estamos en el buen camino, en el carril idóneo. Ganar siempre es positivo. Cuanto más ganas, mejor va todo: los aficionados están felices, el entrenador está feliz, el presidente está feliz… todo depende de las victorias. Tenemos calidad y ofensivamente estamos jugando realmente bien".

La afición de Málaga, soñadora donde las haya, no puede dejar de ilusionarse cada semana que pasa. Marcus lo entiende y quiere aún más: "Intentaremos darle grandes momentos. Unicaja puede ser uno de los mejores equipos de Europa. No sirve decir: 'vale, nos hemos clasificado para el Top-16' o 'de acuerdo, hemos acabado terceros en la ACB. No. Podemos llegar a lo más alto y somos capaces de ello'".

Forma con Garbajosa una de las mejores parejas de la competición y él disfruta de ese hecho: "Estoy emocionado y feliz por Jorge. Su juego es muy maduro y ha mejorado más si cabe en los últimos tres o cuatro años, desde que coincidimos en Italia. Cuantas más veces tira, más acierto tiene. Es un privilegio estar con él. Nos comunicamos en la cancha a la perfección y mantenemos una gran relación. Es un gran tipo y un enorme compañero. Aguardamos con impaciencia próximas citas, como la Copa del Rey, para intentar aportar más cosas juntos".

En Málaga sigue haciendo alarde de su enorme clase. Su físico, por más que haya superado la treintena, es más poderoso que en su juventud en Estados Unidos. No se esconde jamás cuando el balón quema, se sacrifica en defensa y sus tiros lejanos entran en los momentos clave, para satisfacción del equipo.

A estas alturas de su carrera, Marcus no tiene ningún sueño especial antes de la retirada, ya que "ganar un campeonato u otro no va a hacer a Marcus Brown. Si jamás logro la Euroliga, lo acepto, pero lo di todo. Si nunca consigo la Liga Española, vale, pero me esforcé al máximo. A veces en la vida puedes trabajar duro sin conseguir nada. Si te conoces a ti mismo, entregas todo lo que llevas dentro y no tienes nada por lo que lamentarte, puedes seguir tu camino".

Brown se expresa con la tranquilidad del hombre que sabe que ha entregado su vida a este deporte. También ha recibido mucho en contrapartida. No cambiaría ni un ápice de su trayectoria, siente aprecio por todo lugar por el que ha pasado y no se obsesiona con el futuro. Es ambicioso como pocos ("Yo siempre pretendo tener las expectativas mucho más elevadas que las de mi equipo"). Tiene un punto humilde y realista que los malos momentos han forjado en él. No recurre a tópicos para intentar quedar bien y respeta y admira a sus adversarios. “Ser el máximo anotador de la actual competición europea es un orgullo pero sé que es algo momentáneo y que no durará mucho por la cantidad de jóvenes que vienen. Bodiroga es el verdadero número uno en la última década”.

Marcus es todo baloncesto y este deporte, al menos en Europa en los últimos años, también ha sido un poco Brown. Y es que hay relaciones que no se pueden romper. Afortunadamente.